
Por Nuestra Cruzada
Podríamos hablar sobre muchas cosas de esta etapa final del torneo. Desmenuzar cuál fue el plan Deportivo Cruzado para conseguir el tri con tres directores técnicos distintos. O lo importante que es el desarrollo no sólo físico, sino que también psicológico de la cantera de un equipo. Sin embargo, ofrecemos cinco minutos para que pensemos en lo que queremos realmente como hinchas del fútbol, sin importar los colores: respeto.
El respeto no se consigue con miedo o bajo amenazas, y es difícil lograr ser visibilizados como hinchas y que nos den nuestro lugar en el fútbol si no trabajamos desde nuestros tablones. Y es aún más difícil cuando el propio hincha transgrede el límite que hay entre ser jugador de fútbol y la integridad del mismo.
El día lunes, al llegar la delegación de Universidad De Concepción al hotel de concentración en Talca, personas que iban dentro de un vehículo lanzaron panfletos con la consigna “SOMOS LA GARRA BLANCA CTM! DE AQUÍ NO SALEN VIVOS PENQXISTAS CXLIAOS”. El martes vimos un lienzo que decía “GANAN O LOS MATAMOS” y otros papeles con la cara de Maximiliano Falcón y el texto “BASTA DE EXTRANJEROS SIN AMOR A LA CAMISETA. MANCHASTE NXESTRA HISTORIA. FALCON FXERA DE COLO COLO”. Todo esto, sin dejar fuera las amenazas hacia el árbitro Francisco Gilabert por no cobrar un penal favorable hacía el equipo albo. En resumen: amenazas y xenofobia.
Estos actos de la Garra Blanca son todo lo que queremos fuera del fútbol. Salir a despejar las dudas de quién fue o no, diciendo que “la Garra Blanca tiene acceso directo a los jugadores y la administración” y que no necesita estar dando estas señales, no es el mensaje que necesitamos entregar hoy. ¿Cómo podemos pretender que los últimos 90 minutos de Colo-Colo ante U. De Concepción sean los 90 minutos mejor jugados del Torneo Nacional, si los 22 jugadores en la cancha fueron amenazados? No podemos normalizar este tipo de conductas como si fueran parte del fútbol, porque no lo son. ¿Quién se hace responsable y llega hasta las últimas consecuencias? Sobre todo sabiendo que en Chile, el delito de amenaza es uno de los más denunciados. Y, por la naturaleza de los antecedentes que se entregan durante el proceso legal, no llegan a ningún puerto hasta que realmente pasa algo. Recién frente al daño hecho, se investiga para calificar el delito y al responsable. Bien sabemos las deficiencias y negligencias que ocurren en estos procesos, lamentablemente, gracias a los antecedentes de femicidios y otras muertes en las que hubo antecedentes que podrían haber evitado lamentables desenlaces, de haber sido considerados.
Hace un año, Colo Colo, estando segundo en la tabla, dejó el torneo nacional abandonando un clásico frente a Universidad Católica, evitando una posible goleada en un partido que iba 2-0, tirando petardos a la cancha y aprovechando el escenario que ofrecía el estallido social. Ahora, Colo Colo en tres días amenaza a un árbitro, a jugadores del equipo rival y a sus propios jugadores. Mientras, salen ex portadores de la camiseta del Cacique a decir que el fútbol se acaba si Colo Colo “se va a la B”. El fútbol se terminó para Colo Colo hace mucho tiempo atrás. El fútbol de Colo Colo se terminó cuando dejaron de sentir pudor y perdieron las ganas de, al menos, ocultar que la administración de Blanco y Negro no tiene plan deportivo y no son más que niños mimados con una gran marca entre las manos de la cual aun pueden abusar. El fútbol de Colo Colo se terminó cuando le prendieron velas y declararon santo a Falcón, al que hoy amenazan y discriminan, señalando que no es más que un extranjero sin amor por lo que hace.
El fútbol de Colo Colo se terminó cuando un ala de su hinchada decidió que esta era la mejor forma de alentar en las malas.
Gracias por existir revista Obdulio, pa dejar en claro que aunque el cuico se vista de seda, cuico se queda.
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Que fácil es hablar de la violencia de los demás cuando a ti te cuida la policía si vas a alentar fuera de tu estadio. La garra blanca ha ido muchas veces al estadio monumental a cantarle al Equipo sufriendo la misma violencia policial que sufre cuando tiene que visitar el nefasto estadio de San Carlos de Apoquindo.
Este nefasto análisis solo sigue perpetuando el estereotipo arribista y carente de análisis de clase que tanto daño le ha hecho al fútbol. En fin, una vergüenza ñ.
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