
La narrativa del boxeo femenino en el mundo está cambiando no solo de la mano de mujeres pioneras en los más grandes escenarios, sino que también de un empuje masivo en todas partes del mundo. Luchando, frecuentemente, contra discriminaciones de género de todo tipo que se hacen muchas veces más evidentes en este deporte. Cuba y Palestina, dos países muy distantes y distintos, han visto movimientos que potencian la práctica de este deporte entre las mujeres.
Sobre el boxeo femenino siempre han existido prejuicios y sexismo: “las mujeres no pueden hacer eso”, “no va con ellas”, “no se ve bien”. Algo que incluso permea en el mismo mundo deportivo: personas que, creyendo en el concepto general de igualdad de género en el deporte, se oponen en particular a las artes marciales. De hecho, en el boxeo las mujeres compiten con reglas diferenciadas -por ejemplo, rounds más cortos y un menor número de asaltos para peleas de campeonato- sin justificación alguna y a diferencia de una gran cantidad de deportes.
No obstante, las mujeres están presentes en el boxeo, haciendo historia, por lo demás. El año pasado, Amanda Serrano y Katie Taylor se enfrentaron en el histórico Madison Square Garden en una pelea de unificación que además fue una de las pocas veces en las que mujeres han encabezado carteleras de boxeo en los escenarios más importantes del mundo.
No es un accidente el avance de las mujeres en el boxeo. Tampoco un fenómeno aislado de ciertas latitudes. Lo que tampoco es un fenómeno aislado es que han enfrentado constantemente discriminaciones a nivel estructural. En Cuba, por ejemplo, el boxeo femenino estuvo prohibido hasta hace algunos meses, siendo que ya era incluso considerado una disciplina olímpica oficial desde Londres 2012. «Esta [nueva regla] lo va a cambiar todo», explicó la boxeadora cubana Joanna Rodríguez. «Incluso podría cambiar la forma de pensar, porque aquí hay machismo tanto entre hombres como entre mujeres». París 2024 serán los primeros juegos olímpicos en los que Cuba, potencia mundial en el boxeo amateur masculino, contará con un contingente de mujeres. La prohibición supuestamente tendría que ver con una idea de feminidad defendida por la esposa de Raúl Castro, Vilma Espín. Según recoge la BBC, existía la idea de que los rostros de las mujeres cubanas eran demasiado lindos para ser golpeados, aunque esa historia ha sido también desmentida por figuras relevantes del boxeo cubano como Alcides Sagarra. Ahora, todos los deportes cubanos cuentan con práctica tanto masculina como femenina: fue el boxeo el último en cambiar. Es otro de los cambios que se están llevando a cabo en el boxeo cubano, que hasta hace no muchos años se negaba a entrar al circuito profesional, pero que desde 2014 se incorporó al boxeo semiprofesional y en mayo pasado debutó en México en el boxeo rentado tras seis décadas de prohibición.
Donde también se están abriendo paso las mujeres en el boxeo es en Gaza, donde, pese a lo lejos de Cuba no solo geográfica sino que también socialmente (mientras Cuba es gobernado por el partido comunista, en Gaza es el movimiento islamista Hamas quien dirige de facto), los estereotipos no son tan distintos: es también común la idea de que este deporte no es para mujeres.
Pero hace algunos meses se fundó allí el Centro Palestino de Boxeo para Mujeres, un gimnasio que se enfoca en la práctica del boxeo femenino. Según explica uno de sus fundadores, Osama Ayoub, quien también es uno de los entrenadores, «nuestras tradiciones comunitarias obligan a las mujeres a mantenerse alejadas de muchos tipos de deportes con el pretexto de que están limitados a hombres». Este club es una forma de romper uno de los cercos que han mantenido a las mujeres fuera del boxeo.
Mas no el único. La Franja de Gaza ha sido férreamente bloqueada por Israel desde 2007, tanto por aire, mar y tierra. Las repercusiones no solo se sienten en la compra de insumos y suplementos propios para la práctica deportiva (Israel mantiene numerosas restricciones a la entrada de bienes específicos), sino que también para la representación de Gaza en el exterior, negándose permisos de salida incluso a la ocupada Cisjordania. Los riesgos de la desobediencia palestina ante la ocupación militar israelí son frecuentemente pagados con la vida.
Nada de esto coarta los sueños y anhelos de las mujeres palestinas por practicar el deporte que las apasiona. «Sueño en convertirme en médico cuando sea mayor y en una heroína del boxeo, para representar a Palestina en competiciones árabes e internacionales», explica Jodi Al Nimer, una joven de 15 años que es, también, una de las primeras participantes de este nuevo gimnasio.