
Por Álvaro G. Valenzuela Pineda
Asamblea Hinchas Azules
Universidad de Chile sigue en una total y absoluta caída libre en muchos aspectos, los cuales derivan en un presente futbolístico lamentable del equipo masculino. Esto se grafica y representa en el único punto ganando de los últimos 27 en disputa.
Ese punto es muy importante discutirlo porque la mala cosecha en el torneo local no es la causa de los problemas azules. Muy por el contrario, es la consecuencia de una serie de errores que tienen al equipo masculino peleando en serio el cupo a la promoción y descenso directo.
Las causas de esta debacle deportiva vienen desde la concepción del sistema que administra los clubes en Chile. El sistema de sociedades anónimas deportivas no fue capaz de prever las situaciones que ahora se están dando en Azul Azul, una institución que debería ser hiperregulada y solo ha acumulado pérdidas económicas en el último tiempo. No solo eso, la escandalosa venta del paquete mayoritario de acciones que estaba en manos de Carlos Heller ha desnudado la falta de transparencia de una operación en que ni aun la universidad (dueña del nombre del club) ha podido conocer a los reales operadores, menos lo sabemos los y las hinchas del equipo.
Si no hay transparencia en algo tan básico como la identidad de accionistas, menos se puede esperar algo que escasea hace mucho rato en el Centro Deportivo Azul (CDA): un proyecto deportivo serio. De hecho, a esta altura cualquier tipo de proyecto podría servir. Pero la falta de alguna ruta a seguir, de algún plan a tomar en cuenta, de alguna guía en la cual se desarrolle una base deportiva llega a parecer incluso negligente. ¿Qué busca Azul Azul? ¿Cuál es su plan de trabajo?
No hay un proyecto serio, no hay claridad sobre quiénes son los accionistas, no hay vinculación con la institución dueña del nombre ni con los y las hinchas azules. En ese escenario tan complejo no extraña el presente en la tabla de posiciones del equipo masculino. Tampoco parece curioso que por tercer año consecutivo Universidad de Chile tenga tres entrenadores en una misma temporada y que, a pesar de los cambios de nombres, en la cancha se siga apreciando un equipo sin alma, sin convicciones y totalmente a la deriva.
En el actual momento laico, nadie, excepto algunos jugadores y el DT de turno dan la cara. Parece ser que en las oficinas de La Cisterna no existe ningún directivo, ningún otro funcionario o algún gerente que pueda entregar respuestas. El equipo y su cuerpo técnico están totalmente abandonados a su suerte, exponiéndose a la crítica constante y al escrutinio público de un medio que mira con horror cómo una de las instituciones más importantes del fútbol chileno vive un verdadero vía crucis en que su única estación final parece ser el descenso.
Falta cariño, falta amor por la U, falta saber de fútbol, falta saber de la historia azul. Posiblemente en el segundo piso del CDA, en esas afortunadas oficinas que miran a las canchas verdes, hay mucho dinero, hay muchos títulos de universidades y carreras pomposas, hay mucha experiencia en negocios y mercados financieros. Pero aseguro que saben tanto de esta institución como lo pueden saber sobre la vida inteligente en Marte. No podemos culparlos, porque no nos conocen, no conocen a la U, no conocen a sus hinchas, no conocen la historia de esta institución y lo que genera en millones de personas en el país. Saben poco del romántico viajero tal como saben poco del Chile real. Todo, absolutamente todo vuelve a llegar al punto central, la falta de participación de los y las hinchas del club, reales amantes del escudo y de la U roja en el pecho. Sin ellos, sin ellas, la institución seguirá a la deriva.