
En el fútbol jugado por mujeres, la violencia se observa en todas partes y de manera diaria. En el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres hacemos un recuento de algunas de las situaciones que han tenido que pasar las futbolistas del campeonato profesional chileno. Y si bien parece increíble, es importante recordar que los últimos años las condiciones de las jugadoras han mejorado y que, sobre todo, hoy tienen mayor visibilidad para exponer el nivel de precariedad al que se ven enfrentadas.
Por María Torres
Una de las últimas denuncias fue en el equipo Fernández Vial. El viernes 4 de noviembre, las jugadoras del plantel de la región del Bío-Bío publicaron un comunicado en sus redes sociales denunciando el retraso en los pagos de los sueldos por parte del club. “A la fecha aún no tenemos claridad del día en que se realizarán los pagos de los sueldos de nuestras compañeras, lo cual afecta no solo en el ámbito económico, sino que también en cosas tan básicas como el hecho de no poder costear el transporte para ir entrenar o la alimentación requerida para deportistas de alto rendimiento”, explicaba el texto.
Si bien las jugadoras reafirmaban que estas acciones por parte de las dirigencias no afectaban en ninguna medida su compromiso con el club y la hinchada, lo que estaba pasando impactaba en su tranquilidad y bienestar. Ayer, en un reportaje publicado en el medio digital El Mostrador, la jugadora de Fernández Vial Vivi Torres expuso sobre lo que había significado el retraso de los pagos de los sueldos: “Varias han tenido que dejar sus pensiones y buscar refugio con amistades, otras están amenazadas con desalojo. Hemos seguido entrenando y trabajando porque estamos peleando los playoffs y no queremos perder la clasificación. Se supone que somos profesionales, algunas trabajamos además de entrenar y jugar, pero la mayoría vive –con dificultad– de esto”.
Que no se les pague el sueldo a las futbolistas -y a cualquier mujer- se considera como una forma de violencia económica. Esta no es la única manera en que las futbolistas del campeonato chileno han sido violentadas durante este año. Las condiciones y vulneraciones a sus derechos se han hecho más visibles que nunca durante este 2022. Solo basta recordar que el año comenzó con un comunicado publicado por las jugadoras de Universidad de Concepción, quienes denunciaron silencio total por parte de las dirigencias de su club ante numerosos cuestionamientos. La desvinculación del director técnico, la falta de apoyo al preparador físico de las jugadoras y el respaldo a un funcionario que las futbolistas señalaban como poco profesionales, son algunas de las acusaciones que hicieron en enero. Las jugadoras, al momento de hacer la denuncia pública, no tenían certezas sobre la planificación anual para su rama, por lo que varias decidieron migrar a otros clubes. “Recalcamos que hay más jugadoras recibiendo ofertas, jugadoras que sienten amor por nuestra camiseta y camarín, sin embargo, se sienten decepcionadas de nuestra dirigencia y su gestión. Por lo tanto, consultamos: ¿tan fácil es darse por vencidos con las jugadoras del plantel femenino sabiendo lo mucho que hacemos con lo poco que tenemos?”. Este año, el equipo terminó sexto en la tabla de posiciones del grupo A del campeonato nacional, quedando fuera de los playoffs.
La salud no es prioridad
Probablemente será una de las negligencias más visibilizadas por los medios de comunicación en 2022. Durante la quinta fecha del campeonato nacional se jugó el superclásico entre Universidad de Chile y Colo Colo en el Centro Deportivo Azul (CDA). Al minuto 92, Javiera Grez y la arquera Antonia Canales (Colo-Colo) chocaron al hacer despeje de un tiro de esquina. Grez cayó al suelo y quedó inconsciente por unos segundos. En el CDA no había ambulancia para socorrer a la jugadora. Finalmente entró un vehículo de Carabineros para poder llevar a la futbolista a un centro médico.

¿Qué pasó? Lo esperable. Mientras el equipo albo estudiaba posibilidades para hacer una denuncia formal –reclamo que efectivamente se hizo-, la ANFP y Azul Azul se traspasaron responsabilidades. En concreto, el artículo 49 del reglamento del campeonato femenino 2022 señala que “será obligación del Club local disponer, para cada partido, de una ambulancia, una camilla y al menos 2 camilleros mayores de edad”. Desde la Universidad de Chile aseguraron que fue durante 2020 en que los clubes llegaron a un acuerdo extraoficial con la ANFP para que fuera la misma Asociación la que se hiciera cargo de las ambulancias por el alto costo que tiene este servicio.
Cabe destacar que, a pesar de que se podría pensar lo contrario, las bases del campeonato permiten que el partido comience con la ausencia de este tipo de vehículo.
Por fortuna, el accidente de Javiera Grez no pasó a mayores. Y, por su parte, la Universidad de Chile, a modo de sanción, perdió la localía en el CDA por dos fechas y debió pagar una multa de 20 UF (alrededor de 680 mil pesos chilenos).
Sin embargo, el ruido medial que generó el accidente al parecer no fue suficiente. Una nueva denuncia por redes sociales informó que en el partido por el ascenso entre Unión La Calera y Unión Española, nuevamente no había una ambulancia para una jugadora que sufrió un accidente. En esta ocasión fue Camila Espinoza quien resultó con una fractura. Más de 20 minutos pasaron para que llegara un vehículo de emergencias para trasladar a la futbolista a Santiago.
Abandono de los clubes
Que todos están ahí para la foto, pero que en realidad es poco lo que se concreta. Así regularmente se describe el actuar de las autoridades en el fútbol femenino. Los estándares son bajos, tan bajos que fue celebrado cuando Universidad de Chile anunció un camarín para sus jugadoras, lo que fue ampliamente difundido por los medios de comunicación.

En febrero, la rama femenina de fútbol de Deportes Antofagasta, la que es administrada por SQM, ya denunciaba “abandono”. En un comunicado publicado por las futbolistas, estas denunciaron que “desde el año 2019 la planificación de inicio de temporada ha estado llena de incertidumbre, teniendo como inicio de entrenamientos una o dos semanas antes del comienzo del campeonato”. Las jugadoras denunciaron también no haber tenido ninguna comunicación por parte del club durante tres meses. “No les importa prepararnos, que realicemos pretemporada, ni competir, solo participar, de lo cual nosotras no somos partidarias (…) nos costó años lograr insertarnos en el campeonato nacional y no queremos pasar por más lesiones y mucho menos por un descenso”.
Solo dos meses después de la publicación del comunicado por parte de las jugadoras de Antofagasta, el equipo femenino de Santiago Wanderers, anunciaba un paro total e indefinido de sus actividades pues la dirigencia del decano “no garantiza las condiciones mínimas para un desempeño digno y que potencie el rendimiento”. Entre el petitorio de las jugadoras, el que fue entregado a la dirigencia en octubre de 2021, pedían tener un lugar de entrenamiento, una cantidad fija de entrenamientos semanales, indumentaria deportiva, pagos de locomoción, entre “otras solicitudes de carácter básico para el nivel profesional del cual se nos cataloga”.
Ante el no cumplimiento de los compromisos adquiridos por el club, las jugadoras anunciaron el 4 de abril un paro indefinido, el que finalizó una semana después. El club acordó prestar ayuda económica con buses de acercamiento, ofreció una mejoría en las condiciones de las prácticas y un proyecto en torno a la iluminación del complejo deportivo donde entrenan las jugadoras. En esta misma línea, la dirigencia también afirmó que realizará las diligencias para que el plantel femenino use un camarín local. Sin embargo, una fuente cercana al plantel indicó que los acuerdos no se han cumplido a cabalidad, pero que existe un compromiso escrito por parte del club.
“Le han dado una puñalada al corazón de cada una de quienes hemos integrado el fútbol femenino de Deportes Concepción los últimos años”. Así comunicaban, también en abril, las jugadoras la situación que tuvieron que enfrentar con el club. Luego de numerosas solicitudes, llamadas y mensajes no contestados, las dirigencias del equipo habían comunicado a las futbolistas que harían los trámites para que pudieran participar del campeonato de la ANFP de este año. Sin embargo, nunca fue cierto. Con la llegada de la nueva presidenta del club Gabriela Parra Melani, se les informó a las jugadoras que la gestión anterior no hizo ese trabajo: “Desde hace meses que la directiva de la SADP tenía conocimiento que no habría competencia para nosotras este 2022”, expone el comunicado. “Sabemos que desarrollar el fútbol femenino no es fácil, pero decir la verdad y hablar de frente sí lo es”. Luego de esto, varias de las jugadoras decidieron abandonar el fútbol. “Las primeras en respetarnos somos nosotras mismas y no queremos seguir rogando migajas”, concluyeron.
Y luego vino lo de Colo-Colo. A mediados de septiembre, Blanco y Negro, la sociedad anónima que administra al equipo, publicó un comunicado de prensa en que informaban la renuncia al equipo de Ysaura Viso, segunda goleadora de la Primera División chilena con 20 goles tras la jugadora de Universidad de Chile Sonya Keefe con 21. ¿Los motivos? De “índole familiar”. No pasaron ni 24 horas para que las jugadoras, unidas en una misma declaración, desmintieran el escueto comunicado de Blanco y Negro. Según detallaron, esas no eran las verdaderas razones de la renuncia de Viso, sino que se debía a un abandono por parte del club. Ysaura, jugadora extranjera en Chile, fue contratada en Colo-Colo con la promesa de, además de una remuneración, una “gestión de hospedaje y trámites necesarios para traer a su pareja”. Según informaron las futbolistas, el club no se hizo cargo de estos dos últimos puntos: “El club y la dirigencia no cumplieron con la búsqueda, ni papeleo para el hospedaje, siendo la misma Viso quien salió con varias de sus compañeras a las calles de Santiago, con la finalidad de conseguir arriendos disponibles”.

En el documento, las jugadoras exigen a Blanco y Negro que se “hagan responsables y enmienden el no cumplimiento de condiciones. Así como también, sea desligado (Luis Hormazábal) del fútbol femenino de Colo-Colo por su falta de ética profesional”.
“Ahora bien, nosotras nos preguntamos si perteneciera Ysaura Viso al plantel masculino: ¿hubiese sido necesario un comunicado como este? ¿Hubiese llegado sin hospedaje al país?”, se preguntaron las jugadoras de Colo-Colo.
Son futbolistas profesionales
El proceso judicial que enfrentó a cuatro exjugadoras de Everton de Viña del Mar contra el club por vulneración de derechos laborales y por su reconocimiento como trabajadoras fue catalogado por las futbolistas como uno altamente revictimizante. Durante el juicio, las jugadoras demandantes tuvieron que presenciar de forma repetida cómo los abogados del club denostaban la labor profesional que hacían representando esa camiseta. “Niñas aficionadas”, “son amateur” o que “son parte de la responsabilidad social empresarial”, fueron algunas de las declaraciones por parte de Everton hacia las jugadoras, quienes llevaban años representando al equipo viñamarino. Es importante recordar que el club ha ganado dos veces el campeonato nacional femenino y llegó a la final de la Copa Libertadores en 2010.

Sin embargo, e independientemente a lo señalado por Everton durante el juicio, a finales de septiembre, la Corte de Apelaciones de Valparaíso dio por cerrado el proceso judicial dándole la razón a las jugadoras, reconociendo el vínculo laboral que tenían con el club y condenándolo al mismo a tiempo a indemnizarlas.
Unos meses antes, en junio, la arquera de Deportes La Serena y ex seleccionada nacional, Paola Hinojosa denunció a través de redes sociales, luego de haber sufrido una dura derrota contra Universidad de Chile, el poco apoyo que recibían del club, quienes no permitían que las jugadoras calentaran en la cancha y las hacía entrenar sin luz. Días después, las dirigencias desvincularon a Hinojosa, lo que no solo causó revuelo mediático, sino que detuvo prácticamente al plantel completo. La gran mayoría de las jugadoras no se presentó a entrenar los días posteriores en señal de apoyo a la arquera. Si bien se llegaron a acuerdos que permitieron retomar los entrenamientos, Hinojosa no volvió al equipo. Tras ser contactadas por Revista Obdulio para evaluar los cambios en la situación en que se encontraban las jugadoras, algunas declinaron referirse abiertamente al tema por temor a represalias.

Otra de las denuncias que tuvo amplia cobertura en los medios de comunicación fue la realizada por las jugadoras de Santiago Morning en agosto. El partido que las enfrentaría a Deportes Antofagasta, que estaba programado para realizarse en el estadio Calvo y Bascuñán, terminó teniendo un retraso de casi una hora y media, pues la cancha había sido arrendada por una tercera parte. Esto obligó a las jugadoras a realizar la preparación deportiva en el hotel en que se estaban quedando, el que no contaba con las condiciones para hacerlo. Finalmente, el partido se realizó en las canchas de Lautaro, las que son usadas para partidos amateur. En su comunicado publicado en redes sociales, las jugadoras señalaron que era “evidente que la infraestructura no era apropiada. La cancha era de pasto sintético desgastado y tenía múltiples parches, lo que genera un gran riesgo de lesión. Por otro lado, se podía observar que no cumplía con las medidas reglamentarias”. Además, según indicaron, el camarín no era lo suficientemente grande para todas y tampoco contaba con baños ni duchas. “El calentamiento tuvo que realizarse en una multicancha de cemento. Es de amplio conocimiento que el cambio de superficies pone en riesgo la salud“, agrega el comunicado.

Violencias
En la cancha, los equipos de mujeres hacen lo mismo que sus pares masculinos. También ambos planteles entrenan y comparten la misma pasión. Sin embargo, la violencia que reciben las jugadoras es en base al género. La sentencia esgrimida por el Juzgado de Letras del Trabajo de Valparaíso en el juicio de las exjugadoras contra Everton de Viña del Mar también lo señaló: “… llamando incluso poderosamente la atención que esta situación o incumplimiento no se produce con el fútbol masculino, no obstante que se desarrolla prácticamente en las mismas condiciones que el femenino, lo que evidencia una distinción de trato negativo, basada en un criterio prohibido o sospechoso o una diferencia de trato no razonable”.
Las cifras que arrojó la Radiografía del Fútbol Femenino en Chile (2021), estudio realizado por la Universidad de Chile y la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino, también son una muestra concreta de las diferencias, las que también son percibidas por las futbolistas. Según el estudio, el 49% de las jugadoras entre 21 y 25 años dice haber observado con frecuencia o mucha frecuencia discriminación por género en la industria del fútbol, cifra similar en el tramo de 26 y 30 años (47,6%). En esta misma línea, el 93,9% de las jugadoras indica no creer que hombres y mujeres tienen las mismas oportunidades de desarrollo en su carrera de fútbol profesional.
Desde un punto de vista de acoso sexual, el 11,3% de las jugadoras entre 15 y 20 años indica que con frecuencia o mucha frecuencia le han hecho “bromas” de doble sentido, le han silbado o le han dicho “piropos” mientras entrena o juega un partido. La cifra prácticamente se mantiene en el tramo de 26 a 30 años (10,5%).
Considerando la violencia simbólica, y a diferencia de sus pares hombres, las jugadoras tienen la obligación de cumplir múltiples roles para poder dedicarse al fútbol. El 43% de ellas juega fútbol y estudia al mismo tiempo, mientras que el 27,9% juega fútbol y trabaja al mismo tiempo. Y un 18,5% de las futbolistas indicaron que juegan fútbol, estudian y trabajan a la vez. Esto sin contar las labores de cuidado y de trabajo no remunerado que las mujeres suelen cumplir.
En el fútbol femenino también hay un alto grado de informalidad, existiendo un 88% de jugadoras que solo tienen acuerdos verbales con su club y un 83% no recibe ningún tipo de remuneración. A pesar de esto, a la gran mayoría se le exige cumplir un horario de entrenamiento, cumplir un peso, porcentaje de grasa, llevar una dieta especial y son sancionadas si no cumplen con los requerimientos.
