
El viernes 31 de marzo se promulgó la ley que obligará a las sociedades anónimas a contratar a sus jugadoras, profesionalizando en la práctica al fútbol femenino. Un proceso que no ha estado exento de altibajos, pero que a juicio de Camila García, directora de la ANJUFF, ha valido completamente la pena. Sobre la ley, su significado, la reacción de los clubes y la entrega de fondos públicos a las sociedades anónimas conversamos en la siguiente entrevista.
Con la presencia del presidente Gabriel Boric y de la selección mundialista sub-17, el viernes 31 de marzo se promulgó la ley que obligará a las Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales a contratar a sus planteles femeninos de manera gradual en un plazo de tres años. La ley, que comenzó su tramitación en marzo de 2019, además contempla el fin de la tercerización del fútbol femenino y la entrega de fondos públicos en modo de subvenciones a las sociedades anónimas que postulen proyectos de fomento al fútbol femenino.
Mientras que en general las jugadoras celebran, fueron algunos clubes los que no compartieron esa felicidad. Uno de los principales detractores a la ley es Luis Baquedano, gerente general de Unión Española, quien indicó que era un tema complicado, pues “implica una planilla más”. En esta misma línea económica, está Pablo Hoffmann, presidente de O’Higgins, a quien se le llamó la atención por haber reaccionado de mala manera a una exposición de la subgerenta del fútbol femenino de la ANFP Constanza Minoletti.
Sin embargo, hay otros clubes que, si bien saben que la implementación de la ley será un desafío, creen que es un pasó relevante. Así lo creen desde Universidad de Concepción: “Jurídicamente somos un club responsable con las reglas del país. Frente a una ley, vamos a cumplir. Más allá de eso, es bueno tener al fútbol femenino. Y queremos que esté a la altura”. Distinto es el caso de Colo-Colo y Santiago Morning, clubes que tienen camino recorrido. Desde el club albo resaltaron que “sin la necesidad de la ley, nosotros cumplimos ya la segunda etapa de sus exigencias”.
Como sea el caso, desde la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (ANJUFF), propulsoras de la iniciativa, están felices, pues no esperaban que la aprobación de esta ley fuera tan rápida. Camila García, directora de la asociación y que fue elegida hace unas semanas como vicepresidenta de FIFPro (sindicato mundial de futbolistas), explica que fue un camino muy largo y que hace cinco años era impensado estar celebrando este momento. “Desde que se dio la discusión en el senado a fines del año pasado, vimos que la recta final estaba ahí, pero venía el periodo de receso parlamentario, entonces esperábamos que marzo fuera el mes y trabajamos como locas para que los parlamentarios lo tomaran como compromiso”.
¿Estuvo la duda de que, habiendo llegado tan lejos, se presentaran más indicaciones y hubiera que volver a comenzar?
En el senado estuvo un poco duro porque fue como reiniciar. Te enfrentas a parlamentarios que por primera vez están viendo esto. En la cámara ya habíamos evangelizado, estábamos avanzando y después todo de nuevo. Y con las mismas excusas que usaron al principio las y los diputados, en el sentido de “bueno, si el código del trabajo no distingue entre hombres y mujeres, ¿por qué tenemos que tener esta ley?”. Ahí volvió a reflotar la idea de que esta ley no era realmente necesaria. Y es que, dado que nadie quería reconocer la relación laboral de las jugadoras, se hacía necesaria.
¿Cómo vivieron el proceso de construcción y discusión de la ley?
Fue un carrusel de emociones. Al principio, esto fue una iniciativa de la diputada Érika Olivera e inspirada por las jugadoras que venían antes de nosotras dando la pelea. Esto fue en marzo de 2019. Nuestras primeras intervenciones fueron en noviembre o diciembre de ese año. La propia realidad nos dijo que los proyectos de ley son tremendamente lentos: solo la primera discusión, desde su inicio, fue un año después. Obviamente apoyamos esta iniciativa, fuimos las principales propulsoras, pero no podíamos descansar en esto porque no sabíamos cuántos años iba a durar. No podía ser nuestro único camino para que las jugadoras fueran reconocidas como trabajadoras. Me acuerdo que en esas primeras intervenciones estuvieron también el SIFUP, representantes de los clubes, Santiago Morning, gente del área de la salud y la Inspección del Trabajo. La inspección, en esos momentos, hablaba de que el fútbol femenino se encontraba en un área gris entre lo profesional y lo amateur, y que la misma dirección no zanjara esa discusión fue complejo. En el 2020 habían otras prioridades políticas, así que no avanzó el proyecto y en 2021 lanzamos la Radiografía del Fútbol Femenino en Chile que fue el primer levantamiento serio de datos que nos permitió mostrar la realidad. Me acuerdo de Érika Olivera diciendo que la radiografía fue un catalizador de la ley, fue un antes y un después. Antes era una discusión un poco etérea y ahora por primera vez estábamos hablando con datos concretos. Ahí, en esas mismas sesiones salió la posibilidad de que se mejorara y se reescribiera esta propuesta de proyecto de ley y se diera más especificidad. Se hizo una comisión de trabajo con Érika, el equipo legal del Ministerio del Deporte y nosotras, para presentarle a la Comisión de Deporte una nueva propuesta del proyecto. Ahí se incorpora por primera vez, aparte del reconocimiento, este período de transición de tres años para implementar gradualmente la profesionalización y la posibilidad de acceder a fondos públicos.
Mencionaste que habían otros caminos para alcanzar la profesionalización, ¿cuáles eran?
En paralelo, el 2021 apoyamos a las jugadoras de Everton. Ellas demandaron al club por el reconocimiento del vínculo laboral. Ahí pensábamos “bueno, si no resulta la ley, esto puede ser un canalizador de lo que nosotras queremos”. Las demandas eran una idea, también volver a la inspección del trabajo u otros caminos, pero teníamos claro que la ruta era legal. Y finalmente termina saliendo antes la ley, algo que en ese momento no lo veíamos como tan cercano. Las jugadoras de Everton siguen en el proceso de demanda y esperamos que sea un fallo positivo para ellas, sobre todo por lo que ha pasado ahora, porque fueron muy valientes en demandar, con todo lo que significa eso.
¿Pensaron la radiografía como apoyo para este proceso?
No la hicimos pensando en la ley, pero sí como un instrumento político que nos entregara datos que respaldaran todo lo que decíamos y sabíamos porque lo vivimos. Para alguien que no está en el mundo del fútbol es muy difícil hacerse la idea si no lo apoyas con datos concretos. Siempre fue pensado para utilizarlo y para fortalecer nuestra posición. La ley viene a reconocer que son trabajdoras, pero hay mucho más que eso, como las condiciones laborales, la discriminación y otras cosas que van de la mano, como un espacio de trabajo más sano.
Sobre la ley misma, ¿cómo evalúan esa entrega de fondos públicos a las sociedades anónimas dominadas por grandes conglomerados?
Entiendo esa reticencia. Nosotras apoyamos esa modificación porque nos parecía razonable que no solo hubiera un periodo de transición, sino que también incentivos. No era tan obvio que todos los clubes se fueran a subir al carro de la profesionalización. No solo iba a ser útil para los clubes, sino que genera un incentivo para enganchar, de cierta manera. No es eterno tampoco, son cinco años de espacio para que puedan postular a estos fondos. Y me gustaría hacer esa precisión: no es que se les den automáticamente fondos públicos a los clubes, sino que son fondos que tiene el ministerio y a los que tienen que postular y pasar por la respectiva revisión. Los obliga a decir “bueno, dentro de cinco años yo no voy a tener esos fondos, entonces tengo que desde hoy empezar a planificar cómo va a ser el desarrollo de la rama, cómo voy a traer otras líneas de inversión”, algo que hoy no sucede. Por otro lado, tampoco le daría tanta vuelta porque el fútbol masculino históricamente también ha tenido subvención del Estado para funcionar. Es cosa de mirar todos los estadios que han sido tradicionalmente ocupados por el fútbol masculino y han sido pagados por el Estado. La seguridad también ha sido subvencionada por el Estado. No me parece sorpresivo, la verdad, me parece razonable que exista este apoyo.
¿Qué esperan de la fiscalización, en ese sentido? Han habido polémicas, por ejemplo, dineros para el fútbol joven que tuvieron otros fines.
Ahí habría que hacer la distinción entre los fondos y la implementación de la ley. La implementación de la ley obviamente va a tener que correr por los mismos canales que corre la implementación del Código de Trabajo del fútbol masculino. Va a ser la ley, la Inspección del Trabajo y la justicia las que tendrán que, con ayuda de nosotras, fiscalizar esta implementación. Nosotras esperamos que la federación tenga un rol importante y creo que todos tienen su rol en la fiscalización. Pero, por ejemplo, en los fondos del Estado hacia los clubes, va a haber un proceso de concurso, de revisión y fiscalización sobre los proyectos y si no son para lo que está pensado, seguramente no se los van a volver a dar. No creo que sean tan cortos de vista como para hacer mal uso de esos fondos.
¿Cómo creen que será la reacción de los clubes? Han salido algunos dirigentes diciendo que solicitarán que los campeonatos duren menos o que piensan eliminar todos los beneficios que no tienen que ver con sueldo.
Era esperable esa reacción desigual por parte de los clubes. Nunca deja de llamar la atención la audacia de algunos. Leí una declaración que decía “no he leído la ley, me voy a ocupar de eso el viernes, pero te puedo decir que es una mala ley”. O sea, el nivel… una mujer nunca diría eso (ríe). Pero en general, como decía, es una invitación a que se comprometan a que la torta sea más grande. Creo también que sabían que la profesionalización iba a suceder temprano o tarde. Que se haya dado en estas condiciones creo lo hace muchísimo más favorable que a que hubiera salido por la inspección del trabajo o por el fallo de un tribunal, principalmente porque da este periodo de transición y entrega fondos públicos. Es una situación ideal para generar este paso que significa la profesionalización. De otra manera, sería mucho más disruptivo para ellos y sin ninguna certeza, algo que creo que elimina la ley.
En ese sentido, ¿cómo esperarías que fuera la industria de aquí a cinco años, una vez terminado el plazo de transición?
Esperaría que fuera principalmente un campeonato muchísimo más competitivo de lo que es hoy día. Como se sabe, hay una desigualdad deportiva tremenda entre los equipos que están arriba y los que están más abajo. Ojalá sea, en general, más profesional. No solo hablo de las jugadoras, sino que los dirigentes y todo el cuerpo técnico detrás de estos equipos. Cuando ya estás obligado y motivado a invertir en esto, obviamente, una es más cuidadosa con su dinero, entonces también vas a poner a gente más capacitada en cargos dirigenciales, en el tema médico, en el tema técnico. En general, debería producirse una profesionalización no solo en cómo tratamos a las jugadoras, sino que en todo el ecosistema del fútbol femenino en Chile. No sé si lo vamos a ver en cinco años, pero esperaría que en los próximos 10 años se avance en esa dirección.
¿Cómo consideras que va a cambiar la experiencia de las niñas que van a ver el fútbol los próximos años sabiendo que se puede ser profesional, con respecto a como lo vivieron ustedes, pensando que incluso hace 30 años estaba prohibido en algunas partes que las mujeres jugaran fútbol?
Es impresionante eso y mucha gente no lo sabe. Cuando me preguntan por qué subsidiar al femenino, digo ¡porque lo hemos prohibido! ¿Cómo no lo vamos a subsidiar? Yo creo que va a ser un antes y un después para las niñas y nuevas generaciones. No solamente ahora van a soñar y aspirar a ser como la Tiane, la Fernanda Pinilla o las referentas que hay hoy día, sino que por primera vez se lo van a plantear como una carrera, algo que para nuestra generación, o yo en particular, jamás lo soñé y si lo soñaba era para compartir cancha con los hombres. Yo soñaba con jugar, no sé, Barticciotto era más grande que yo, pero con los referentes del fútbol masculino de hoy, jamás pensé que con mujeres. Creo que el que cambie la dinámica también ayuda a disipar esa discriminación en términos laborales, en los colegios y en todo ámbito, pero espero que también ayude a disipar muchos de los mitos y estereotipos que hay alrededor del fútbol femenino y que están muy plagados de homofobia y de machismo que cubren de alguna manera esta cultura ultra masculinizada que es el fútbol. Espero que frente a esta nueva visibilidad y este nuevo trato que se le va a dar, que las mujeres ya no tengan miedo de decirle a las familias “quiero ser futbolista”, o jugar a la pelota simplemente porque me gusta. Un futuro más amable para las niñas y nuevas generaciones y aspiraría a que esta ley ayude en alguna medida.
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Camila no deja de sonreir mientras habla de ANJUFF y los logros y luchas de este grupo de mujeres. Más hoy, cuando esta lucha se ha visto reflejada en una ley de la república. “Parezco que estoy vendiendo a la ANJUFF -dice-, pero es una sensación de orgullo en el sentido de que no hay otro organismo que reuna a deportistas mujeres en Chile, y creo que eso ha contribuido no solo a nuestro deporte, sino que a decir que se pueden mejorar las condiciones de las mujeres en general con organización y con levantar la voz de las propias jugadoras. Estamos muy emocionadas. Cuesta no mirar este hito y mirar para atrás… tantos malos ratos….
Pero valió la pena…
Valió la pena.