
Por Bárbara Juárez
Colaboradora Asociación Hinchas Azules
“Jugar sin hinchada es como bailar sin música”
Eduardo Galeano
Comienza una nueva semana. La gran mayoría continúa con sus rutinas y la cotidianeidad vuelve a cada espacio de nuestras vidas. Pero no es una semana cualquiera: la efervescencia, pasión y optimismo nos inundan más que en otras oportunidades, miramos en el horizonte al rival que se aproxima y, como es habitual, nos llenamos de ilusión y optimismo frente al posible resultado. Nos planteamos estrategias y comentamos cuáles son las mejores opciones debido a la peleada tabla de posiciones de este año; confiamos, como es de costumbre, y anhelamos ver a la U victoriosa y acercándose cada vez más a la punta de la tabla. En el barrio, el trabajo y en las casas abundan las clásicas bromas debido al encuentro a disputar, el ambiente previo se comienza a gestar y la historia nos viene a recordar que no solo disputamos tres puntos. La alegría azul esta vez no quiere callar.
Y esta vez acompañamos en las gradas al equipo de nuestros amores; no podemos estar todos y todas, pero deseamos poder estarlo. Y es que esta pasión no se vive de la misma forma sin poder palpar en el acto cada emoción que despierta en nuestros corazones ver salir a la cancha a nuestro gran amor, al club que nos ha acompañado a lo largo de nuestras vidas y por el cual los y las hinchas nos desvivimos.
Pero hay algo más. A pesar de la expectación por el anhelado triunfo y la pasión que despierta un espectáculo con el clásico rival, tenemos otra preocupación; una espina clavada hace semanas que no nos da tregua y que nos lleva a reflexionar sobre los procesos administrativos y la poca relevancia que tiene la opinión de la hinchada sobre las decisiones de nuestro amado club. Desde hace semanas, se ha manifestado la preocupación por la renovación de un jugador que durante bastantes encuentros ha mantenido un muy buen rendimiento y nos ha alejado de la sequía goleadora que nos perseguía: Joaquín Larrivey, 37 años y un promedio de gol que no veíamos hace un buen rato. En los últimos 4 partidos hemos podido gritar sus goles y en más de una ocasión celebrar un triunfo. Es por esto que nos preguntamos: ¿por qué seguimos esperando? Esto nos genera aún más dudas, pero, por sobre todo, nos pega fuerte en el corazón de hincha porque nos lleva a analizar nuevamente cómo los nuevos modelos administrativos del deporte nos han excluido, dejándonos fuera de cada una de las decisiones del club de nuestras vidas. Nos duele vivir el fútbol desde una instancia tan subyugada y distante. Nos repetimos cada día que esto debe parar, que la participación y la voz de la hinchada es importante y que no debemos convencernos de que este modelo es mejor.
Como hinchas que buscamos la recuperación de nuestra voz en los clubes, no descansamos ni nos dormimos, seguimos activamente peleando para que próximamente podamos ver libres los espacios que nos usurparon y para que decisiones como las antes mencionadas consideren la opinión de la hinchada que hoy se manifiesta sin respuesta alguna. Y, como siempre, la lucha continúa, la hinchada bullanguera se prepara para todo lo que viene, para pelear nuevos procesos y también para alentar como solo en este club se sabe hacer, para reencontrarse después de tantos partidos tras un televisor, y para gritar por fin el tan anhelado triunfo que todas y todos esperamos. Queremos ver a la U escalar en la tabla, queremos sonreír de dicha porque la hinchada lo merece, porque no importa la distancia, el frío ni los años de espera, la pasión jamás desaparece y el optimismo tampoco.
¡Queremos a la U libre y con su gente!