
Jorge Salvador
El aún abierto proceso constituyente ha puesto sobre la mesa distintos y diversos debates en materia de derecho a la ciudad. Este último entendido como la posibilidad de las personas para decidir sobre las directrices de los espacios y actividades que componen las ciudades; y, por otra parte, la vinculación entre la ciudad, el derecho al deporte y el rol del estado en la promoción activa de su puesta en práctica.
Actualmente, dos clubes deportivos amateur, sin necesariamente plantear estos temas, ven enfrentados ambos intereses en la defensa de los espacios físicos en que se ubican las canchas de fútbol que desde siempre han ocupado, pasando a llevar su uso histórico y valor patrimonial. En concreto, nos referimos a los equipos Club Alianza Bellavista del Barrio Norte de Concepción y el Club Deportivo Coilaco de Temuco. Ambos comparten ser del sur de Chile, sus colores tradicionales son el amarillo con el azul, y también la defensa de sus canchas respectivas. A continuación, analizamos sus casos desde la voz de sus representantes, conociendo parte de su historia y también el contexto en que se da su lucha.
Club Deportivo Coilaco
Coilaco es un equipo de fútbol amateur de Temuco por el que han pasado diferentes generaciones de jugadores en su historia. Gran parte de esta historia está ligada a su cancha ubicada a los pies del icónico cerro Ñielol de la ciudad. Conversamos con la directiva del club, a través de su dirigente Marcelo Mellado, sobre la situación que atraviesan actualmente en el proceso de defensa de su cancha.

“El club deportivo Coilaco se funda el año 1933. Nosotros estamos cumpliendo 88 años en el 2021, tenemos ocho series deportivas en las que competimos a través de la Federación de Fútbol Amateur de Temuco, teniendo en el registro del año 2019 alrededor de 600 jugadores inscritos. Contamos con socios, pero funcionamos principalmente a través de la autogestión. Esta cancha debe ser ocupada desde hace, por lo menos, unos 70 años. Según las investigaciones que hemos hecho, este sector fue un terreno indígena, después lo ocupó la gente que venía de atrás del cerro (Ñielol) para dejar carretas, estaremos hablando del año 1940. Luego, en algún momento fue cerrado, incluso no existían los establecimientos que colindan con la cancha, era un campo abierto”.
El verdadero conflicto: “Las Acacias”
Actualmente, el lugar en disputa colinda con dos establecimientos educacionales de la ciudad. El club previamente ya había tenido conflictos por el uso de ese espacio y posibles modificaciones de los recintos educativos, cuestión que no representa el problema de fondo del terreno en disputa.
“Cuando se instaló el liceo, empezamos a tener conflicto, hace unos diez años atrás, porque el director no permitía que ocupáramos la cancha. Argumentaban que cuando hacían clases, aparecía el día lunes muy sucias. Tuvimos problemas con eso y, a través del presidente de la junta de vecinos y la directiva del club, solicitamos una reunión con el entonces alcalde Becker, de ahí pudimos hacer uso de la cancha los sábados y domingos”.
En primera instancia se entendía que no habría problema entre los intereses de las instituciones educativas próximas a este lugar. El mismo club había dado a entender que no existían inconvenientes con ellos ni con los vecinos. Sin embargo, la situación fue descubierta por sorpresa para quienes forman parte de Coilaco.

“Durante bastante tiempo existió el rumor de que se iban a mejorar ambos establecimientos. Nosotros sabíamos que en algún momento vendría una remodelación, un mejoramiento, cosa que nunca se concretó. A nosotros, como club deportivo que hace de local hace muchos años ahí, nunca se nos invitó a las reuniones, no se nos hizo partícipes de una consulta ciudadana, eso es a lo que apelamos porque nunca supimos, hasta el año pasado, que esos dos proyectos asociados tenían un tercer proyecto, la extensión de la calle ‘las Acacias’. Fue un impacto enterarnos de ese proyecto y, a través de transparencia, el equipo de muchachos que estamos trabajando hicieron una solicitud a la municipalidad y al Ministerio de Educación y así conseguimos planos, antecedentes y nos dimos por enterados de que la mitad de la cancha pasaría a ser la calle que está a los pies del cerro”.
El club, ya al tanto de esta nueva situación, inmediatamente intentó conocer la opinión de las autoridades, solicitando alguna posible solución, cuestión que no fue positiva para el club.
“El problema no es nuestro, es del municipio. El municipio podría haber hecho todo legal, considerándonos. Nosotros hemos participado en competencias de verano organizadas por ellos, no podrían decir que nos desconocen, no es desconocida nuestra existencia y pese a eso, no nos hicieron una consulta ni a nosotros ni al barrio. Fuimos categóricos; no nos oponemos al mejoramiento de escuelas o de una escuela en particular. La respuesta de ellos también fue categórica: ‘ustedes, ninguna opción’, la cancha se pierde y nosotros nos retiramos. Actualmente, tenemos un recurso de protección, el cual está vigente en la corte en una etapa de alegatos que ya se ha postergado cinco veces, cinco semanas, por uno u otro motivo”.
Las actividades en pandemia: “1 kilo + 1 kilo = Coilaco” y la marcha
En paralelo, Coilaco, al igual que todo el mundo, se ha visto afectado por el contexto pandémico, cuestión que no ha impedido movilizaciones, mesas de trabajo ni campañas solidarias.
“Al momento de presentar el recurso, realizamos una marcha que hicimos por las calles de Temuco en cuarentena, en la que estuvimos alrededor de doscientas… doscientas y tantas personas. Hicimos también la campaña ‘1 kilo + un 1 kilo = Coilaco’ el año pasado, también en cuarentena, donde juntamos casi una tonelada de alimentos no perecibles y los repartimos a la gente que estaba más necesitada en ese momento”.

Podríamos decir que nadie desea una situación como esta, pero también invita a reflexionar sobre cómo agrupaciones deportivas, impedidas de hacer sus actividades con normalidad, ven fortalecidos sus lazos, sus vínculos y su sentido de pertenencia.
“Entremedio de esta lucha se han hecho más actividades para fomentar también el tema de la permanencia, actividades extraprogramáticas como celebrar los aniversarios en la cancha, se han hecho festivales ahí, curantos, y en este momento hay un parque de árboles nativos”.
Club Alianza Bellavista
En Barrio Norte de Concepción se encuentra la población Teniente Merino II, lugar donde se ubica el Club Alianza Bellavista, el que nace desde la gente que llegó a esta nueva población en la década de los 70. El club se encuentra en conflicto desde el año 2020 por mantener la ubicación del lugar en el que siempre han practicado deporte, por ello sostuvimos una conversación con Eric Riquelme, vocero y jugador del Alianza Bellavista, para conocer parte de su historia y el contexto actual de sus demandas.
“El Club Alianza Bellavista tiene 48 años de existencia. Se fundó en el año 1972 y tenemos un espacio deportivo que hemos utilizado por casi 48 años. Nuestro club deportivo se centra y radica en la población Teniente Merino de Concepción. Es un club deportivo popular en el que muchas familias van a disfrutar del fútbol. Nuestra población se funda el año 1973 y se llama Teniente Merino II porque la mayoría de la gente viene de la toma de la Teniente Merino I, radicándose en nuestra población y ve la necesidad imperiosa de poder practicar un deporte, de tener un club deportivo. En esos años, el fútbol era el único deporte que se practicaba en los barrios populares. Entonces los fundadores de nuestra población, vecinos, vecinas, fundan el Club deportivo Social Alianza Bellavista. Hoy somos 450 jugadores y jugadoras inscritos en el 2020, pues tenemos equipo masculino y femenino”.

Conflicto sociopolítico deportivo
Al igual que en el caso anterior, se repiten la sorpresa, la falta de consultas y el enterarse por sorpresa de la ocupación de la cancha con los procesos administrativos ya iniciados y ya preparados para su ejecución, cuestión que obviamente se superpone a la opinión que pudiesen tener las personas ligadas al club o al barrio.
“Nosotros hemos definido que acá existe un conflicto social, político y deportivo. Actualmente quieren construir viviendas sociales en nuestra cancha. Nos dimos cuenta cuando asistimos a las sesiones de la modificación del plan regulador comunal, que eran públicas. Esto fue el año pasado y en una sesión, muestran la imagen objetivo de este plan regulador. En un documento figuraba una parte que era de ‘equipamiento deportivo’ en el que se buscaba proteger los espacios deportivos de la comuna, pero, para sorpresa nuestra, no estaba nuestra cancha. Es la única que no está incluida en este plan. A la semana después ingresa maquinaria a la cancha a realizar estudios topográficos, algunas mediciones de terreno, y ahí fue donde empezamos a sospechar la posibilidad de construcción de algo”.
Al enterarse de la construcción de viviendas sociales y de no tener respuestas por las autoridades, el club comienza a gestar movilizaciones e intervenciones en otros espacios deportivos.
“Empezamos a hacer movilizaciones en la calle, cortes de tránsito con barricadas, porque era nuestra forma de manifestar nuestro descontento con lo que estaba sucediendo a nuestra espalda. Una manifestación muy importante que hicimos fue la irrupción en el torneo Challenger de tenis que se disputó acá en la zona porque, si bien es fundamental que podamos fomentar el deporte, también es esencial que los deportes sin excepción sean aplicados de forma transversal a los distintos estratos sociales. Era contraproducente que el SEREMI de deportes estuviera fomentando un encuentro deportivo a cien metros de donde está nuestra cancha de fútbol. Teníamos que hacer algo, tenemos que visibilizar nuestra demanda, así que eso fue lo que hicimos, irrumpimos en el Challenger. Fue algo corto, nos metimos a la cancha, salimos en los medios de comunicación y se visibilizó nuestra demanda”.
El “diálogo” con autoridades y la propuesta del club
A raíz de las manifestaciones, las distintas instancias comunales y gubernamentales de la región establecieron canales de diálogo con representantes del club, quienes, además de mostrarse abiertos a dialogar, han entregado opciones al comité de vivienda al cual nunca se han opuesto.
“A raíz de esas movilizaciones se concretaron mesas de diálogo con distintos actores políticos de la comuna como los Seremis, también el alcalde de Concepción, pero resulta que estas mesas de trabajo nunca llegaron a buen puerto. Las autoridades quedaron de darnos respuestas en un mes y esto fue en enero, estamos en abril y hasta el día de hoy no tenemos respuesta. Entonces seguimos movilizados, pero también entendiendo el contexto en el que estamos, porque tampoco queremos arriesgar a nuestra gente en esta crisis sanitaria”.
La propuesta del club consiste en la utilización de otro terreno contiguo que es más extenso y accesible, pero que encuentra resistencia de algunos actores del comité de vivienda y autoridades.
“Nuestra cancha es de 16 mil metros cuadrados y este terreno contiguo es de 18 mil. Ahí se ubicaba un centro del Sename que funcionó hasta hace dos años y ahora está absolutamente vacío, están las instalaciones, pero está abandonado. Lo que nosotros hemos dicho, y es una propuesta que presentamos y que acogió el alcalde de Concepción, es que las viviendas sociales se realicen en ese terreno que es mucho más grande y que beneficia a cien familias más de las que están actualmente comprendidas en el proyecto original, pasando de 260 familias beneficiadas a 360. Hemos planteado esta propuesta al SERVIU, la constructora también se ahorraría mucho dinero en términos de costo de materiales, porque estarían al lado de una avenida principal. Pero hemos chocado con la terquedad de distintas personas, por ejemplo, el padrino del comité de vivienda, que estaba constituido hace 8 meses, es Enrique van Rysselberghe, hermano de Jacqueline van Rysselberghe y diputado del distrito 20. La dirigente del comité de vivienda es del mismo sector político y actualmente es candidata a concejala por Concepción. Hay un fuerte conflicto de interés con los Seremis, están todo cuadrados con construir en la cancha”.

Finalmente, ¿cómo debemos entender el derecho a la ciudad, a la vivienda y el deporte?
Quizás no exista una contradicción en la defensa de algún derecho por sobre otro. Ambos casos, Coilaco y Alianza Bellavista, han enfrentado la planificación de una ciudad, la construcción de viviendas sociales, sin oponerse al mejoramiento en la calidad de vida de otras personas ni tampoco que se les entreguen soluciones. Queda manifiesto que el logro de consagrar derechos a futuro pierde sentido cuando no se involucran a las personas, que son quienes soportan los efectos de políticas públicas inconsultas. Al respecto, Riquelme cerró:
“Para nosotros hoy día es fundamental que el deporte sea garantizado como un derecho fundamental en la nueva Constitución. Creemos que este proceso va a abrir varias cosas y estamos potenciándolo, esperando que se garantice también el derecho a la vivienda. Es claro que ambos son primordiales y necesarios, pero tienen que vivir armónicamente, no debe estar uno sobre el otro, sea cual sea. En ese sentido, lo que queremos es que el terreno pueda estar a nombre de nuestro club deportivo y estamos organizándonos, haciendo todas las acciones que sean necesarias para poder conseguirlo”.