
Por Cesc Ballester
La selección de fútbol de Kosovo se enfrentó el miércoles 31 de marzo a la selección española, partido jugado en Sevilla y que terminó con victoria de España por 3 goles a 1. A priori, un partido más entre dos combinados nacionales. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: España se enfrentó a un territorio al que no reconoce como país.
¿De dónde nace este conflicto? La explicación es compleja, pero no se puede dejar de mirar a otros dos pilares básicos del mismo: Serbia y Albania, los que de manera directa o indirecta reclaman históricamente a Kosovo para sus proyectos imperiales (La Gran Serbia y la Gran Albania, respectivamente).
Un conflicto sociopolítico que tiene en el deporte un altavoz más de su propaganda nacional.
Kosovo
El territorio Kosovar, reconocido como país en 2008, tiene cerca de 1,8 millones de habitantes divididos, como el resto de los Balcanes, en diferentes etnias. Así pues, la mayoría son de etnia albanesa (88%) mientras que el resto se dividen en serbios, bosnios, macedonio-romanos y turcos.
Otro hecho diferencial que caracteriza al resto de países y territorios de la antigua Yugoslavia, es la religión. Kosovo, por ejemplo, está formada mayoritariamente por musulmanes (92%) seguidos muy de lejos por los católicos ortodoxos (6%). Estas dos religiones son relevantes, pues son las mayoritarias en Albania y Serbia, respectivamente.
La economía de Kosovo es una de las más pobres de Europa, gravemente debilitada por los asuntos internacionales que no acaba de cerrar y por depender energéticamente de Serbia, país al que pertenecía este territorio. Su principal fuente económica es la agricultura, el comercio industrial y la explotación mineral, pero sobre todo los apoyos económicos de kosovares en el exterior y la asistencia extranjera, las que en conjunto superan el 47% del PIB. La cesantía (superior al 30%) y el narcotráfico marcan también la actividad económica. Es, de hecho, uno de los principales puntos de distribución de heroína a Europa, formando una conexión en cadena con Afganistán y Turquía.
Proceso independentista Kosovar
Para entender el proceso de independencia de Kosovo, hay que remontarse a la época de Tito, presidente de Yugoslavia entre los años 1953 y 1980. Las fronteras de Yugoslavia con Albania permanecieron cerradas mucho tiempo debido al temor de una entrada masiva de inmigración albana. Tito decidió abrir dichas fronteras por los años 60, gesto que provocó un masivo movimiento de albanos hacía Kosovo. Esta migración, las divisiones étnicas entre barrios que se generaron, las diferencias en tasas de natalidad entre dichas poblaciones y segregación que se apreciaba en la existencia de escuelas albanesas y escuelas serbias fueron un caldo de cultivo en el que la situación en Kosovo entre serbios y albanos se preveía insostenible, considerando además la entrada de Slobodan Milosevic al poder en Serbia. Milosevic fue presidente de Serbia y luego presidente de la República Federal de Yugoslavia antes de ser juzgado en la Haya por genocidio y crímenes de guerra.

«Nitko neće da Bije Srspki Narod» (Nadie volverá a golpear jamás al pueblo serbio)
Ante las discriminaciones recibidas por los serbios en Kosovo, Milosevic, entonces presidente de La Liga de Comunistas de Yugoslavia, fue enviado al ayuntamiento de Kosovo Polje en 1987, con el objetivo de calmar a los serbios. Ante las quejas de sus paisanos, Milosevic versó un discurso cuya frase central dejaba claras sus intenciones: «Nitko neće da Bije Srspki Narod» (Nadie volverá a golpear jamás al pueblo serbio). Este discurso fue muy apoyado por la población serbia y acabó dándole la presidencia dos años más tarde.
A inicios de 1989, el ahora presidente serbio impulsó una nueva Constitución que redujo la autonomía de Kosovo y durante las manifestaciones que ocurrieron contra ese proceso murieron muchos albaneses, ya que las manifestaciones fueron violentamente reprimidas por las fuerzas de seguridad serbias. En junio de ese mismo año se conmemoró el aniversario 600 de la batalla de Kosovo, que significó, por aquel entonces, la conquista de Serbia por los otomanos. Este evento fue seguido masivamente por los serbios, cifrando en aproximadamente 1 millón los asistentes a los actos de Gazimestán, actos que fueron boicoteados por Croacia, EEUU, Europa y la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN).
En este contexto, Milosevic pronunció un discurso lleno de simbolismo nacionalista serbio. Un discurso que mezclaba historia reciente con leyendas medievales y criticaba duramente la pasividad de Serbia alentando a un cambio drástico de esta situación.

“El Kosovo heroico ha alimentado nuestro orgullo y nuestra creatividad durante seiscientos años, y nos impide que olvidemos que hace tiempo, Serbia era una nación grande, valiente y orgullosa, que permaneció imbatida aun en la derrota. Seis siglos más tarde, estamos comprometidos en nuevas batallas, que no son armadas, aunque tal situación no puede excluirse aún. En cualquier caso, las batallas no pueden ganarse sin la resolución, el denuedo y el sacrificio, sin las cualidades nobles que estaban presentes en los campos de Kosovo en aquellos días del pasado”. [1]
Este discurso fue para muchos el detonante final que llevaría a la guerra y los consecuentes bombardeos de la OTAN justo una década después.
Milosevic cumplió su palabra y, tal como hicieron décadas antes los albaneses, aplicó políticas muy duras contra la población albanokosovar tales como una reorganización administrativa para favorecer a la minoría serbia, persecución de la cultura albanesa, cierre de medios de comunicación, eliminación de programas de educación albanos, y una oleada de violencia por parte de la policía serbia a la población albanokosovar.
La cumbre de estos ataques llegó con la disolución del Parlamento kosovar el 5 de julio de 1990 y cuya consecuencia directa fue la formación de otro parlamento “en la sombra”, compuesto por los miembros albanokosovares del primero. Así pues, en la ciudad de Kaçanik el 7 de septiembre del mismo año se firmaba una nueva Constitución que implicaba la aplicación del derecho a la autodeterminación, aunque, propugnaba una república dentro de la Federación Yugoslava y no un estado independiente.
Un año después, en septiembre de 1991, se celebró un referéndum con una participación del 87% de los electores y en el que el sí a una república Kosovar fue mayoritario (99% de los votos). El 18 de octubre, el nuevo Parlamento proclamó la independencia, la que fue reconocida solo por Albania. El polémico proceso siguió adelante y, en los años posteriores, tuvieron lugar dos consultas electorales, en 1992 y en 1998. Las victorias en estas elecciones supusieron la creación de las estructuras paralelas del Estado kosovar y su escalada violenta por el Ejército de Liberación Kosovar (UÇK). Con la respuesta a estos ataques por parte de Serbia empezó, oficialmente, la guerra Serbio-Albanesa en 1998 provocando la atención de las potencias mundiales del momento.
En este contexto, la OTAN resolvió que «se constata un uso excesivo e indiscriminado de la fuerza por parte de las fuerzas de seguridad Serbias y el Ejército Yugoslavo», exigiendo a Milosevic el cese de hostilidades y, ante su negativa, la activación de un operativo que permitía acciones de castigo en la zona (materializado el 24 de marzo de 1999). Después de 78 días de bombardeos se produjo la rendición de Serbia mediante un plan de paz que suponía la retirada de tropas de territorio kosovar.

Las bombas cayeron sobre edificios civiles, convoyes humanitarios, autobuses e incluso columnas de refugiados. Aunque no hubo una estimación exacta del número de víctimas civiles —tanto serbias como albanokosovares—, los medios se hicieron eco especialmente de dos matanzas: la destrucción de un tren de pasajeros cuando atravesaba un puente y el bombardeo de una columna de refugiados albaneses, ambos ocurridos en abril.
Finalmente, y tras negociaciones con la Unión Europea, Kosovo declararó de manera oficial su independencia, la que es solo parcialmente aceptada, ya que países como Serbia o la ya mencionada España, no la reconocen.
El Estado español y su cambio radical de postura sobre Kosovo
La postura sobre Kosovo por parte del Estado español no ha sido siempre inamovible. El no reconocimiento actual del país poco tiene que ver con la postura que mantuvo durante el conflicto de independencia entre Serbia y Kosovo. El primer bombardeo de la OTAN sobre Serbia fue ordenado por su secretario general de aquel entonces, el español Javier Solana. Es decir, la postura del Estado español era favorable a la independencia de Kosovo en un principio.
Es durante el tramo final del proceso independentista kosovar que cambia la postura española, pues el 17 de febrero de 2008, después de casi una década del inicio de la intervención de la OTAN, Kosovo declaró su independencia de forma unilateral, sin la aprobación por parte del gobierno serbio. Este suceso se tradujo en un no reconocimiento por parte de España (y muchos otros países, incluida toda Sudamérica exceptuando a Perú, Colombia, Guyana y Guayana Francesa) quienes, hasta la fecha, no consideran a Kosovo como un estado independiente y soberano. Uno de los argumentos principales para este no reconocimiento es que la unilateralidad utilizada por Kosovo puede ser una puerta que se abre para los distintos procesos independentistas. En particular, para aquellos que tiene el Estado español como pueden ser Catalunya o Euskadi. Aunque todo sea dicho, las autoridades kosovares se afanan en eliminar toda posible analogía.
Selección nacional de Kosovo
La selección nacional de fútbol de Kosovo es miembro de la Unión de Federaciones Europeas de Fútbol (UEFA, por sus siglas en inglés) desde el 3 de mayo de 2016 y de la Fédération Internationale de Football Association (FIFA, por sus siglas en francés) desde el día 13 del mismo mes.
El camino hacia la oficialidad de la selección de este territorio le llevó algún rechazó, como el de mayo de 2008, donde fue discutida por la FIFA y rechazada en octubre de ese año tras decidir que no se cumplía el artículo 10 de los estatutos FIFA, pues «solo un estado independiente reconocido por la comunidad internacional puede ser admitido en la FIFA». Este revés supuso también que se le prohibiera jugar partidos amistosos internacionales.
Ingreso en la FIFA
En septiembre de 2012, algunos jugadores albaneses o de descendencia albanokosovar escribieron una declaración dirigida al presidente de la FIFA pidiéndole que permitiera a la selección de Kosovo jugar partidos amistosos. Unos meses antes, se había permitido inicialmente su participación en encuentros amistosos, la que fue retractada poco después debido a las quejas de la Asociación de Fútbol de Serbia.
El siguiente paso en este camino vino el 13 de enero de 2014, cuando la selección de fútbol recibió el permiso para realizar amistosos contra otros países miembros, pero con dos condicionantes. Por un lado, no se podrían enfrentar a países que hubieran formado parte de Yugoslavia y, por otro, se prohibía mostrar símbolos nacionales como banderas, emblemas o incluso hacer sonar el himno nacional.
El primer partido amistoso fue contra Haití el 5 de marzo de ese mismo año, un partido que más allá del empate, saltaría a la notícia por la fotografía de los jugadores seleccionados posando con armas de fuego en los vestuarios. Ese año resultaría clave, ya que el 13 de mayo, la selección de fútbol fue admitida de pleno derecho en una votación ajustada, con 28 votos a favor -entre los que estaba Albania- y 24 en contra, entre los que estaban Serbia y España. Así, se convertía en la federación número 210 de la FIFA.
Una vez dentro de la Federación Internacional de Fútbol, la entrada a la UEFA era cuestión de tiempo: en mayo de 2016, el comité ejecutivo del organismo aprobó la petición de la federación kosovar en una ajustada votación, con 28 votos favorables y 24 en contra.
El no reconocimiento español de la selección kosovar

El partido del miércoles 31 de marzo de 2021 fue el primero que enfrentó a las selecciones nacionales de España y Kosovo. El primero entre las dos selecciones de fútbol absolutas, pero antes de éste, han habido otros enfrentamientos en categorías inferiores y en otros deportes, los cuales no han estado exentos de polémica. En 2019, la UEFA arrebató a España el hospedaje de un torneo de fútbol sub-17 por no permitir la bandera del territorio kosovar y en 2018, en el mundial de kárate celebrado en Madrid, se impidió a los kosovares competir con su uniforme, ya que esta lucía los colores nacionales.
A estas disputas se ha de sumar la ultima acontecida en redes sociales, donde, para dar a conocer a los rivales la selección española, la cuenta oficial de dicha selecicón se refirío a Kosovo cómo territorio de Kosovo, provocando reacciones adversas entre los kosovares que amenazaron incluso con no jugar el partido.
La victoria española por 3 a 1 no será de ninguna manera el cierre del conflicto entre España y Kosovo. Un conflicto que tiene raíces históricas entre países con intereses sociopolíticos cruzados y que deja ver, una vez más, que el deporte, y en concreto un deporte de masas como es el fútbol, no es ajeno a los procesos históricos de las sociedades.
Bibliografía
– Díez Romero, J. (2013) El conflicto de Kosovo en la prensa española: del interés al olvido. Historia y Comunicación Social. Vol. 18. Nº Especial Noviembre. Págs. 601-613
– Drnovsek, J. (1999), El laberinto de los Balcanes, Barcelona, Ediciones B.
– El País. “Los diputados albaneses declaran a Kosovo independiente de la república de Serbia”. [Documento en línea]. 3-7-1990.
– El País. “Solana ordena el bombardeo de Serbia”. [Documento en línea]. 24-3-1999.
– Malcom, N. (1998) Kosovo: A Short History. Basingstoke: Macmillan.
– Taibo, C. (1999). Para entender el conflicto de Kosova. Madrid: Los libros de la Catarata.
– Malagurski, B., 2010. El peso de las cadenas. .
[1]: Fragmento del discurso de Milosevic en Gazimestán.