
La ajedrecista y convencional constituyente del distrito 15, además de recordar a las deportistas y la discriminación de género con la que estas conviven a diario, también ahondó sobre la importancia de que el trabajo de cuidados quede reconocido en la nueva constitución.
Prácticamente fueron cuatro jornadas en que las y los convencionales constituyentes emitieron discursos inaugurales para lo que ya será el trabajo de las siete comisiones temáticas que abordarán distintas aristas de la nueva constitución. En este contexto, la ajedrecista nacional Damaris Abarca, quién también es coordinadora de la comisión de Derechos Fundamentales, recordó en su discurso a deportistas históricas chilenas. Compartimos un extracto:
Compañeras y compañeros convencionales, trabajadores de la Convención, mi querido distrito 15, pueblo de Chile, buenas tardes.
Soy Damaris Abarca González Rengina, ajedrecista y madre por decisión. La comunidad sorda me bautizó con esta señal (hace gesto) que significa la sonrisa del ajedrez. ¡Y qué revelador! Como si en un par de minutos sistematizaran en esos gestos lo que soy y la hermosa vida que el ajedrez y el deporte me han entregado. Pero, obviamente, mi sonrisa no estaba allí. No estuvo allí cuando a los 14 años no alcanzó la rifa que hicimos en el liceo para poder participar en el Mundial de Grecia, al cual había clasificado. No estuvo allí cuando me decían que jugaba como niño y luego como hombre porque lo hacía bien, porque en esta sociedad lo masculino ha sido lo validado y lo femenino, menospreciado. No estuvo ahí mi sonrisa cuando fui creciendo y recibiendo acoso sexual en las calles, en los trabajos, en el propio deporte o cuando un amigo intentó abusarme. Menos cuando supe que éramos muchas quienes compartimos las mismas historias, las mismas malas experiencias, los mismos pesares.
(…)
Hoy le quiero hablar a las mujeres, a las jóvenes, a la campesina, a esa mujer que siembra y cosecha la fruta, mujeres que exponen sus cuerpos a venenos, plaguicidas e insecticidas que contaminan todo: las aguas, los campos, la tierra y las células nuestras. A todas nosotras que no podemos decidir sobre nuestros cuerpos, pero sí lo pueden hacer otros. Le hablo a la dueña de casa, a mi abuela, a la vecina que me cuidó en la infancia, a la que cocina, lava, cuida y no deja de cuidar, porque tu trabajo tiene valor y eso lo vamos a reconocer y asegurar.
Les quiero hablar de las deportistas de todas las disciplinas y generaciones. A las que por años nos regalaron honor y gloria; como Anita Lizana, la primera y única tenista chilena en ganar un Grand Slam; o Ismenia Pauchard, la mejor basquetbolista chilena de todos los tiempos, que encontró la muerte en las manos del hombre que era su gasfiter, el que luego de 8 años de cárcel está en libertad. Les quiero hablar de la inigualable Marlene Ahrens, la única chilena en obtener una medalla olímpica, que fue víctima de abuso sexual por un directivo federativo a quién denunció, pero no hubo sanción alguna para él, y lo que sí lograron fue alejarla a ella de la jabalina.
Vamos a escribir una constitución democrática plurinacional, feminista, inclusiva y ecológica. ¿Qué duda cabe? La escribiremos por ellas, por ellos, por Ámbar, por cada sonrisa nacida en las movilizaciones, por la esperanza. Escribiremos la alegría de nuestros pueblos y la defenderemos, en el afán de Benedetti, defenderla como un derecho, defenderla de Dios y del invierno, de los apellidos y las lástimas. No habrán más años de alegría negada porque hoy nosotras construimos nuestro destino juntas y abrazadas.
El discurso completo está disponible aquí: