Me permito dudar de todo

Christian Trenzado Gómez
Profesor e hincha azul

Hace algunos días, Azul Azul S.A anunció el pago de la deuda tributaria que la CORFUCH mantenía con la Tesorería General de la República. Este hecho es parte de un plan estratégico que solo fue conocido por los y las hinchas en su etapa final. Los mandamases azules sienten que están realizando una gestión tan buena e integral que deslizaron la posibilidad del anhelado estadio para el club Universidad de Chile.

Por más que llevemos comiéndonos promesas de tantas mesas directivas distintas a lo largo de los años, entiendo la ilusión que la noticia genera. Sin embargo,  particularmente en este caso, mi escepticismo es total.

En octubre pasado, Manuel Mayo (gerente deportivo) explicaba en Radio ADN que el trabajo de Azul Azul S.A no se podía evaluar tan solo por el desempeño del “primer equipo”, argumentando que la clasificación de Las Leonas a la Copa Libertadores era un logro por el cual no se les reconocía. Y coincido. Incluso subo la apuesta. Al menos hasta el año pasado, el plantel femenino contaba con seleccionadas nacionales de Chile, Argentina, Colombia y Paraguay y, si bien los resultados no fueron los esperados, teníamos un equipo competitivo. Ahora, también hay que considerar que el compromiso con el desarrollo del fútbol femenino es una obligación moral básica hoy en día, y que lo mínimo que se espera de esta empresa es poder instalar a la U en copas internacionales. Cabe agregar, además, que las jugadoras cuentan con contratos de 1 año (si es que tienen contrato), acuerdos totalmente precarios que imposibilitan sostener a talentos importantes. Basta mirar los ejemplos de Fernanda Ramírez y Michelle Olivares, que terminaron vestidas de blanco y campeonas frente a nuestra gente. Así que demasiado bien, tampoco lo han hecho.

Por otra parte. Cecilia Pérez declara que su anhelo es un “estadio con sello social”. ¿Se puede confiar en una ex ministra del Deporte cuya gestión quedó cuestionada por un informe de Contraloría denunciando distintas irregularidades? Y además, ¿qué entiende Cecilia Pérez como estadio con sello social? ¿Dejarlo abierto a la comunidad? Porque la junta de accionistas de la cual ella participa hace justamente todo lo contrario: no existe ningún espacio participativo que permita hacer crecer a esta institución de manera conjunta.

Por último, ¿por qué los y las hinchas seguimos sintiéndonos clientes? ¿Qué tipo de empresa que busca fidelizar a sus “clientes” les insta a pagar un abono que va desde los $50.000 hasta los $250.000 sin dar ninguna garantía de utilizar un estadio único? Agregando que algunos recintos se aseguraron solo dos días antes de disputarse el partido. Al menos para mí, no somos ni siquiera clientes.

Estamos tan lejos de un proceso tan básicamente democrático que, yo al menos, me permito dudar de todo. Quizás, como hinchas, no encontramos respuestas porque estamos haciendo las preguntas equivocadas.

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