
Fue hace algunas semanas que cuatro jugadoras de Everton de Viña del Mar decidieron demandar al club por vulneración de derechos. En esta entrevista, dos de ellas profundizan en los hechos que llevaron a esa decisión, el silencio de sus pares hombres y la reacción de los dirigentes ante las exigencias por mejores condiciones como deportistas profesionales, considerando, además, la triple jornada laboral que deben llevar. Algo que, obviamente, no sucede en ningún plantel masculino profesional.
“A nosotras nos cortaron las piernas”, dice Nicole Mariñelarena, exjugadora de Everton de Viña del Mar. “Ricardo Oliveira nos cortó las piernas”, enfatiza luego de unos segundos. Él, según explica junto a Constanza Villanueva, fue quien tomó la decisión de desvincularlas del club tras dos días de huelga en protesta por las condiciones laborales a las que se veían enfrentadas, entre las que se cuenta la falta de un contrato de trabajo o seguridad social. Aunque se les exigía como profesionales, no eran tratadas como tales: no podían usar las canchas de pasto natural y las obligaban a entrenar en las de pasto sintético, aumentando con ello el riesgo de lesiones. Y por si fuera poco, contaban únicamente con un juego de ropa de entrenamiento semanal, del que debían hacer ellas mismas su lavado diario, pues si se presentaban sin él, eran marginadas. Fueron estas las condiciones que las hicieron movilizarse en un principio y, tras la reacción del club, decidieron establecer una demanda que se vislumbra como histórica para el fútbol femenino chileno, pues sus condiciones precarias son la norma en este deporte y, de triunfar, podría marcar un precedente para que las demás jugadoras sigan sus pasos en pos de abrir la cancha a las mujeres en Chile.
¿Cómo han vivido el período desde la presentación de la demanda hasta ahora?
Nicole Mariñelarena: Ha sido difícil porque nos encanta jugar fútbol y hemos estado privadas de jugar todo el 2021. Por ese lado, anímica o psicológicamente no estamos al 100% porque las jugadoras involucradas hemos jugado siempre fútbol profesional y es la primera vez que nos quedamos todo un año sin jugar a este nivel. Pero sabemos que somos las que tenemos que sacrificarnos e ir al choque porque si ninguna generación, si ningún grupo de mujeres rebeldes lo hacía, quizás nunca hubiéramos dado el paso a profesionalizar realmente el fútbol. Me refiero al tema de los contratos, los sueldos, la libertad de acción, de dejar de que los clubes lucren con nosotras, pero que ellos no accedan a darnos nada económico.
Constanza Villanueva: En verdad, estamos súper ansiosas para ver qué es lo que va a pasar en la primera audiencia.
¿Han tenido algún contacto con Everton?
N: No, nada. Previo a la demanda, lo intentamos por todos los medios posibles y no accedieron a nada, entonces llegamos al punto en que dijimos “ya, la última opción es hacer la demanda” y las abogadas nos dijeron que no tuviéramos ningún contacto con el club porque podía afectar el proceso. Pero ellos tampoco han aparecido. Desde que nos fuimos la última vez de la oficina de los dirigentes, nunca más se hicieron presentes. Tuvieron contacto con la ANJUFF, con la abogada, pero con nosotras nunca más.
C: La ANJUFF y nuestra abogada quisieron tener otra instancia más para no tener que llegar al punto de interponer una demanda, pero ellos tampoco accedieron a eso.
Trataron de mejorar sus condiciones conversando con las dirigencias y esto no fue bien recibido, sino que fue entendido como una señal de rebeldía, ¿podrían profundizar en eso?
N: Entre febrero y marzo estábamos haciendo la pretemporada, pero a las jugadoras adultas se nos estaba exigiendo ir los cinco días de la semana con horarios definidos y estábamos teniendo problemas porque teníamos que cumplir con nuestros trabajos remunerados. Ellos nos exigían ir a entrenar y nosotras teníamos que dejar todo botado. Ahí comenzó el problema. Reclamamos para que se reconociera la relación laboral, finalmente, porque ellos nos exigían como un trabajo, no nos querían pagar, pero tampoco nos dejaban cumplir con lo otro donde sí nos pagaban. Quisimos mejores condiciones. Estábamos entrenando en una cancha de pasto sintético, siendo que el club tiene tres canchas de pasto natural y las canchas de pasto sintético hacen que las jugadoras y los jugadores se lesionen más porque son más duras, pero no podían darnos la de pasto porque era para el primer equipo. Los baños estaban sucios, no tenían agua. Reclamábamos también por los uniformes: nos pasaban una muda para toda la semana y que además era de hombre, entonces teníamos que lavar nuestros petos GPS, lavar nuestra ropa, porque si nos presentábamos sin la insignia de Everton en la polera o short, se nos excluía del entrenamiento.
¿Cómo reaccionó el club?
C: Trataron de decirle a las niñas menores que nos queríamos asegurar solamente nosotras. Eso igual fue un tema dentro del equipo, porque nosotras estábamos peleando mejores condiciones para todas.
N: En nuestro club y en el fútbol femenino en general, se tacha de conflictiva, de problemática o de revolucionaria a toda jugadora que exige mejorar las condiciones o que trata de salirse de lo cotidiano que es acatar, acatar, acatar. En nuestro caso, fuimos las conflictivas porque tratábamos de hacerle entender a la dirigencia que no estábamos bien, que ellos también tenían que meterse más la mano al bolsillo por el fútbol femenino. En general, en el día a día, y también en lo económico, porque muchos clubes dieron el paso y nosotras nos quedamos atrás. Para ellos, Everton es el campeón de provincia, de la región… para algunas cosas, claro, pero al fútbol femenino nos daban nada, las sobras de las juveniles, la peor cancha, el peor horario.
C: Y trataron de hacernos entender que casi que teníamos que agradecer a Everton por estar ahí. Yo creo que es totalmente lo contrario, nosotras nos ganamos ese espacio y ese espacio tampoco estaba siendo respetado de la manera en que debe ser.

¿Consideran que lo ocurrido es algo estructural de Everton o hay también responsabilidades particulares?
N: Es una mezcla de todo. En la reunión que tuvimos, hablamos con dirigentes que tenían mucha influencia, cercanos al presidente, con quien nunca se nos autorizó a hablar porque para nosotras estaba prohibido hablar con el presidente. Pero desde arriba no hubo apoyo y más aún con el director del fútbol femenino, que es Ricardo Oliveira. Ahí hubo responsabilidad en lo que pasó porque, si bien el problema que tienen las jugadoras de Everton lo tienen la mayoría de los clubes, no sé si todos los dirigentes o todos los directores de fútbol femenino actuarían como actuaron los de Everton. Muchos tienen los mismos problemas que nosotras, sí, pero no se les excluye o no se les castiga. Nosotras intentamos volver y se nos castigó y hasta se nos amenazó, nos dijeron que si volvíamos, íbamos a perder todos los privilegios que teníamos, que eran $30.000 al mes para costear la bencina, $1.000 diarios, que es ridículo y hasta irreal.
C: También es importante entender la irregularidad que hay en el tema de los pases de las jugadoras, porque se nos marginó diciendo que no íbamos a ser parte de la institución, sabiendo ellos que si nosotras queríamos irnos a otro club, había que consultar por el pase, ya sea si comprarlo o llevarlo a préstamo. Fue enfático Ricardo Oliveira al decirnos que si nosotras nos queríamos ir del club, teníamos que ir a uno donde estuvieran nuestras aspiraciones, que era lo que nosotras estábamos pidiendo, o sea Universidad de Chile o cualquier otro club que le ofreciera contrato a las jugadoras.
En caso de que hubiera llegado una oferta de otro club, ¿él la habría rechazado?
C: Estuvo la opción de que una compañera se fuera a préstamo a Santiago Wanderers y él dijo que no. Él maneja todo y ese es el problema de los pases, no está regularizado, entonces tú puedes llegar libre al club y firmando, ya eres parte, entonces estás amarrada todo el año a no ser que venga otro club y pague el pase o el club tenga la disponibilidad de entregar tu pase, algo que jamás pasa.
N: De hecho, ese es el segundo derecho por el que estamos demandando, el derecho a la libertad de trabajo. El club sí puede lucrar con nosotras porque, si nos queremos ir a otro equipo, le tienen que pagar a ellos una suma que tampoco es menor, pero cuando nosotras pedimos para la micro, la bencina, la colación o lo que sea, incluso el tema del contrato, es considerado una falta de respeto. Eso es un punto importante a cambiar en el fútbol femenino, que ellos lucran con nosotras, pero no aportan en nada, al menos en el ámbito económico, si al final, queramos o no, para comprar, para comer, para sobrevivir tenemos que tener plata. Por eso nos afectó tanto a las adultas, al final las sub-20, con las que se quedaron, son las que más les convenían a ellos porque los papás las apoyan en todo.
C: Hay que ser enfática en que Ricardo Oliveira nos castigó. Él sabía que, al castigarnos, al dejarnos un año fuera, no íbamos a poder optar a otra institución y, al tenernos castigadas sin poder jugar por esta rebeldía, tampoco se nos entrega el espacio para poder entrenar.
¿Sienten que ha habido algún cambio con la llegada del Grupo Pachuca?
C: Nosotras creíamos que con la llegada de Pachuca, todo iba a ser mejor, porque en México, en Pachuca, las mujeres tienen su propio centro de entrenamiento, pero creo que no ha habido ningún cambio.
¿Han recibido mensajes de otras jugadoras activas? ¿Cuál ha sido la recepción general del mundo del fútbol?
N: A todas les beneficia que estemos haciendo esto, con la diferencia de que ellas siguen o siguieron jugando por sus clubes y nosotras tuvimos que ir al choque. Pero en general, todas están de acuerdo con lo que estamos exigiendo, salvo, obviamente, las dirigencias de los clubes, a quienes no les conviene que las “niñas” pidan algo más. Para Ricardo Oliveira, al haber exigido ayuda económica, fuimos “desleales con el club”, con esas palabras, por eso debíamos ser castigadas. Porque habíamos sido indisciplinadas, porque no respetamos su proyecto, que es un proyecto a cuatro, cinco años. Sin embargo, las jugadoras que necesitaban ayuda económica somos las que estamos en el 2021.
¿Ha habido reacción del plantel masculino de Everton?
C: Nada. Absolutamente nada. No dieron ninguna declaración, solo decir que está todo en manos de los abogados y que ellos respetaban las opiniones de todos. Esa fue su respuesta.
N: Hace un tiempo, yo pedí ayuda a un jugador del plantel profesional adulto masculino, una persona con la que yo hablaba siempre y cuando le dije que intentaran ayudarnos y trataran de hacer presión, dijo que no se iban a meter porque no les convenía. Una vez que nosotras pedimos ayuda, dijeron que no les correspondía meterse. Hace poco vi una entrevista de Piqué en que hablaba del fútbol femenino del Barcelona y cómo ellos siempre se involucraron, y en general en otros países los planteles masculinos se involucran para apoyar a los femeninos y hacerle un poco de presión a las dirigencias de los clubes. Finalmente, ambos planteles defendemos a la misma institución y debiéramos todos tratar de remar para el mismo lado y ayudarnos en el momento que más necesitamos, pero en Chile no pasa eso. Si los planteles masculinos se involucraran un poco más, creo que muchos clubes ya tendrían condiciones diferentes, tendrían un mínimo de jugadoras contratadas, pero acá no pasa eso porque todos tienen miedo a quemarse. Pasa en masculino, pasa en el femenino: nadie se mete con la dirigencia porque salen perjudicados.

¿Qué es lo que viene ahora?
N: Tenemos la primera audiencia el 20 de septiembre. Estamos en manos de la abogada porque no vamos a participar de esa audiencia. Esa fecha que va a ser clave porque quizás no sea el único juicio, por lo que el proceso se va a alargar bastante. Estamos esperando el juicio nada más, si al final eso es lo que nos condiciona porque estamos retenidas por el club, entonces no podemos jugar por ellos ni por otro equipo a no ser que hubiera un pago de por medio.
¿Cómo ven todo en los próximos 3 o 5 años?
C: La denuncia tiene el fin de que se regularice el tema de los pases, de que se reconozca la relación laboral y eso nos impulsó porque, si bien se habla del fútbol femenino, son muy pocos los que invierten. La ANFP tiene que tener un rol importante al momento de exigir las condiciones laborales justas para todas y los clubes también tienen que hacer su parte.
N: Al final, queremos que se marque un precedente, hacer un poco de historia en el fútbol femenino porque cualquier jugadora podría demandar a su club por lo mismo que nosotras, pero nadie se atreve a hacerlo porque a todas nos encanta demasiado jugar. No les conviene a las jugadoras rebelarse ante su propio club porque pueden arriesgar lo que nos pasó a nosotras, que nos paralizamos dos días por no tener las condiciones mínimas y finalmente nos despidieron. Nos vimos en la obligación de, finalmente, demandar a nuestro propio club y creo que eso va a beneficiar a todas las jugadoras, al menos del fútbol profesional en Chile. Eso es lo que esperamos, que exista este cambio.