Históricas y olímpicas: nuestra llegada a Tokio

Yanara Aedo y Daniela Pardo. Fuente: www.contragolpe.cl

María José Herrera Soto, exjugadora del Campus Juan Gómez Millas, Universidad de Chile (2004-2010).
Fundación Mátrida

La clasificación de la Selección Chilena de Fútbol de mujeres a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, sin duda, es un evento histórico para el deporte nacional y para el fútbol en general. Sí, todo el fútbol, no sólo el llamado “femenino”.

Es histórico porque compete, a la vez, a todas las microhistorias de mujeres de distintas generaciones que hemos soñado con llegar a una instancia como aquella. La niña que jugaba, media escondida con el hermano, la mejor e imaginada final del mundo, a pesar de que muchos adultos le dijeron que no era un deporte para señoritas. La mujer adulta que hace malabares para coordinar todo su tiempo y compromisos laborales y familiares para alcanzar a llegar al partido de la liga. También en este triunfo histórico está la mujer que nunca pudo jugar como quiso por la discriminación, la opresión y la castración del sistema patriarcal que vivimos; aunque no le lograron quitar el seguir vibrando con cada gol del equipo por el que hincha.

Este triunfo es el producto de años de luchas y de trabajo no sólo dentro de la cancha, sino también fuera de ella por parte de agrupaciones de mujeres hinchas y de jugadoras amateurs dispersas por distintas zonas del país. Un gran hito fue, por ejemplo, el nacimiento de la ANJUFF a mediados de 2016 ante la gran desigualdad existente al comparar el precario fútbol femenino y el millonario fútbol masculino profesional, lo que se evidencia en las malas condiciones para entrenar y en el incumplimiento de derechos laborales hacia las mujeres del fútbol. Algo que continúa y que, por supuesto, repercute en el nivel futbolístico y competitivo de los equipos, del campeonato nacional y de la propia selección chilena.

Por tanto, es urgente que se revierta la actual situación de inequidad que se ve en el fútbol y que denota una violencia patriarcal de las más evidentes en nuestra sociedad, reflejada en la eterna invisibilización de una realidad que no aguantó más y escapó de los intersticios de las vetustas estructuras sociales, demostrando que las mujeres también hacen, juegan y viven fútbol. Lo vemos en el periodismo deportivo, donde recién ahora, en el año 2021, se empiezan a asomar mujeres al micrófono del clásico comentarista hombre. Lo seguimos viendo y experimentando al leer los comentarios machistas y misóginos de “hombres del fútbol” o en el mismo trato de los medios de comunicación tradicionales cuando dan una noticia acerca del fútbol hecho por mujeres.

Sabemos que hay individualidades masculinas que lo entienden, que saben que esto tiene que cambiar, pero eso no es suficiente. Es imperante que los filamentos internos de las instituciones ligadas al fútbol cambien. Por supuesto, y más que ninguna institución, es necesario que la ANFP cambie. Este nuevo proceso que se inicia con el triunfo y clasificación a las Olimpiadas debe ser leído desde esas cúpulas del fútbol como algo que ya no pueden dejar bajo la alfombra, ni aparecer sólo cuando se gana algo importante: es hora de hacerse cargo como Asociación Nacional del Fútbol Profesional. ¿O vamos a seguir con la situación actual y nefasta de los clubes de fútbol, donde las mujeres tienen poco o nada de derechos y menos sueldos dignos? ¿Qué va a pasar con el fútbol formativo, seguirá en manos del privado el acceso a jugar a la pelota y a entrenar desde niña? ¿Qué dice al respecto el Ministerio del Deporte y el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género? Seguramente, nada.

Esto no puede seguir así. Tampoco sigan subiéndose al tren de la victoria, porque ese triunfo no es de ustedes, sino que es de cada jugadora de club profesional o amateur que hace lo imposible por poder entrenar y jugar, incluso, pagar para hacerlo. Solo recae en quienes han aportado de verdad en este camino de profesionalización del fútbol femenino, que incluye también a cuerpos técnicos y familias.

Más aún, esto es un triunfo de ellas, de las jugadoras que estuvieron dentro y fuera de la cancha enfrentando a una potente Camerún y, también, de todas nosotras que venimos haciendo fútbol desde hace décadas, desde los distintos roles y espacios asociados al fútbol. Es por eso que la clasificación a las Olimpiadas lograda por la actual selección de mujeres, la sentimos como de todas y sé que ellas lo saben. En ese llanto colectivo, en esa emoción que vimos por la TV, en ese abrazo de Yanara Aedo y Daniela Pardo, ahí estábamos todas las que seguimos soñando con la libertad de hacer lo que más nos gusta: jugar y vivir fútbol.

Equipo completo. Fuente: www.teamchile.cl

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