El tráfico infantil en la voz de Mo Farah

Hace algunos días se estrenó en el canal de televisión inglés BBC One el documental “The Real Mo Farah” sobre la vida del atleta del mismo nombre que, tras haber llegado como refugiado de Somalía al Reino Unido, se convirtió en uno de los atletas más importantes de la historia de ese país. O así al menos decía la historia oficial, pues en la pieza audiovisual Farah reveló que en realidad llegó a Europa como víctima de tráfico infantil y de trabajos forzados cuando tenía menos de 10 años.

Sorpresa en el mundo del deporte causó la relevación de Mo Farah, la leyenda británica de atletismo y el primer atleta de esa nacionalidad en ganar dos oros olímpicos en la misma competición, sobre su llegada al país europeo. Hasta hace unos días, la historia oficial de Farah (cuyo nombre real es Hussein Abdi Kahin) era que a los 9 años, había viajado con sus padres desde Somalia en calidad de refugiado. 

Farah nació en lo que hoy es conocido como Somalilandia, una región que se autorreconoce como independiente de Somalia, pero que no es reconocido como tal por la comunidad internacional. Su declaración de independencia de 1991 se gestó tras una guerra civil que tuvo inicio diez años antes y que logró su objetivo tras la caída del gobierno de Somalia encabezado por Siad Barre.

El padre de Farah fue víctima de la violencia civil en Somalilandia, muriendo cuando Mo tenía cuatro años. Cuatro años después, fue llevado a vivir con parte de su familia a Yibuti, país vecino de Somalilandia hacia el noroeste. Desde allí, cuenta, fue llevado por una mujer que no conocía a vivir con “familiares en el Reino Unido”. Fue esa misma mujer quien le entregó documentos en los que el nombre Hussain Abdi Kahin habían sido cambiados por los de Mohamed Farah, la identidad con la que se le ha conocido hasta ahora y con la que incluso se le otorgó el grado de Sir en 2016, tras sus victorias en 5 mil y 10 mil metros en los juegos de Río. Mohamed Farah no es un nombre inventado por el deportista. De hecho, el verdadero Mohamed Farah, la identidad usada para comprar los pasajes de avión, también vivía en Somalilandia durante esa época y hoy tiene 39 años y está estudiando en la Universidad Aydin de Estambul en Turquía.

Fue tras su llegada al Reino Unido cuando las historias reales y oficiales se separaron por completo. Unos días después del aterrizaje, la mujer que había llevado a Farah al Reino Unido rompió el papel donde estaba la información de contacto de sus familiares en aquel país frente a sus ojos. “En ese momento supe que estaba en problemas”, explicó. Fue ella quien le puso a trabajar en cuidados infantiles y de hogar a cambio de comida, bajo la amenaza de que si hablaba, nunca más volvería a ver a su familia. No fue parte del sistema escolar británico hasta luego de algunos años de su llegada, donde la familia que lo tenía a la fuerza estableció la historia de que había llegado de Somalia como refugiado de guerra. Hoy, Farah se reconoce a sí mismo como víctima de tráfico.

La historia de Farah terminó y comenzó cuando le contó a uno de sus profesores de educación física -el primero en reconocer su talento en atletismo- que había sido llevado a Inglaterra sin su consentimiento y que además estaba siendo forzado a trabajar. Su profesor contactó a Servicios Sociales, quienes ayudaron a reubicarlo con otra familia somalí. “Todavía extraño a mi verdadera familia, pero desde aquel momento todo se hizo más llevadero”, reconoce el atleta.

“Muchas personas han vivido y viven lo mismo que yo. Lo que me salvó, lo que me hizo diferente es que yo puedo correr”, explicó al documental “The Real Mo Farah”, con el que por primera vez se hizo pública su historia. Su estado como deportista probablemente tenga influencia en sus posibilidades de mantener la ciudadanía británica: en aquel país, se puede retirar la ciudadanía otorgada por motivos de refugio si esta fue obtenida a través de medios no verdaderos, lo que fue confirmado por las autoridades británicas. No obstante, también se ha dejado entrever por medios oficiales que las posibilidades de que esto le ocurra a Farah son muy bajas. Probablemente, su historia sería distinta de no haber conseguido logros de nivel mundial en su disciplina.

El tráfico de personas desde países africanos o asiáticos a Europa no es tampoco algo tan fuera de lo común, dadas las importantes relaciones comerciales y políticas que existen entre los países de este continente y quienes fueron anteriormente sus colonizadores -de hecho, Somalilandia está intentando desde 2009 ser parte de la Mancomunidad de Naciones (Commonwealth en inglés)-. El asunto es tan serio que en 2018, Naciones Unidas potenció un acuerdo entre fiscalías africanas y europeas para desbaratar redes de tráfico humano entre estos continentes. Un fenómeno que no está lejos tampoco de América Latina: Naciones Unidas ha encontrado diversas rutas de trata de personas en esta parte del mundo, entre las que se incluyen traslados forzados a América del Norte, Europa, Asia y Medio Oriente. El deporte profesional atrae particularmente a jóvenes de sectores vulnerables que ven en éste un potencial para salir de la pobreza, por lo que no puede descartarse que otras personas hayan sido atraídas a Europa bajo el sueño de a su familia ayudar.

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