Recintos deportivos que Pinochet usó como centros de detención, tortura y exterminio

Foto por María Francisca Torres

El 11 de septiembre de 1973 tuvo inicio una de las dictaduras más sangrientas que ha visto el cono sur. Al mando de Augusto Pinochet, el ejército chileno derrocó al gobierno democrático de Salvador Allende y persiguió a sus partidarios y partidarias para extirpar lo que el general Gustavo Leigh llamó “el cáncer marxista”. 

La retórica utilizada por Leigh, integrante de la junta militar de gobierno, no fue sino señal de lo que ocurría en el país: decenas de miles de detenciones de carácter político, muchas personas desaparecidas y ejecutadas, además de cruentas torturas y la eliminación de todo espacio democrático. 

Para lograr su cometido, se establecieron prisiones políticas en todo el país. Regimientos, casas, fundos particulares y terrenos baldíos fueron usados como campos de concentración. También recintos deportivos en todo el país. Algunos de esos lugares se han convertido, luego del regreso a la democracia, en sitios de memoria para recordar lo ocurrido y potenciar el mensaje “para que nunca más”. No obstante, eso no es la norma. Menos todavía para los centros deportivos que tuvieron ese destino.

Desde Antofagasta hasta Punta Arenas, recogemos las visiones de organizaciones de memoria que han estado insertas en el circuito de la defensa de los Derechos Humanos en el país y que han impulsado proyectos relacionados a la recuperación de la historia en recintos deportivos que fueron prisiones políticas. Los diagnósticos al respecto de casi todas las agrupaciones son similares: hay déficit en la manera en que el Estado promueve la memoria, y que son principalmente las organizaciones las que han impulsado el establecimiento de los sitios y memoriales.

Antofagasta: los sitios se estructuran como rumor

Estadio Sokol de Antofagasta

“El informe Valech identificó al menos 42 centros de detención y torturas en Antofagasta”, indican desde la Agrupación por la Memoria Histórica Providencia Antofagasta, organización formada por ex presos políticos del recinto conocido como ex Iglesia Divina Providencia. De esos lugares, el Club Hípico de la ciudad y el Estadio Sokol figuran como los únicos dos centros deportivos antofagastinos utilizados por la dictadura como lugares de detención.

Según explica la organización, estos recintos se han manejado como rumor, pues “la (comisión) Valech no establece mayor información, solo los menciona. Sabemos que fueron ocupados, pero ¿qué pasó realmente? No sabemos”.

El Club Hípico de Antofagasta -hoy a la venta- funcionó como centro de detención tras un operativo militar el 3 de octubre de 1973. La operación se llevó a cabo en las poblaciones Las Rocas y Trocadero, las que -en esos años- se encontraban al norte de la ciudad, sector identificado como más pobre que el sector sur. Las personas detenidas fueron llevadas al Club Hípico para ser interrogadas. Si bien no existen testimonios oficiales, por lo que no se sabe con claridad qué pasó, desde la Agrupación para la Memoria Histórica Providencia sí cuentan con ellos. Más de 500 personas pasaron por el recinto deportivo.

Lo mismo sucede con el Estadio Sokol: no se tiene claridad sobre lo ocurrido, por lo que “el sitio se estructura también como rumor”. La historia solo ha podido ser construida a pedazos. Lo que sí se sabe es que el Sokol, de origen croata, fue utilizado como centro de detención el 28 de septiembre de 1973 luego de una operación “peineta” en las poblaciones Libertad y Elías Lafertte llevada a cabo por militares donde también habría participado personal de Carabineros. Según testimonios, las personas que fueron detenidas en ese operativo fueron trasladadas en camiones al estadio. No hay certeza de cuántas, pero según un recorte de prensa recuperado por la agrupación, fueron más de mil.

Hoy el estadio sigue funcionando con normalidad. Se albergan grandes eventos y no existe símbolo alguno que indique que fue un lugar de detención durante la dictadura. “Han sido las mismas organizaciones las que marcan los lugares y se hacen cargo de las políticas de reparación”, concluyen desde la agrupación, señalando además que “el Estado está al debe con tres cosas: primero, con una pedagogía de la memoria; segundo, con los aspectos culturales relacionados a la memoria; y tercero, con los sitios”.

Punta Arenas, una región olvidada

Estadio Fiscal de Punta Arenas

“El informe Valech constató la existencia de 24 sitios de detención y tortura establecidos por la dictadura”, señala Iván González, director del Observatorio de la Memoria y los Derechos Humanos de Magallanes. Uno de esos 24 es el Estadio Fiscal de la ciudad, el que hasta el día de hoy sigue siendo utilizado como recinto deportivo. Y aunque hubo una explanada con un monolito y una placa conmemorativa cerca de los camarines del estadio, hoy nada recuerda lo que allí pasó, pues durante los ataques a sitios de memoria ocurridos durante el año pasado, la placa fue robada y no ha sido repuesta por las autoridades. El estadio, por lo demás, no es un sitio de memoria establecido ni menos un monumento nacional, por lo que su protección en este sentido es compleja. 

Que la placa y el monolito hayan estado cerca de los camarines no fue una decisión antojadiza: fue allí donde los presos (“todos hombres, y también menores de edad”, aclara González) pasaron recluidos la mayor parte del tiempo: los camarines hicieron de habitaciones improvisadas durante los casi 14 meses que el estadio operó como recinto de detención y tortura por parte de la dictadura. 

El Estadio Fiscal funcionaba como centro de detención de largo plazo, siendo parte del circuito de inteligencia de la dictadura que tenía como punto neurálgico en la región el ex Hospital Naval, hoy Casa de los Derechos Humanos, donde las personas detenidas eran trasladadas para ser interrogadas bajo tortura y luego regresadas a los centros de prisión permanente, lo que no quita que en los demás centros también haya existido torturas. Este centro, el estadio, fue una de las tantas prisiones de largo plazo en la región -así también puede ser considerada Isla Dawson u otros regimientos-. 

Durante la visita de examinación de la Cruz Roja Internacional al Estadio Fiscal, se contabilizaron 38 detenidos. No obstante, estimaciones posteriores han recogido que entre 50 y 100 personas transitaron por el lugar y pernoctaron en los camarines. Aquellos camarines, salvo manos de pintura, hoy se encuentran prácticamente intactos, razón por la que se instaló aquel monolito en sus cercanías y por la que diversas organizaciones se han opuesto a los planes de remodelación del recinto y que no contemplan la preservación de estos espacios para la recuperación de la memoria histórica.

En las paredes de los camarines y bajo las manos de pintura, según cuentan testimonios, habría numerosos grabados y tallados que recogían las vivencias de los presos durante aquella época. Estos camarines, dada la falta de protección del lugar, siguen en uso constantemente. Hasta el día de hoy, muchos y muchas deportistas, probablemente desde el desconocimiento, utilizan las habitaciones que llevan debajo de sus capas de color las marcas de un pasado que es difícil de olvidar.

Estadio de Valparaíso, una prisión política en el Playa Ancha

Estadio Elías Figueroa

El estadio de Valparaíso en el que Santiago Wanderers, el club de la ciudad, oficia de local fue también una de las prisiones políticas a cielo abierto que la dictadura mantuvo en funcionamiento. Este recinto estuvo operativo desde el primer día de la dictadura, el 11 de septiembre de 1973, hasta noviembre del mismo año. 

Según mencionan diversas organizaciones vinculadas a la protección de la memoria en la región, hasta allí llegaron trabajadores del astillero de las Habas, de la fábrica de casas KPD, personas del barrio, mujeres y estudiantes, para luego ser enviadas a las cárceles flotantes (La Esmeralda, buques Lebu o Maipo) y otras reparticiones de la Armada. El estadio, es importante precisar, estaba también a cargo de la Armada durante la época.

Sobre el estadio, mencionan, no hay tanta información como se quisiera. No hay un número consensuado de personas que pasaron por allí, mas sí estimaciones parciales. Por ejemplo, cerca de 800 detenidos y detenidas llegaron al recinto el mismo día 11. Según testimonios, las personas detenidas eran amarradas o esposadas, golpeadas con puños o con las culatas de las armas, y mantenidas a la intemperie o en camarines inundados sin alimentación. El estadio funcionaba como prisión temporal mientras se encontraban lugares de detención más permanentes, como los buques anteriormente mencionados. Puede ser esta una de las razones, explican, por las que hay tan poca información en comparación a otros recintos de la región, como el Cuartel Almirante Silva Palma, hoy convertido en monumento nacional tras los impulsos de agrupaciones como Cine Fórum y la Agrupación de Marinos Antigolpistas.

El estadio, como muchos otros centros que fueron utilizados como prisión durante esta época, no es monumento nacional. Pese a esto, en 2017 fue situada una placa que recuerda a las víctimas de prisión y torturas en el lugar. Voceros y voceras de algunas organizaciones de protección de los Derechos Humanos en la región mencionaron durante el proceso de presentación de la placa que, si bien era un paso importante, era necesario que más sitios y más lugares en la región de Valparaíso tengan esta identificación para que la protección de la memoria sea efectiva.

Hoy, el estadio de Valparaíso, el Playa Ancha, se conoce como Elías Figueroa Brander por el histórico defensa central chileno que militó en Peñarol, Internacional de Porto Alegre y Santiago Wanderers. Figueroa, irónicamente, fue férreo defensor de la dictadura de Pinochet, siendo incluso rostro de la campaña política del Sí, la que buscaba ratificar como presidente al dictador en el plebiscito de 1988.

Concepción, un estadio sin rastro, pero que vive

Plaza conmemorativa. Foto facilitada por Gabriel Reyes Arriagada

“Nunca se ha sabido si el Estadio Municipal de Concepción (actual Estadio Municipal Alcaldesa Ester Roa Rebolledo) estaba preparado para ser centro de detención, pero los primeros testimonios nos dicen que ya habían personas detenidas ahí el mismo 11 de septiembre en la mañana”, cuenta Gabriel Reyes Arriagada. Reyes, quien estuvo detenido en recinto deportivo, es actual coordinador de los ex presos políticos de Chacabuco y secretario de la Corporación Regional de la Memoria y de los Derechos Humanos de Concepción.

El Estadio Municipal de Concepción comenzó su construcción a principios de la década de los ‘60 con el objetivo de ser sede del Mundial de Fútbol de 1962. Sin embargo, el terremoto de 1960 en la ciudad (el que ocurrió un día antes del tristemente célebre megaterremoto de Valdivia, de magnitud 9.5 en la escala de Richter), cambió las prioridades. El estadio fue inaugurado en 1962 sin cumplir su meta y desde 1973 fue usado por la dictadura militar de Augusto Pinochet como centro de detención. 

El estadio era de madera. La torre de dos pisos desde donde se transmitían los partidos fue ocupada por los agentes de la dictadura como sitio de tortura, mientras que los camarines fueron usados como celdas. “Dormíamos en el suelo. Los militares cada cierto tiempo llevaban aserrín o viruta para que los usáramos de colchón. En el día estábamos en las graderías o en las canchas de pasto”, recuerda Reyes.

Organización de ex presos políticos de Chacabuco. Foto facilitada por Gabriel Reyes Arriagada

Según expresó durante la época la Cruz Roja, fueron 580 personas las detenidas allí. Sin embargo, quienes estuvieron en el centro indican que fueron más de mil.

Se estima que el el Estadio Municipal de Concepción dejó de funcionar como centro de detención y tortura entre el 19 y el 20 de enero de 1974. “Durante esos meses había mucha presión de los clubes de fútbol para que se reabrieran los estadios”, explica Gabriel. El traslado de algunos los prisioneros -incluyendo a Reyes- en avión hasta el campo de detención Chacabuco ubicado en la región de Antofagasta, y el de otras personas a la cárcel de Concepción, conocida como Chacabuco 70, fueron las acciones que dieron fin al funcionamiento de ese centro de detención. 

En la actualidad, nada queda del estadio que fue usado como centro de detención y tortura. Todo fue demolido para dar paso a un moderno recinto deportivo que puede albergar a 40 mil personas y que fue rebautizado como Estadio Municipal Alcaldesa Ester Roa Rebolledo. Aunque desde el punto de vista legal el estadio no se podría transformar en un sitio de memoria, la organización de las personas que estuvieron detenidas allí impulsó el establecimiento de una placa en 2004 y, recién en 2016 -y por motivos de reinauguración del estadio-, la Municipalidad de Concepción instaló una segunda placa. “Por primera vez un organismo del Estado dice que acá se violaron los Derechos Humanos”, concluye Gabriel.

Estadio Chile, donde la dictadura asesinó a Víctor Jara

Estadio Víctor Jara

El Estadio Chile (actual Estadio Víctor Jara) inició su construcción en 1948, siendo por fin inaugurado en 1969 durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, convirtiéndose en el primer recinto deportivo techado de Chile. De esta forma, el espacio se transformó en un centro relevante para el ambiente deportivo nacional, realizándose diversas actividades como lo fue el encuentro de boxeo entre Godfrey Stevens y José Jiménez. 

Desde la Fundación Víctor Jara (FVJ), organización que busca recuperar, conservar y difundir el legado del cantautor nacional, indican que probablemente fue la identificación del recinto deportivo con el movimiento de la Nueva Canción Chilena uno de los “aspectos que tuvieron en mente los agentes represivos de la dictadura cívico-militar para utilizarlo como un centro de detención”.

El Estadio Chile como centro de detención y tortura fue particular: tuvo carácter público. La población siempre supo de su funcionamiento y las personas prisioneras no fueron vendadas, por lo que siempre conocieron los rostros de quienes les detuvieron y si es que pertenecían a alguna fuerza armada. 

En concreto, el estadio funcionó durante dos periodos. El primero fue entre el 12 y el 15 de septiembre de 1973; el segundo, entre noviembre de ese mismo año y junio de 1974. Se estima que durante los primeros días de su funcionamiento, fueron casi 5 mil personas las que estuvieron ahí (así dice el poema “Somos 5000”, escrito por Víctor Jara durante su detención).

Las primeras personas que fueron detenidas y trasladadas al Estadio Chile fueron estudiantes, docentes, trabajadores y trabajadoras de la Universidad Técnica del Estado (actual Universidad de Santiago de Chile). Victor Jara, músico y cantautor chileno, emblema de la Nueva Canción Chilena, se encontraba en ese grupo. Allí fue asesinado tras cuatro días de tortura, según constató la comisión Rettig, un 16 de septiembre de 1973. Tras acribillarlo, funcionarios de Carabineros tomaron su cuerpo y lo arrojaron a unos matorrales en las cercanías del Cementerio Metropolitano.

Sin excepción, todas las dependencias del Estadio fueron ocupadas con propósitos represivos: el ingreso, las galerías, baños, confitería, todos. “Los subterráneos, las bodegas, camarines y gimnasios fueron utilizados como zonas de interrogatorios, sesiones de tortura y simulacros de fusilamiento”, señalan desde la FVJ.

Según indica un testimonio en el informe Rettig, en el estadio “reinaba el hacinamiento, se dormía generalmente a suelo raso (…). En estos lugares los detenidos estaban sometidos a un régimen absoluto de incomunicación con el exterior, no existía regularidad de la vida, y el nivel de incertidumbre que sufrían respecto a la suerte que correrían era absoluto” (Informe Rettig tomo 1, p. 97).

El cambio de nombre de Estadio Chile a Estadio Víctor Jara se dio recién en 2003. El poema “Somos 5000”, hoy se puede encontrar en un mural a las afueras del Museo de la Memoria.

Estadio Nacional, el centro de concentración más masivo de la dictadura

Escotilla número 8 del Estadio Nacional. Foto por María Francisca Torres.

El Estadio Nacional es probablemente la cárcel política durante la dictadura más importante del país. Indudablemente, es la más masiva de todas: durante su visita a Chile el 22 de septiembre, la Cruz Roja Internacional estimó en más de 7 mil el número de personas detenidas allí. 

El estadio funcionó como prisión desde el primer día de la dictadura hasta el 9 de noviembre de 1973, pues, para poder realizar el partido de repechaje clasificatorio para la Copa Mundial de 1974 entre el local, Chile, y la Unión Soviética, fue necesario realizar un traslado masivo de prisioneros y prisioneras. Los visitantes acusaban que no podía jugarse en un campo que era una prisión política ilegal. El local, en cambio, argumentaba que la cancha estaba en condiciones adecuadas para disputar un encuentro de esa importancia. La FIFA, en su visita de inspección previa al encuentro, concordó con los argumentos locales y la Unión Soviética, a modo de protesta, decidió no presentarse a jugar. El gol de Francisco “Chamaco” Valdés en un arco vacío fue conocido con posterioridad como el “gol fantasma” y le permitió a Chile disputar el mundial de Alemania de 1974.

Dos semanas antes de aquel partido, prisioneras y prisioneros estuvieron privados de libertad en diversos puntos del recinto, siendo objeto de torturas y amagos de fusilamientos. Los testimonios dan cuenta también de centenares de ejecuciones realizadas en el mismo lugar, un número mucho mayor a las 40 que fueron reportadas por cifras oficiales. Al respecto, Wally Kunstmann, quien es parte de la Corporación Estadio Nacional Memoria Nacional, explica que aquellas cifras, las que comúnmente se manejan para cuantificar lo allí sucedido, no son tan certeras. “Las personas allí detenidas estimaron siempre que el número al que alcanzaban quienes estaban en su misma condición era mucho mayor que 20 mil”, explica, quienes eran principalmente trabajadores de las industrias estatales, pero también había un número no menor de profesionales de distintos rubros y áreas. 

A juicio de Kunstmann, las estimaciones oficiales del número de detenidos y detenidas (recogidos en los informes de la comisión Valech) quedan cortas por el contexto en el que se realizaron. Por ejemplo, no se consideran en estas las personas que, habiendo sido víctimas de prisión política, fallecieron en algún momento entre su detención y la realización de dicho informe (2003). “Yo soy contemporánea al Golpe de Estado, teníamos compañeros viejos sindicalistas, viejos militantes, directores, jefes, presidentes de sindicatos que ya sobrepasaban los 60 años. Imagínate la cantidad de gente adulta que murió por la edad, por enfermedad o por consecuencia de la tortura. Toda esa gente no está considerada”, indica.

El Estadio Nacional es desde hace 18 años monumento histórico y se ha realizado una labor importante para preservar la memoria en el recinto, pudiendo servir de ejemplo a través de distintas iniciativas. Por ejemplo, las colaboraciones con facciones antifascistas de clubes para que los espectáculos deportivos que todavía se realizan allí puedan ser resignificados. También puede mencionarse el trabajo completo alrededor de la escotilla N°8, a través de la que trasladaban a los y las detenidas al interior del estadio durante los dos meses de funcionamiento como prisión. Hoy, en la zona de la puerta que da a las graderías se mantiene un memorial en el que se conservan los asientos como eran hace 48 años y sobre él, la frase “Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”. En el pasillo hacia aquella área se realizó también trabajo de recuperación de tallados y grabados en los muros, con lo que se restauraron diversos mensajes que los prisioneros tallaron allí durante su paso. Nombres de personas, de las empresas en que trabajaban y fechas relevantes son algunos de los grabados que fueron restaurados y se pueden leer en el lugar. 

Imagen de una pared del Estadio Nacional recuperada, donde se aprecia grabados de personas prisioneras. Foto por María Francisca Torres.

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