11 de septiembre: futbolistas contra la dictadura de Pinochet

Carlos Caszely.

Hoy se conmemora otro aniversario del golpe de Estado chileno que dio origen a una de las dictaduras más violentas del cono sur. La violencia de Estado se focalizó en quienes eran considerados opositores por el régimen, incluyendo a adherentes del gobierno derrocado de Salvador Allende, entre quienes se encontraban varios futbolistas. En el siguiente reportaje, la historia de algunos de ellos.

La dictadura de Augusto Pinochet fue una de las más sanguinarias del cono sur: más de 30 mil víctimas directas, de las cuales más de 3 mil fueron personas ejecutadas o desaparecidas. Todo aquello sin considerar a las víctimas del exilio. Los primeros años de la dictadura fueron particularmente brutales, algo que era un secreto a voces y que hacía que aquellas que se declaraban públicamente en contra de lo que ocurría fueran pocas y apagadas; se sabía que cualquier acto de rebeldía podía tener consecuencias fatales. No obstante, desde todas las esferas de influencia, incluyendo al deporte, existieron quienes públicamente se declararon en contra del gobierno ilegítimo de Pinochet.

Leonardo Véliz

Leonardo Véliz.

Conocida era la simpatía que Leonardo Véliz sentía por el gobierno derrocado de Salvador Allende y la Unidad Popular. Era jugador de Colo-Colo en aquella época, parte del equipo que llegó a la final de Copa Libertadores meses antes del golpe de Estado y también parte de la selección chilena que disputó el mundial de 1974. Eso hacía que su fama fuera transversal. Su alto perfil puede haber sido una de las cosas que lo salvó, explica, pues no todos sus compañeros corrieron la misma suerte.

Para el día del golpe de Estado, Véliz, junto a sus demás compañeros de la selección chilena, se preparaban para enfrentar a la Unión Soviética en el partido de repechaje para la copa mundial de 1974. El viaje, planeado para el 11 de septiembre, se retrasó algunos días por la imposibilidad de ocupación de los aeropuertos para vuelos civiles. Durante el viaje, los jugadores, como es de costumbre, llevaban música para pasar el tiempo y Véliz llevó escondidos discos de Quilapayún y Víctor Jara, emblemas del movimiento de música popular Nueva Canción Chilena. Por suerte, recuerda, nadie le revisó el equipaje.

El partido contra la URSS, un hecho conocido, terminó a 0. A su regreso y tras reencontrarse con su familia, estos le contaron que su tío había sido detenido en el Estadio Nacional por la junta militar. Véliz marchó al estadio vestido con su camiseta de Colo-Colo, donde fue reconocido por los militares, quienes le dijeron que su tío estaba vivo y a los días fue liberado.

Hugo Lepe y Francisco “Chamaco” Valdés

Historia similar a la de Véliz vivió Chamaco Valdés, pero no con su tío, sino que con Hugo Lepe. Lepe, seleccionado chileno parte del equipo mundialista de 1962, arquitecto, presidente del Sindicato de Futbolistas Profesionales entre 1962 y 1967, y militante socialista, fue detenido por esto último y por trabajar directamente para Salvador Allende en el Ministerio de Obras Públicas. También estuvo en el Estadio Nacional.

La selección chilena que volvía de la Unión Soviética se enteró de la detención de Hugo Lepe a su regreso. El capitán de aquella selección era Francisco “Chamaco” Valdés, uno de los goleadores históricos de Colo-Colo y gran amigo de Lepe. Valdés, según cuentan jugadores que eran parte de ese mismo equipo, dijo que no se detendría hasta saber qué había pasado con Lepe, saber dónde estaba y lograr que se le pusiera en libertad. Según contó a Axel Pickett. conversación publicada luego en “El partido de los valientes”, pidió en su calidad de capitán de la selección audiencias con todas las personas que fueran necesarias para liberar a su compañero, incluyendo al mismo Pinochet. 

  • ¿Pinochet le dio audiencia?
  • Sí, porque yo era el capitán de la selección chilena, poh, tenía que hacerlo.

Valdés usó su fama transversal para conseguir credenciales que le permitieran entrar a todos los recintos en los que habían detenidos políticos. Tras un mes y medio, encontró a Lepe en el Estadio Nacional.

Quien no corrió con la misma suerte de Lepe fue Alfonso Reyes, médico de la selección y militante comunista. Además de su rol en el equipo nacional, Reyes entregaba asistencia médica gratis a gente de escasos recursos y simpatizantes de izquierda. Fue detenido en diciembre y lo mantuvieron así por 11 meses, siendo torturado en varias ocasiones, según cuenta Véliz.

Carlos Caszely

Carlos Caszely junto a Salvador Allende.

Quizás el caso más emblemático de aquel grupo de jugadores es el de Carlos Caszely, quien también era un reconocido simpatizante de la Unidad Popular y Salvador Allende. Tras la clasificación al mundial de 1974, Caszely fichó por el Levante español y al regresar a Chile para viajar, se encontró con el relato de su madre: detención, vejaciones y torturas por parte del gobierno militar sin siquiera saber por qué se le acusaba, de lo que se entiende que fue solo para castigarla por las inclinaciones políticas de su hijo. 

Para el viaje al mundial de Alemania, Pinochet, como la mayoría de los líderes del mundo y más aún de aquellos regímenes fascistas, decidió despedir en el edificio Diego Portales al equipo nacional. Allí, Caszely decidió no darle la mano al dictador, cruzándolas en su espalda. Ese sería su primer encuentro con Pinochet. 

El próximo encuentro fue para la despedida del plantel a la Copa América. Carlos decidió, tras consejo de su esposa, vestir una corbata roja para la reunión. Allí, según cuenta, se produjo el siguiente diálogo:

  • Te voy a cortar esa corbata roja.
  • No importa, en mi casa tengo más corbatas rojas.
  • Yo puedo mandar a cortar todas las corbatas rojas de su casa.
  • Las puertas de mi casa están abiertas para todos, pueden ir y cortarme todas las corbatas rojas, pero mi corazón sigue siendo rojo.

La historia de Carlos y su madre fue luego relatada durante la franja política del No para el plebiscito de 1988 en la que Chile votó rechazar a Pinochet. La despedida del fútbol de Caszely, llevada a cabo unos años antes, fue escenario de una de las protestas públicas más recordadas de la época, con gran presencia de militantes comunistas que gritaban “¡Y va a caer!”.

Raimundo Tupper

Raimundo Tupper.

La historia de Tupper era completamente contraria a la de los exjugadores de Colo-Colo. Más joven y de orígenes más acomodados, se le recuerda como un muy buen lateral y uno de los ídolos de Universidad Católica. Este era el club de fútbol de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la universidad que nace a finales del siglo XIX como bastión del pensamiento conservador para enfrentar al laicismo que representaba la casa de estudios de la Universidad de Chile. No extrañó entonces que, para el plebiscito de 1988, la dirigencia del club le pidiera al plantel apoyar públicamente a Pinochet y al Sí. Marco Cornez, portero de ese equipo, recuerda que, tras la petición, “Raimundo se para y dice ‘no, yo no voy a votar por él porque soy del otro bando’. Todos pusimos una cara y fue como ‘uff, qué valiente decirlo así’ cuando ninguno de nosotros, que éramos los más experimentados, nos atrevimos. Así recuerdo a Raimundo”.

“Esos eran unos tiempos difíciles -prosiguió-, no era llegar y hablar”.

Relatos de futbolistas mujeres contra Pinochet

“No existe ningún registro, fuente o trabajo investigativo desde las ciencias sociales y la historia que haya tratado sobre mujeres deportistas que hayan luchado contra la represión de la dictadura o hayan sido parte de los movimientos políticos de la época anterior de la unidad popular”, explica Carolina Cabello, socióloga del deporte e historiadora. “Sin embargo, como en toda la historiografía de las mujeres, sabemos que eso no significa que las mujeres no hayan estado presentes tanto en la lucha revolucionaria de resistencia como en el deporte”. 

Los primeros partidos femeninos, según explica Cabello, preceden con largueza al golpe de Estado. De hecho, el primer encuentro de fútbol femenino en el Estadio Nacional ocurrió en 1972 y tuvo amplia cobertura medial. Tras la llegada del gobierno de Pinochet, no obstante, el crecimiento del deporte femenino que se había observado en las décadas previas disminuyó de manera importante y tanto el deporte como la cobertura mediática de las mujeres deportistas se reduce casi a la clandestinidad. “El silencio estructural que existe respecto a estas mujeres nos brinda el espacio para tener un nuevo desafío que implique más investigación y más trabajo riguroso en descubrir, visibilizar y encontrar a mujeres que hayan cruzado ambos campos, que hayan sido parte de movimientos políticos y también parte importante del deporte nacional”, cierra.

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