Gol de mujer

Foto: Facebook Corporación Santiago Wanderers.

Por Carolina Cabello Escudero
Socióloga e investigadora deportiva de Formiga

El pasado 8 de enero fue un día para enmarcar en la historia de Santiago Wanderers de Valparaíso y en la historia del movimiento de mujeres y feminista porteño. Esto porque, tras 130 años de historia, las wanderinas organizadas logramos obtener importantes resultados en las elecciones de la Corporación Santiago Wanderers, alcanzando doble primera mayoría en los votos.

Estos resultados, se traducen en que Angélica Escudero sea la primera presidenta mujer del directorio del club en toda su historia, marcando un punto de inflexión respecto del pasado en que primaron siempre las hegemonías masculinas. Junto a Angélica también estará Francisca Burgos sentada en la mesa dirigencial del Decano, quién salió electa directora del club gracias al carácter democrático de la institución caturra. Por otra parte, los buenos resultados se extendieron hasta el Tribunal de Honor, donde se logró la primera mayoría y presidencia, con lo que el órgano jurídico y técnico quedó conformado por mayoría femenina.

Si bien, la historia de Santiago Wanderers, tanto institucional como deportivamente, debe mucho a poderosas e influyentes dirigentas históricas como Graciela Molina (primera socia del club de acuerdo al libro de García Omnes), Carmen de Marco o Inés Peña, lo cierto es que esas experiencias han sido históricamente invisibilizadas, pasando a formar parte de un relato muy poco conocido que sólo gracias a la investigación histórica comprometida con la justicia femenina, se ha podido rescatar.  

Entendernos como herederas de una historia de mujeres futboleras y wanderinas es fundamental para entender quiénes somos, de dónde venimos, hacía dónde vamos y cuáles son los desafíos que tenemos. La exclusión del fútbol implicó también una exclusión simbólica con la cual crecimos miles de mujeres futboleras, creyendo que era natural no formar parte de los relatos oficiales o que nuestra participación debía responder a labores domésticas o secundarias. El fútbol chileno se desarrolló como un espacio androcéntrico que tomó al hombre como el sujeto hegemónico de las experiencias, como medida universal de todos los logros y resultados deportivos. Y no es casual que nos dejen fuera, puesto que tiene que ver con la división sexual del trabajo, con el capitalismo, con el mercado; tiene que ver con el control de nuestros cuerpos, pensados exclusivamente para la maternidad y las tareas de cuidado.

Una respuesta potente para hacer frente a la batalla cultural ha sido la grupalidad, el colectivizar las demandas y politizar las experiencias de las mujeres, es decir, utilizar el feminismo como una respuesta revolucionaria frente al patriarcado en el fútbol. El feminismo nos ha enseñado muchas cosas, entre ellas, que ninguna causa la ha ganado una mujer sola. No hay nada mejor para una dirigenta que otras dirigentas; nada mejor para una futbolista que otra futbolista. Si una mujer cambia, cambia ella. Pero si cambiamos todas, cambia el género.

Ver el deporte con conciencia de género y con conciencia política nos invita a transformar la realidad, nos llama a pensar instituciones más justas construidas por mujeres desde el respeto y el amor por nuestros clubes. En este sentido, el deporte es una herramienta vital para erradicar la violencia de género porque es el lugar donde se generan los sentidos comunes. Hoy, con nuevas dirigentas a la cabeza de la Corporación Wanderers, podemos transformar esos sentidos comunes. Desde ahora, todas las niñas y niñes del club pueden soñar perfectamente con algún día no sólo ser futbolista, sino también presidentas u ocupar cargos importantes en el club que aman.

Tras dos años de la conformación de la Comisión de Género Graciela Molina, las mujeres wanderinas hemos logrado construir una agenda de género que alcanza los principales órganos de la Corporación Santiago Wanderers. Un logro político importante, ya que demostramos a través de las consultas colectivas que las luchas feministas en el fútbol son legítimas y no responden sólo a afanes individuales. Evidenciamos que los cambios que están ocurriendo en la sociedad alcanzan también nuestro espacio futbolero, en donde debemos saltar al espacio público y ser protagonistas de estas jugadas transformadoras. De esta manera, consideramos que estamos pavimentando el camino para que niñas y niñes del futuro vivan un fútbol libre de violencia de género y no tengan que soportar las injusticias y discriminaciones que hemos vivido históricamente las mujeres y disidencias que nos posicionamos en este campo social que es el deporte.

Más de un siglo nos ha costado a las mujeres ganar espacios en las estructuras del fútbol, ahora nos toca transformarlas y qué mejor que trabajando para convertir un golazo de mujer.

Integrantes de la Comisión de Género Graciela Molina.
Fotografía por Manne Stoller.

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