
El sábado durante la mañana, muchos y muchas nos encontramos cara a cara en esta todavía extraña virtualidad para discutir sobre el fútbol que queremos y el que hacemos desde nuestros territorios.
Escuelas populares, colectivos de hinchas que buscan recuperar sus clubes, medios de comunicación alternativos, organizaciones de impulso a la gestión, editoriales, clubes deportivos territoriales, filiales y espacios culturales. Hinchas de muchos clubes sin distinción de camisetas (incluyendo a Colo Colo, Universidad de Chile y Universidad Católica, o Everton y Santiago Wanderers) nos sentimos parte de esta convocatoria y llegamos en masa a hablar no del otro fútbol, sino que de nuestro fútbol, de ese territorial, democrático y de la gente, del fútbol que siempre ha sido.
La fuerza y, por qué no, el potencial de este espacio de organización es manifiesto. Hoy somos ya decenas de colectivos los que no solo nos organizamos ideológicamente, sino que también damos pasos para la vinculación territorial, avance necesario para lograr el anhelado sueño de recuperar nuestro deporte. La organización y articulación se hacen doblemente necesarias al tiempo de que la lucha que protagonizamos es una lucha no solo por recuperar al fútbol, sino que también simbólica: arrebatarle al poder, al capital, algo más de lo tanto que nos ha sido usurpado en pos de una modernidad que solo llega para algunos.
Esta organización, estos espacios que se abren nos ilustran, también, que el trabajo que desarrollamos en nuestros territorios y nuestros espacios está entrelazado y es más masivo de lo que el relato comunicado nos hace entender. Es un discurso que no solo es incómodo, sino que complica a quienes hoy detentan el poder y a las estructuras que siempre los han favorecido en desmedro del pueblo. Quizá la señal más fuerte de que esto no es solo parte del discurso, fueron las amenazas que recibió parte del equipo organizador y el hackeo del que fue víctima este encuentro nacional, con mensajes misóginos y alusiones a “zurdos de mierda”. Consignas que dejan en claro qué sector fue el que se sintió atacado cuando decidimos organizarnos para recuperar lo nuestro..
Nuestra voluntad es más fuerte, no obstante, y aquello no fue más que un leve contratiempo. Nuestro espacio no es solo virtual, sino que también real y físico, y el del sábado fue un paso más en esta organización nacional que, atravesando localidades y camisetas, pero entendiendo las particularidades de cada territorio, busca que el fútbol que hacemos y vivimos, sea el que nos representa a todos. Que vuelva a ser nuestro, que vuelva a ser de su gente.
Nuestro segundo paso será, entonces, en un par de semanas. Vincular la presencialidad territorial que establecimos, con nuestra memoria histórica. Y seguiremos avanzando.