Durante al menos un año, el Estadio Fiscal de Punta Arenas fue utilizado como un centro de detención y tortura por la dictadura de Augusto Pinochet. Así como el Estadio Nacional, muchos otros recintos deportivos fueron utilizados como prisiones políticas por el gobierno militar. Y, a través de la historia del recinto magallánico, es posible recorrer el establecimiento de la dictadura y el avance de la memoria en aquella región, la más austral del país.
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Sobre el libro A discreción: viaje al corazón del fútbol chileno bajo la dictadura militar», mitos de la época y las relaciones de poder en el deporte durante aquellos años conversamos con sus autores.
Son numerosos los colectivos que, desde la recuperación de la memoria, buscan combatir la impunidad que ha existido en Chile tras la dictadura cívico-militar y la transición pactada desde 1990 a la fecha. El pueblo fue violentado en ese período y el fútbol es del pueblo, por lo que es natural que existan agrupaciones que intentan reivindicar la memoria desde el fútbol. Uno de estos grupos es el colectivo Autoconvocados Arellanistas, con quienes conversamos sobre memoria, historia, pueblo y Colo-Colo.
La historia de Lilfonso Calderón, el púgil chileno, no puede contarse sin el contexto sociopolítico. En 1973, durante el gobierno del presidente Allende, fue invitado a pelear a Cuba. A su regreso, la dictadura de Pinochet obvió el campeonato obtenido y lo mantuvo como prisionero político en el Estadio Nacional. En el siguiente texto de Tomás Ives, un recuerdo a su historia.