
El abogado Leonardo Escárate es candidato a convencional constituyente por el distrito 2. Su candidatura independiente nace al alero de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) de Tarapacá, pero también de su participación en distintos clubes de barrio, entre ellos, el CSDC De Cuneta, del que es fundador. En esta entrevista hablamos de las oportunidades que entrega el proceso constituyente: el deporte como derecho constitucional, la recuperación de los clubes de fútbol, los lineamientos de su campaña y la redistribución del poder.
Leonardo Escárate es uno de los candidatos a convencional constituyente por el distrito 2, en el que ha vivido más de 15 años y que comprende las comunas de Alto Hospicio, Camiña, Colchane, Huara, Iquique, Pica y Pozo Almonte. Define su candidatura como independiente, siendo parte de la lista Autonomía Social y Sindical, de la que se siente parte porque, como abogado, trabaja como asesor de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) de Tarapacá, y en esa lista confluyeron tanto la ANEF como la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) de la región. Desde siempre, su vida ha estado ligada al deporte. Hijo de un periodista deportivo, “me crié en las canchas, en las casetas radiales, en los estadios”, explica. Hoy, su vínculo más directo con el deporte es a través de clubes de fútbol de barrio y territoriales: es socio y jugador del Club Deportivo Rubén Godoy, del Club Deportivo Cormudesi (Corporación Municipal de Desarrollo Social de Iquique), y del Club Social Deportivo y Cultural De Cuneta, del que también es fundador. Es además dirigente del Club Deportivo Leones Azules, del que su hijo es miembro.
Con particular cariño recuerda el proyecto del De Cuneta, en la villa Los Alerces de Macul, pues allí siempre se pensó al deporte como trabajo social y formativo. “No solamente se trata de practicar el deporte, de competencia sana, también hay un tema valórico detrás. Se trabaja con niños y niñas en riesgo social y se les busca entregar mucho más que lo meramente deportivo, se ayuda a sus familias y generar un vínculo que permanezca con el club”, cuenta. El club tiene más de 15 años de vida y quienes participaron de este en su infancia, hoy siguen ligados.

¿Cuáles crees que son los mayores impactos de los clubes de barrio?
Son una instancia comunitaria, social, familiar y territorial que genera, por una parte, una sana convivencia en torno al deporte, pero también un círculo social. Las amistades que nacen en torno al deporte son las que perduran por toda la vida, al igual que los valores que se aprenden allí. En ese sentido, creo que la misión de los clubes de barrio es rescatar no solamente lo que implica el deporte competitivo, sino que la esencia de la convivencia. Lamentablemente, el deporte profesional cada vez se aleja más de la gente, de los orígenes, cada vez se olvida más de su rol social y me parece que los clubes de barrio son, precisamente, donde se mantiene esa esencia original de lo que era el deporte, un espacio de esparcimiento, de convivencia, de amistad, de familia y no un espacio meramente lucrativo.
¿Te parece que el impacto de este tipo de instituciones se ha invisibilizado?
Absolutamente. El deporte queda como en un espacio anexo y a los clubes no se les da la importancia que tienen. Eso también pasa por la institucionalidad. Cuando se creó el Ministerio del Deporte, pensamos que las cosas iban a cambiar y al final sigue siendo lo mismo. Los clubes tienen que andar mendigando por ayuda y no se reconoce la labor que realizan. O sea, creen que entregando unas pelotas, unos petos, prestando los recursos para pagar un profe es suficiente. El tejido social comunitario se ha ido debilitando cada vez más y esto no es algo exclusivo del deporte, sino que es propio del sistema en el cual vivimos, que fomenta la individualidad. En ese sentido, los clubes todavía constituyen un vestigio de ese antiguo tejido social que era territorial, que era comunitario. Hoy el mensaje es “sálvate solo y que el de al lado se salve solo también” y no pensar en el colectivo. Los clubes todavía mantienen esa esencia del colectivismo y creo que eso es algo que debería permear al resto de la sociedad y entender que la vida en comunidad tiene que generarse en base a estas estructuras.

¿Qué es para ti el deporte?
El deporte es parte esencial de mi vida y espero que la salud me acompañe y que siga siéndolo. Se convierte en una necesidad, tanto por lo que significa físicamente como en lo mental y en dicho sentido, creo que el deporte es esencial en el desarrollo del ser humano. He venido sosteniendo en esta campaña que en dicha virtud, considerando el deporte como un elemento esencial en el desarrollo del ser humano y del tejido social, es que se tiene que proteger y salvaguardar. La única forma de que así sea es que se le dé carácter constitucional y se reconozca al deporte como un derecho fundamental. Me parece que es vital para tener una sociedad sana, sobre todo hoy en día, considerando los altos índices de estrés, obesidad, sedentarismo, drogadicción, segregación social y en eso el deporte también ha sido una herramienta muy útil que, lamentablemente, ha sido utilizada con otros objetivos y fines políticos.
¿De qué forma te gustaría que quedara incluido en la constitución?
Creo que hay dos ámbitos. Por una parte, hablar de deporte no es solamente hablar de deporte, actividad física y recreación, sino que es hablar de economía, de políticas públicas, salud, educación… cruza un sinfín de materias constitucionales. Hoy en la constitución se trata solamente de forma somera relacionado a la salud y a la educación, pero eso es totalmente insuficiente. Por una parte, sí, el deporte tiene que estar presente en la mirada de todas las materias en las que se vea involucrado, pero el punto principal es que el deporte tiene que por sí mismo estar consagrado como un derecho fundamental. Y agrego algo que me parece no ha estado tanto en discusión: es la oportunidad de que se reconozca el deporte como un patrimonio cultural. El deporte constituye un acervo cultural propio, no solamente cada disciplina, sino que incluso cada club tiene un acervo cultural, tiene su folclor, sus costumbres, relaciones sociales comunitarias, valores, identidad y ese patrimonio debe ser protegido. Desafortunadamente, se ha ido perdiendo el patrimonio cultural que implica el deporte en las diferentes disciplinas y sobre todo en lo que tiene relación con el deporte profesional. En el caso de nuestro país, el deporte es un ejemplo claro de cómo se puede perder el patrimonio cultural que cada club conlleva y ese acervo se tiene que proteger. No es posible que venga una persona, un magnate de turno y pueda decidir, por dar un ejemplo, cambiar el emblema de una institución, como ocurrió con Unión La Calera.
En dicho sentido, me parece que si lo establecemos de esta forma a través de un cambio que va más allá del tema deportivo, sino que en una nueva estructura social, podemos dar el primer paso en la recuperación de los clubes deportivos, en específico, los clubes profesionales y poder terminar con el sistema de sociedades anónimas deportivas que le ha hecho muchísimo daño a nuestro deporte, a nuestro fútbol en particular.

¿Qué otros temas te interesa empujar en una eventual participación en la Convención Constitucional?
Me parece que un tema muy relevante es la reestructuración y redistribución de la forma en que se maneja el poder. Históricamente, Chile ha sido un país en el que el poder ha estado concentrado en una elite política, económica, empresarial, a veces de izquierda, a veces de derecha, pero elite al fin y al cabo. Y las y los ciudadanos lo único que podemos hacer es votar y esperar que 4 u 8 años después, esa persona en la que confiamos, cumpla lo que prometió y responda a nuestro mandato. Me parece que esa época ya terminó, la de la democracia meramente representativa, y hay que pasar a una democracia más participativa que contemple mecanismos de democracia directa. Por ejemplo, el referéndum revocatorio, la moción popular o la figura del defensor del pueblo, la que es específica para defender los derechos fundamentales de los ciudadanos y que está establecida en muchas de las democracias más sanas y modernas del mundo.
¿Agregarías algo más?
Me parece muy importante terminar con el centralismo. Las regiones en nuestro país tenemos mucha riqueza. La autonomía administrativa, fiscal y política, la toma de decisiones, el uso de recursos y la designación de autoridades, es un piso mínimo al cual las regiones deberíamos aspirar en este proceso constituyente. Por otro lado, es evidente que las demandas sociales van de la mano con los derechos de carácter social, educación, salud, vivienda, pensiones o seguridad social. Lo he podido recoger en mi campaña y es de alto interés ciudadano, así que es básico que los derechos sociales se resguarden y protejan como tales. Eso va de la mano con terminar con el principio de subsidiariedad del Estado, el que ha impedido que éste se pueda hacer cargo de estos derechos. Pero no solamente los derechos sociales que todos demandamos, sino que también hay una serie de derechos, y aquí está también el deporte, que el Estado también debería proteger, resguardar y salvaguardar. Deporte, cultura, infancia, género, muerte digna, pueblos originarios, solamente por dar algunos ejemplos de materias que nuestra constitución ni siquiera toca y que quizás mucha gente olvida frente al resto.
Me parece también que el agua tiene que ser sí o sí plasmada como un derecho humano, no solamente el acceso o su consumo, no solo, como algunos han planteado, como un bien nacional de uso público, algo que ya es, sino que como un derecho humano. Y en el mismo sentido, los recursos naturales. Lo ideal sería que los pudiéramos recuperar, pero de no ser así, porque eso va a ser una batalla gigantesca, al menos establecer un impuesto a la extracción, un royalty a la extracción minera o pesquera que estuviera dentro de los parámetros internacionales y no los impuestos ridículos que tenemos hoy en día. Las empresas creen que, y esto es algo que en la región vivimos día a día, creen que pintando una plaza o instalando un par de basureros, financiando una obra cultural, cumplen con su rol social y eso no es así. Y el quinto eje de los que me he planteado como prioridades, dice relación con los pueblos originarios. Estoy en pos de que se garanticen los derechos de los pueblos originarios en toda su extensión, reconociendo como mínimo la autodeterminación de los pueblos, el derecho a tierras, el derecho a consulta y la protección irrestricta de la cosmovisión, la cultura, las costumbres, la lengua y sus usos. Me parece también que es el momento de que Chile reconozca el carácter plurinacional del Estado.
¿Cuáles son las necesidades específicas de las personas de tu distrito?
La mayoría de la gente estima que los derechos sociales son una necesidad importantísima, pero también hay asuntos de alto interés y por eso son prioritarios. Por ejemplo, el tema del agua ha penetrado mucho en la región, sobre todo en las zonas rurales, donde hay una escasez hídrica tremenda. Y, más allá de que vivamos en el desierto, las grandes compañías mineras están consumiendo toda el agua con la que contamos, por lo que es cada vez menor la disposición del recurso hídrico. Asimismo, el centralismo. Hay que considerar que la región de Tarapacá tiene minería, pesca, zona franca, tiene potencial marítimo y energético. Es una región muy rica en cuanto a recursos naturales y con acceso a recursos, pero no los vemos, no los manejamos ni los administramos. Algunos se van a nivel central mientras que otros definitivamente al extranjero, a paraísos fiscales o a cualquier otro lado, mientras nosotros recibimos solo migajas.
Las dificultades de una candidatura independiente

¿Por qué la Lista Autonomía Social y Sindical y no otra?
Trabajo hace seis años como asesor de ANEF Tarapacá y desde ahí fue que se me dio la posibilidad de estar en esta candidatura. Ya nadie quiere a los políticos que creían que estaban por sobre nosotros. Lo que queremos es una persona que sea capaz de defender nuestros intereses y de esa forma yo me planteé. A ese respecto cabe señalar que acá en la región se buscó la posibilidad de una lista unitaria de independientes en la cual se vieran representadas la mayor cantidad de organizaciones sociales, pero no se logró. Estuve dispuesto a ceder mi espacio para efectos de poder encontrar la unidad, pero, bueno, como siempre, los egoísmos impidieron que eso se diera y, dado que mi candidatura nace desde las bases de los empleados públicos, mi lugar es aquí, sin perjuicio de que me hubiese gustado que hubiese habido una unidad, independiente de si hubiera estado mi nombre o no.
¿Te parece un peligro la existencia de muchas listas de izquierda en términos de resultado electoral y que la dispersión termine sobrerrepresentando a la derecha?
Evidentemente, más allá de que uno tiene la esperanza de que no sea así. La derecha sí logró la unidad necesaria, aun cuando para mí son todos iguales, desde el Partido Republicano hasta Evópoli. En cambio la centroizquierda va fraccionada en una serie de listas, lo que, obviamente, puede significar una dispersión y, en definitiva, una sobrerrepresentación. Pero confío en que seamos consecuentes con el mandato del plebiscito de octubre que es un mensaje claro y potente, sobre todo considerando que no solo fue para cambiar la constitución, sino que también para la composición de una convención constitucional y no una convención mixta. Espero que se produzca de algún modo una unidad, que haya candidatos que podamos aunar fuerzas y que esta lamentable situación en la cual no se logró unificar las posturas de la centroizquierda en una menor cantidad de listas, no signifique que al final la derecha sea sobrerrepresentada, porque ya sabemos lo que va a ocurrir si eso pasa. Ellos están aquí para perpetuar el modelo y que no cambie absolutamente nada y si ellos son sobrerrepresentados, el que termina perdiendo es el país. No soy yo, no eres tú, es Chile el que va a perder la oportunidad única de cambiar las cosas.
También me parece importante el recalcar que esto no es solo respecto a la derecha, porque la elite de nuestro país ha estado compuesta también por la centroizquierda y los partidos políticos tradicionales de la exconcertación están en un rango similar a los partidos de la derecha, han sido cómplices de la transición, muchos de ellos complotaron para la realización del propio golpe en la dictadura. Es importante que ellos tampoco constituyan una mayoría porque si los mismos de siempre son los que gobiernan, las cosas van a seguir más o menos igual. Seguramente van a entregar los derechos sociales, no es posible que sigamos con este sistema de pensiones, de salud, con esta estructura educacional, pero hay otras cosas que son súper relevantes, el poder, el poder en sí mismo, quién gobierna, quién manda, cómo elegimos al presidente, qué facultades tiene, el hecho de qué régimen de gobierno tenemos. Esas discusiones son de total y absoluta relevancia.
¿Ha habido un secuestro del proceso constitucional por parte de los partidos políticos?
En gran parte sí. Yo como independiente lo puedo decir desde dentro, las dificultades que hemos tenido no solo en los temas presupuestarios, de infraestructura, de capacidad, de maquinaria, en los que uno no cuenta con la capacidad con la que cuentan los partidos políticos; sino que también por las reglas que se impusieron a la hora de discutir, el sistema electoral que se establece como el de la elección de diputados y que beneficia la estructura de listas y las votaciones partidistas. También, la franja televisiva de propaganda electoral en la que tuve un segundo, una vez (ríe). Es una cuestión que resulta hasta graciosa. En definitiva, todo este proceso se ha visto dificultado y claramente, los partidos lo han tratado de hacer a su medida, pero quiero mantener hasta el último día la esperanza de que somos nosotros los que tenemos la posibilidad de cambiar aquello. Basta con que vayamos a votar. A la elección del apruebo y del rechazo, que fue la que mayor participación ha tenido desde la vuelta a la democracia, fue un 51% del electorado. La mitad. Si parte de esa otra mitad se decide a tomar la oportunidad de darle valor a su voto y de tomar una decisión de cambio, entonces las cosas sí pueden cambiar. Y ahí los partidos políticos van a quedar fuera porque esa mitad no comulga con ellos. De lo contrario, participarían.
Para cerrar, una serie de temas que pueden ser relevantes o controversiales a la hora de discutir la futura Constitución:
- Parlamento, ¿bicameral o unicameral?: Unicameral con carácter de asamblea plurinacional y participación ciudadana a través de un sistema de asambleas o cabildos.
- En términos de tamaño: ¿aumentarlo, disminuirlo, mantenerlo?: La suma de diputados y senadores es exagerada. Se genera una estructura sin representatividad real de nuestro país y su diversidad. Hay un número superior al de parlamentarios necesarios, pero también tiene que cambiar la estructura, tanto del sistema electoral como de la forma en la que se distribuyen los cupos. No es posible que el distrito 10 en Santiago, que son cinco comunas, elija 8 convencionales y toda la región de Tarapacá elija solo a 3.
- Tipo de Estado, ¿central, federado o algo intermedio?: Lo que yo postulo es un estado unitario, pero total y plenamente descentralizado.
- ¿Estado plurinacional?: Sí.
- Aborto y protección de la vida antes de nacer: Es difícil hablar de estos temas desde la posición de un varón, pero me parece que lo que hay que proteger acá son los derechos sexuales, reproductivos y la libertad de que cada mujer pueda decidir en relación a su cuerpo. Me parece que el aborto tiene que ser legal y protegido porque también es un tema de salud pública. En nuestro país, la que tiene dinero, aborta y la que no tiene dinero, aborta corriendo el riesgo de morir.
- Tribunal Constitucional: Debe haber un organismo de control constitucional porque, de lo contrario, no podemos asegurar que esta se respete por el resto del ordenamiento. Pero ese órgano de control constitucional no puede tener un carácter político como el que tiene hoy, que ejerce prácticamente como una tercera cámara. Tiene que ser un órgano técnico-jurídico especializado y autónomo para controlar que se cumpla con los mandatos constitucionales.
- Períodos presidenciales: Cuatro años es más que suficiente y las reelecciones tienen que ser limitadas. La posibilidad de una reelección, para efectos de dar continuidad a un trabajo cuando efectivamente la ciudadanía estime que se está realizando de buena forma, debiese ser una posibilidad.
- Estado presidencialista o parlamentario: Lo que más se adecúa a nuestro país es un sistema mixto. Tenemos una tradición hiperpresidencialista que no puede continuar, pero pasar desde ese extremo al parlamentarismo de un momento a otro, no sé si es plausible. Estoy a favor de un sistema mixto donde se contemple la figura de un presidente o primer ministro de la mano del parlamento, estableciendo de este modo el equilibrio y el control de los poderes.
- Carabineros y fuerzas de orden: Carabineros es una institución que no da para más y no es suficiente su refundación: tenemos que hablar de una disolución de Carabineros y de la cual emerja un nuevo cuerpo policial con principios totalmente distintos. Aquí hay que pensar que la estructura de nuestras fuerzas armadas y carabineros, completamente militarizadas, es propia del contexto en el que nacen, en dictadura y en un marco de guerra fría. En ese sentido, me parece que la policía no puede tener un carácter militarizado, Carabineros no puede tener un carácter beligerante, sino que su labor tiene que ser preventiva, de ayuda social y tienen que realizar una labor en la cual siempre los derechos fundamentales y el respeto a los Derechos Humanos estén en el centro. Lo mismo ocurre con las fuerzas armadas. Si queremos terminar con la constitución de Pinochet, también tenemos que terminar con las instituciones que Pinochet dejó y parte de esas instituciones son precisamente las fuerzas armadas y carabineros.
- Iniciativas populares de ley: Estoy a favor de todos los mecanismos de democracia directa y participación que pudiéramos establecer. Referendos revocatorios, moción popular, que es la facultad legislativa en el pueblo, pero también, y eso no se toca tanto, la posibilidad de contar con un defensor del pueblo, o del ombudsman, una figura específica, estatal, para la protección de los derechos fundamentales. Hoy tenemos un sistema en el que si se vulneran tus derechos fundamentales, solo existe el recurso de protección, que supuestamente está para salvaguardar los mismos, pero no contempla todo el catálogo de derechos constitucionales. Y, si bien se establece que no requiere patrocinio letrado, si quieres que te vaya bien en un recurso, vas a tener que contar con un abogado. Así como existe la defensoría laboral o la defensoría penal pública, también debería existir el defensor del pueblo para que, precisamente, el Estado se haga cargo de la defensa jurídica ante la vulneración de los derechos fundamentales. Y, por último, el derecho a un plebiscito en aquellos temas que sean controversiales para que no se decidan entre cuatro paredes.
- Mecanismos de destitución de autoridades electas: Estoy a favor y no solamente en relación al presidente, sino que en todos los cargos de elección popular.