Increíble, pero puede que haya buenas noticias

Por Jorge Salvador
Asociación de Hinchas Azules

La caída libre que desde hace años sufrimos hinchas de la U cada semana, cada mes, cada temporada va tornándose tan natural como cotidiana. Una combinación entre escándalos extradeportivos, malos resultados, caos dirigencial y evidentes malas decisiones, se han vuelto un pobre espectáculo al que nos habituamos; aprendimos a vivir con Azul Azul S.A. como convivimos con la pandemia.

Lentamente, las figuras que crearon el mito fundacional de nuestra grandeza, el Ballet Azul, dejan este mundo y nos encontramos sin nada que ofrecer para un futuro, heredamos la historia, los colores y los símbolos de forma arrendada. La U como tal no nos pertenece mientras que la concesionaria pone en peligro el valor inmaterial de una institución que les precede y, esperamos, le sobreviva.

El periodismo deportivo de los grandes medios de comunicación critica tímidamente decisiones específicas sobre resultados temporales, pero jamás, o casi nunca, ha puesto sobre la mesa el descalabro orgánico del modelo que gestiona el fútbol profesional chileno. Este último ya se encuentra con sociedades controladas por agentes o representantes, intromisión masiva de casas de apuestas, escándalos en materia de arbitraje y además, lo único que pareciera importarles, pésimos resultados deportivos que se traducen en negativos balances financieros.

Dicho todo lo anterior parece inverosímil que alguien proponga tener buenas noticias. Pero efectivamente, este es el caso. La semana pasada, la Convención Constitucional aprobó en el pleno el artículo que refiere al deporte (Art N°22); en concreto, el inciso que busca asegurar la participación democrática y vinculante de sus organizaciones. ¿Qué significa esto en los hechos? Aún no lo sabemos del todo, pero abre una luz de esperanza que no se tenía: permite visualizar en un mediano plazo la posibilidad que los y las hinchas ocupen un lugar en la toma de decisiones de los clubes.

Esto es una buena noticia, primero, para las personas que buscaron, promovieron y lograron que la nueva constitución consagre estos principios dentro de la práctica deportiva profesional. A todas ellas vaya nuestro saludo y admiración. Por otra parte, para todas las personas que aman, siguen y construyen clubes deportivos, pues les aseguraría un lugar central en los destinos de sus instituciones, dejando las decisiones no solamente sujetas a balances comerciales o la mera especulación bursátil, tan corrosivas ambas en la esfera del fútbol mundial.    

Todos y todas sabemos qué camino debe seguir la nueva constitución para lograr reemplazar la impuesta por la dictadura cívico-militar. Nuevamente está en nuestras manos la posibilidad de traer aún más buenas nuevas. 

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