Mara Gómez: “Todo lo nuevo es revolucionario, por eso soy noticia: porque soy nueva y revolucionaria”

Mara Gómez es jugadora argentina del Club Atlético Villa San Carlos. Es también la primera mujer trans en convertirse en futbolista profesional en la historia de la primera división de su país. Su relato, vida e historias son muy potentes. En esta entrevista, conversamos, por supuesto, sobre ese hito histórico, pero también sobre la importancia de los clubes de barrio, la violencia hacia las personas trans que intentan practicar deporte, el desarrollo del fútbol femenino y sus aspiraciones como futbolista.

Mara se ríe porque nunca pensó que iba a ser la primera en algo. Las cosas se fueron dando y un día -uno muy bueno- se vio a sí misma firmando un acuerdo con la Asociación de Fútbol de Argentina (AFA) que la oficializó como jugadora del Club Atlético Villa San Carlos. Después de eso, lo inesperado. Medios de comunicación de todo el mundo la contactaron porque querían conocerla, saber sus impresiones y su historia, pues era la primera mujer trans en convertirse en jugadora de la primera división argentina en la historia. Sin embargo, hay algo que atesora todavía más: los mensajes de personas de diferentes latitudes agradeciéndole. “¿Pero agradecerme por qué?”, se pregunta varias durante la entrevista mientras recuerda las veces que fue víctima de discriminación y de violencia. 

Le escribieron desde India, también de Estados Unidos, “y eran diferentes idiomas, entonces tenía que estar traduciendo con Google para ver qué era lo que me querían decir”. Esos mensajes fueron para ella una confirmación de que “la lucha por el derecho a una identidad está en todos los países, en todos los territorios. Quienes me escribieron sintieron que hay una esperanza de que sí es posible avanzar, que nuestros sueños, los de las personas trans, se pueden cumplir”. Y ese sueño, para ella, fue, es y será el fútbol.

¿Qué significa el fútbol para ti?

El fútbol para mí hoy es un estilo de vida, una responsabilidad, algo que disfruto de otra manera. En la adolescencia, el fútbol era mi terapia, hoy lo sigue siendo, pero en ese momento fue lo que me ayudó a superar cuestiones del día a día: discriminación, exclusión y cómo me sentía emocionalmente. Hoy es lo que amo hacer, es algo a lo que le dedico un montón de tiempo, de entrenamiento, aprendizaje… estoy super contenta de estar en el lugar en el que estoy porque, la verdad, es algo que me fascina. El fútbol es una parte de mi. 

La historia de la vecina, del barrio y de la mala para el fútbol

Mara ha contado varias veces la historia de que fue su vecina, Adriana Aguirre, la que le invitó a jugar al fútbol por primera vez cuando tenía 15 años. La cancha del barrio la habían construido entre los vecinos y vecinas y era normal que se juntaran a jugar, pero Mara jamás había ido, pues el fútbol no estaba entre sus intereses: “y nada, Adriana me invitó, éramos todas compañeras y dije «bueno, donde estén las chicas del barrio, me voy a divertir». Así empecé a practicar el fútbol, queriendo estar con mis amigas”. 

Mara dice que era mala para la pelota, no sabía de posiciones en la cancha ni pegarle al arco. Se ríe mientras recuerda, pero “me di cuenta de que más allá de no saber jugar, el fútbol podía provocar emocionalmente algo en mí”.

¿En qué sentido?

En el momento en que empezaba a practicarlo, me olvidaba de todo el entorno, olvidaba lo que sufría día a día, era una anestesia contra el dolor. Yo empezaba a jugar, me enfocaba completamente en eso y llegaba a casa más aliviada. Era mi terapia, cada vez que lo practicaba, me hacía bien. Y eso hasta el día de hoy. 

Tus inicios fueron en el barrio y en el fútbol amateur. Considerando también lo terapéutico que es el fútbol para ti, ¿cuál consideras que es el impacto social de los clubes de barrio?

Los clubes de barrio son muy importantes para la sociedad porque les abren la puerta a todas las personas. No solamente es un club donde se practica un deporte, sino que es un ámbito de contención emocional, de educación, de disciplina, socialización. Un chico o una chica en un club es un chico o una chica menos en la calle. Entonces, el club cumple un rol muy importante. Saber que no tienen dependencias políticas o del Estado y que aún así, por ejemplo, se organicen ollas populares para enfrentar una pandemia, es muy importante y lo hacen más allá de la precariedad que puedan llegar a tener. Y fue en el club, en el fútbol, donde encontré contención emocional, socialización, disciplina, aprendizaje y creo que esto le sirve a un montón de personas, no solo a mi. 

¿Cómo fue el proceso para llegar a ser futbolista en Villa San Carlos?

Yo fui jugadora amateur desde los 18, pero empecé a jugar a los 15. Ahí no había ligas femeninas, solo torneos barriales. Cuando cumplí 18 y hago cambio de identidad de género, empieza la liga infantil femenino de acá de La Plata. Ahí quise ver si, con mis documentos actualizados al género con el que me identifico, tenía alguna posibilidad de seguir jugando al fútbol. Y pude. La verdad es que no hubo ningún tipo de resistencia a que yo participara de la liga.

Y te hiciste conocida en La Plata

Sí, ahí empiezo pasar por varios clubes y ligas y, bueno, acá me hice muy conocida como futbolista y como persona también. Eso hizo que de Villa San Carlos me llamaran para ser parte del equipo. Siempre me han visto como una jugadora más, en ningún momento me dijeron “bueno, vamos a llamar a Mara porque es trans” (ríe), sino fue un “vamos a llamar a Mara Gómez porque nos serviría un montón y está al nivel para ser parte del equipo”. Fui a hacer pretemporada el 6 de enero del 2020, pero jamás imaginé que esto iba a tener tanta repercusión en la sociedad a nivel nacional y mundial. Al día siguiente, esto empezó a viralizarse demasiado, estaba en los canales, fue una locura. No fue planeado y jamás pensé que iba a pasar. Fue imparable porque eran todos los días llamadas, entrevistas…

Poner el cuerpo y la voz: fútbol e inclusión trans

La firma del acuerdo con la Asociación de Fútbol Argentino.

Para que Mara Gómez pudiera participar del deporte profesional como mujer trans, se sostuvieron varias reuniones con la AFA. En ellas se decidió tomar como modelo las recomendaciones que hace el Comité Olímpico Internacional para la incorporación de personas trans: “una de esas recomendaciones es que una mujer trans, para poder participar de algún deporte, tiene que someterse a un tratamiento hormonal y estar dentro de unos parámetros de testosterona”, explica Mara. 

En concreto, las guías entregadas por el Comité Olímpico Internacional indican que cualquier atleta trans debe demostrar que sus niveles de testosterona deben ser menores a 10 nmol por litro por al menos 12 meses antes de la primera competición, el que se debe mantener durante el período de elegibilidad deseada para competir en la categoría femenina. Además, si la atleta se declara mujer, esa declaración no puede ser cambiada en, por lo menos, cuatro años. Finalmente, aclaran que la guía, que también habla sobre las mujeres con hiperandrogenismo, es propensa a actualización según lo indique la ciencia o la medicina.

A pesar de que Mara cumplía con los rangos hormonales indicados, pues estaba en un tratamiento hormonal hacía tiempo, y de que no percibió ninguna resistencia por parte de la AFA para incorporarse al fútbol profesional, dice que no fue fácil: “nos costó, tuvimos que poner el cuerpo y la voz con mi representante, Lorena Verdula. Creo que el esfuerzo, de todas maneras, valió la pena porque estamos construyendo y evolucionando como sociedad con respecto a la inclusión en todos los ámbitos. Esto no es mi resultado, es el resultado de un colectivo LGBTIQ+ que no ha descansado en la lucha por los derechos humanos”.

¿Cómo evalúas las recomendaciones del Comité Olímpico en este ámbito?

Lo que está implementado está bueno porque permite la inclusión más allá de las normativas que imponen. En 2002 había una atleta trans que había participado de los juegos olímpicos. En esa época, para participar se tenía que tener un tratamiento hormonal de dos años y, además, tenías que hacerte una cirugía, un cambio de sexo, para poder competir. Hoy no es necesario que una persona tenga que someterse a una cirugía, pero sí la hormonización para cambiar ciertas características físicas, lo que es invasivo para el organismo. Esperemos que el día de mañana no se esté hablando de someterse a un tratamiento hormonal para poder competir. Está el caso de Caster Semenya quien, siendo mujer atleta, no podía competir porque su cuerpo producía testosterona por sobre lo establecido. Tenía que someterse a un tratamiento hormonal para inhibir la testosterona que su cuerpo naturalmente producía. Esto quiere decir que las hormonas te dicen si sos varón o mujer. Ahora no es solamente la genitalidad, no es vagina o pene, ahora es si naces con más o menos testosterona. Así vemos cómo se va estereotipando todo. En la competencia o en el deporte siempre habrá una ventaja, siempre va a haber, porque si no, no hay campeonato. Un equipo es mejor que otro, hay jugadoras que son mejores que otras, no todas entrenamos lo mismo o no tenemos la misma alimentación. Hay muchas cosas que influyen en la competencia, hay que dejar de estereotipar, “que las hormonas, la genitalidad, que el cuerpo, la altura”… no es así.

Eso implicaría, por ejemplo, obligar a personas, incluso niños o niñas, a hacerse un tratamiento hormonal para acceder a un derecho como lo es la práctica deportiva.

Claro, y es súper violento porque se está obligando a alguien a tener que someterse a algo para poder hacer lo que le hace feliz. Si a vos te hace feliz ser periodista, ¿por qué tengo que someterte a un tratamiento hormonal para hacerlo? Si lo aplicas a cualquier otra profesión, suena ridículo. ¿Por qué siempre tenemos que ir cumpliendo la heteronorma, un modelo? Es algo muy violento tener que ser de una forma para ser parte de la sociedad. ¿Cómo le haces entender a una criatura de 12 años, que está en pleno proceso de crecimiento, de maduración, que tiene que cumplir con parámetros hormonales, empastillarse, inyectarse, para poder ejercer un derecho? A mi, por ejemplo, en la escuela me daban un baño para personas con discapacidad, ¿es justo que me hicieran ir para allá porque yo no quería ir al baño de hombres? El tener que cumplir para hacer y pertenecer, cuando debe ser un derecho. Cuando les sacamos el cartel de los baños, dejan de ser de hombres y mujeres, ¡es un baño! ¿Cuántos modelos de binarización hay? ¡Es increíble!

Y el acceso a los tratamientos hormonales está condicionado por la capacidad de pago de las personas… 

Acá en Argentina, gracias a la ley de Identidad de Género, podemos decir que tenemos tratamiento hormonal gratuito. Cuando yo tenía 16 años quise empezar a hacerme el tratamiento hormonal, pero no era gratuito y salía muy caro. Hoy el tratamiento hormonal es accesible para la comunidad, es un derecho. La verdad es que hoy, en todas las instituciones relacionadas a la salud, hay orientación en materia de derechos sexuales y de identidad. Eso es muy importante para el crecimiento de nuestra sociedad porque, al salir de la calle, hay menos violencia que antes. La identidad hoy es un derecho. Por eso es tan importante la lucha que se hace día a día. 

(*) En el sitio de Organizando Trans Diversidades (OTD), puedes encontrar más información sobre la Ley de Identidad de Género chilena, además de un paso a paso sobre cómo acceder a ella.

¿Cuáles dirías que son las dificultades que tienen las futbolistas trans para practicar fútbol? 

La discriminación, porque lleva a que la persona que discrimina tenga un rechazo y ese rechazo genera exclusión. Eso es lo que cierra las oportunidades de hacer libremente lo que te gusta. Además, la cultura. Esa cultura donde el varón siempre va a tener el poder, que la mujer es inferior, que el colectivo LGBTIQ+ no debe ser reconocido… Hace falta educación, informarnos y aprender que hay que desbinarizar todos los ámbitos sociales: el color, el juguete, el deporte mismo. Sacar la genitalidad o el género. Estamos empezando a educarnos con una sociedad más libre, los genitales no pueden decir lo que puedes o no puedes hacer: si naciste con vagina, tienes que ser mujer y si sos mujer, tienes que estar con un hombre, en casa, planchando y lavando los platos. Tenemos que dejar de lado la genitalidad, el género y empezar a tratarnos por lo que somos, como personas. 

¿Cómo evalúas las políticas públicas que resguardan los derechos de las personas trans? 

Acá en Argentina se está hablando de cupo laboral trans. Lamentablemente, al hablar de cupo, seguimos hablando de minorías. Me parece que nuestro país está avanzado en cuestiones de derechos en comparación a otros. Hoy por hoy se está avanzando para que las personas trans ocupen un espacio en el servicio público. ¿Falta? Sí, un montón, más que nada porque hay que entender que, al abrir un puesto de trabajo, hay una brecha que sigue abierta que es la educativa. Imagínate: una chica trans que vivió en la calle, prostituyéndose y que no tuvo educación, ¿cuál es la oportunidad de guardar ese cupo laboral? Es importante partir por la educación, brindarle la capacitación para que tenga los conocimientos para desarrollarse en ese laburo y que pueda subsistir. Siempre digo que soy privilegiada porque soy Mara Gómez, soy futbolista y además porque en mi país hay leyes y el Estado nos protege. 

La conquista de los espacios

Como futbolista, Mara aspira a jugar también en otros clubes de la primera división argentina; sueña con ser llamada por un equipo de otro país y, como cualquier otra jugadora profesional, dice que espera crecer “sin ningún tipo de límites”. Sin embargo, y por supuesto, conoce de cerca las condiciones del fútbol femenino en Latinoamérica, donde las exigencias para que una jugadora se comporte como profesional abundan, pero los sueldos son escasos o inexistentes. Para ella, todavía quedan muchos espacios para ir conquistando, tanto para las mujeres que quieren jugar al fútbol como para la comunidad LGBTQ+ y la firma de su contrato es un paso hacia adelante. 

Al inicio de la entrevista me dijiste que nunca esperaste la repercusión mediática que iba a tener tu firma como futbolista profesional, ¿te consideras una pionera a nivel latinoamericano? 

Sí. (Se queda unos segundos en silencio) jamás pensé que iba a ser la pionera. Tuve que luchar, pasé discriminación, exclusión, peleé para estar donde estoy. Estar donde estoy hoy, abriendo un camino, sí me hace ser una referenta para la sociedad. Todo lo nuevo es revolucionario, por eso soy noticia: porque soy nueva y revolucionaria. Sin embargo, es un resultado que no es individual, no es de Mara Gómez, es del colectivo LGTBIQ+, de todas las personas que años antes lucharon por una identidad, que han marchado, arriesgado, reclamado sus derechos; gracias a ellas, yo puedo llamarme Mara Gómez. Esto es abrirle la puerta a oportunidades para las futuras generaciones y que no tengan que sufrir lo que yo sufrí para estar acá. Hoy me siento con la responsabilidad de poner el cuerpo y la voz para poder visibilizar, concientizar, educar, informar, contar mi vida, mi historia desde el amor y el respeto.

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