
El proceso sociopolítico que ha vivido Chile desde octubre de 2019 ha permitido evaluar y repensar las formas en que vivimos. Una de ellas es la ciudad y cómo su planificación y construcción delimita en gran medida las relaciones comunitarias -incluyendo las deportivas- y cómo un derecho al deporte requiere su coordinación con la planificación urbana. En la siguiente entrevista, Luis Hevia de Ciudad Constituyente, una plataforma de organizaciones sociales que trabajan por la transformación de barrios, ciudades y territorios, aborda estos y otros temas.
Los derechos ciudadanos no solo deben ser escritos para que existan. Sin mecanismos de cumplimiento ni plataformas que permitan su ejercicio, corren el riesgo de convertirse en letra muerta. Las ciudades y su construcción, al ser los espacios en los que personas y grupos se desenvuelven e interactúan, tienen una importancia relevante para el cumplimiento de estos que no siempre es visibilizado. El derecho al deporte, actividad física, recreación y ocio es, también, invisibilizado y negado muchas veces, y para el que los espacios sociales y comunes son más que importantes. Así, el desarrollo de ciudad y del deporte se vinculan en tanto ambos requieren y se nutren de la existencia de comunidades activas y, por qué no, políticas.
Ciudad Constituyente es una plataforma de organizaciones que trabaja por la transformación democrática, antineoliberal, ecologista y feminista de los barrios, ciudades y territorios, cuyo objetivo es participar e incidir en la redacción de la nueva Constitución e incorporar derechos relacionados al Hábitat. En su función como comunicadores y comunicadoras de la ciudad como un todo que alberga distintos proyectos y a raíz del proceso constituyente chileno, conversamos para discutir sobre la nueva ciudad chilena, la desaparición de espacios comunes, el derecho al deporte dentro de estas nuevas ciudades, y los efectos de la construcción urbana en el tejido organizacional, político y sociodeportivo.
¿Cuáles son las principales consecuencias sociales de la forma en que se están construyendo las grandes ciudades en Chile?
Sería importante definir cómo se están construyendo las ciudades en Chile. Estas se están materializando de manera fragmentada tanto física como simbólicamente. Son muy desiguales por una lógica sistémica de organización territorial donde, finalmente, terminan reguladas por el mercado, que es el que define dónde se construye, cómo se construye y cuánto se construye a través de la oferta y la demanda sin respetar, muchas veces, los marcos legales y normativos. Sin respetar porque estos marcos existen, pero las lógicas logran sobreponerse e imponer sus deseos y necesidades. Y esto, como consecuencia inevitable, trae la inequidad, la inaccesibilidad y también la inasequibilidad. Es decir, grandes distancias en las condiciones generales de vida entre habitar uno u otro lugar, uno u otro barrio, una u otra comuna. La imposibilidad de acceder físicamente o por cuestiones económicas, lo que dificulta los intercambios de todo tipo entre las personas, que es, finalmente, lo que hace posible construir comunidad. Hemos construido, desde hace algunas décadas, sociedades que están muy lejos de la idea de comunidad. Son personas independientes e individuales habitando un mismo territorio, pero no vinculándose ni relacionándose.
¿Qué efectos, en términos del potencial de organización social, se observan en las comunidades con excesiva urbanización y eliminación de espacios comunes?
La excesiva urbanización no tendría por qué ser en sí un problema o tener consecuencias negativas, como sí lo tiene la eliminación de los espacios comunes. Sobre los espacios comunes, hoy, la lógica de nuestras ciudades ha entrado en una relación dicotómica entre espacio público y espacio privado con una tendencia a eliminar todo lo que quede entre medio, todo lo que tienda a no ser exclusivamente público o exclusivamente privado e individual y esto lo que genera es una limitación a la organización comunitaria. Entonces, ¿hacia dónde deberíamos ir? Hacia entender que necesitamos un tipo de espacio intermedio donde se relacione el espacio público con el espacio privado, algo que podríamos definir como un espacio comunitario de uso colectivo que, si bien sería privado, no sería privado individual, sino que sería privado común y vinculado a una unidad territorial. Esa es la figura que hoy se viene eliminando por la lógica de privatización, de mercantilización de la ciudad, y también por una cuestión política.
¿Cómo afecta al desarrollo del deporte la construcción de ciudad?
Antes de hablar de deporte, creo que sería relevante incluir el concepto de vidas activas. Hoy se entiende el deporte como una cuestión aislada de la vida cotidiana y nosotros deberíamos entenderla de una manera integrada. Al igual que necesitamos alimentarnos, necesitamos estar activos físicamente y en ese punto es central el rol de la movilidad. Por las distintas razones que la motiven, ya sea recreativa, laboral, etcétera, pero esa es una primera cuestión que integra la actividad física o el deporte a nuestra vida cotidiana. Y en el deporte, específicamente, tenemos un gran problema y es, nuevamente, el acceso al suelo como un bien con rol social. La hipermercantilización del suelo y la fragmentación de la ciudad dificultan el desarrollo del deporte a nivel comunitario y, a la vez, el acceso a la infraestructura específica. Y volviendo a la idea de la movilidad como el primer ejercicio físico casi inevitable, hoy la construcción de ciudad no solo afecta de manera muy negativa al desarrollo del deporte, sino que no lo permite.
¿Consideran que ha habido un impacto de estas nuevas ciudades en las organizaciones deportivas territoriales?
Claramente sí. La forma en que se ha pensado, diseñado y posteriormente construido la ciudad en Chile durante las últimas cuatro décadas no ha sido otra cosa que la manifestación física de un sistema económico, pero finalmente de una ideología política, de una forma de pensar las sociedades y el mundo. El impacto ha sido tremendo y es parte de una lógica de despolitización del espacio social y de los territorios. Y los clubes de barrio, por ejemplo, son, junto a otro tipo de espacios colectivos de organización territorial, los elementos que han sido más afectados. Si bien los clubes de barrio no son un espacio público en sí, sino que un espacio de uso común que puede ser privado, pero es destinado a un uso común de interés social, los clubes de barrio no son otra cosa que una forma de cohesión social, de construcción colectiva, de organización para enfrentar la opresión de ciertas ideas que hoy son hegemónicas y que no tienen que ver con otra cosa que no sea el individualismo y el sálvese quien pueda.
Entonces, estas lógicas de hacer ciudad definidas por un sistema económico que está determinado por una ideología, apuntan a lo individual, a la fragmentación de las sociedades, a quitarle fuerza a la agrupación de las personas porque, obviamente, eso hace mucho más fácil la dominación, el ejercicio del poder en lo más concreto. Esta ideología, materializada en un sistema económico que le ha dado forma a nuestras ciudades, no ha hecho otra cosa que eliminar la posibilidad, a nivel territorial, de la organización de las personas, de la organización social. Y dentro de ese tipo de espacios colectivos, los clubes deportivos son un elemento clave. Lamentablemente, hemos sufrido una fuerte destrucción de ese elemento que tiene una función social porque son espacios para el deporte, pero no hacen otra cosa que darnos la posibilidad de encontrarnos y de organizarnos.
¿Qué puede hacerse, en términos de construcción de ciudad, con respecto a los deportes privativos o prohibitivos? El golf, por ejemplo.
No hay una sola respuesta correcta, pues es un tema complejo, pero al menos deberíamos contemplar dos variables fundamentales: la territorial y la legal o normativa. Sin duda, se requieren ciudades y territorios accesibles física, simbólica y normativamente. Tenemos que poder llegar a los distintos lugares y espacios geográficos y también tener acceso a actividades que no dependan de un lugar específico. Es decir, tenemos que poder llegar a esas actividades, tenemos que poder tenerlas cerca y acceder a ellas. En este sentido, necesitamos sistemas de gobernanza vinculados realmente con las comunidades, que las hagan parte en la toma de decisiones, pero también de las iniciativas para construir ciudades que representen las distintas identidades y que no solo estén determinadas por la rentabilidad de ciertas actividades. Hay ciertas actividades o deportes que están vinculados a lugares geográficos y necesitamos poder llegar. Pero luego hay algunos que, por cuestiones simbólicas asociadas a ciertos grupos sociales, no tenemos accesibilidad y ahí ya dependemos de decisiones institucionales que se transformen en políticas públicas o normativas y que definan accesos universales. Pero por otro lado, las distintas comunidades locales, a través de gobernanzas más cercanas, también pueden definir a qué es lo que quieren acceder o qué es lo que necesitan. Puede haber ciertas actividades a las que ciertas comunidades no van a tener interés de acceder.
¿Puede hablarse de un acceso universal a las prácticas deportivas con la distribución actual del espacio en la ciudad?
Parece evidente la respuesta: claramente no lo es, no es posible. Necesitamos de manera urgente pensar las ciudades como un todo y no solo como una suma de comunas, entendiendo que el rol comunitario de los municipios es muy importante, pero este debe estar en coordinación estrecha con la planificación integrada a escala regional, donde los presupuestos comunales no dependan de los ingresos de sus habitantes exclusivamente, sino que de una distribución equitativa, considerando los apoyos y estímulos necesarios para su desarrollo
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