Diablas Rojas: “En los más de 100 años de historia de nuestro club, nunca ha habido una figura femenina representativa”

Ñublense de Chillán es uno de los equipos de fútbol más populares e históricos de la antigua octava región. Como tal, es un espacio históricamente masculinizado en donde las mujeres y disidencias son y han sido constantemente discriminadas. El colectivo feminista Diablas Rojas, compuesto solo por hinchas de ese equipo, busca recomponer la relación entre el club y las mujeres.

Las marchas de conmemoración del 8M fueron las responsables del nacimiento de Diablas Rojas, organización feminista de hinchas de Ñublense, el club con mayor nombre de la región de Ñuble. Desde ahí, desde esa lucha, se organizaron para crear una instancia más formal y estructurada. Ese compañerismo que se vive en cada manifestación feminista, también, para ellas, se vive en la hinchada del club: “ser ñublensinas es el arraigo por nuestra tierra, es el libro al que siempre volvemos, la historia que no nos deja de sorprender y es el lazo que nos unió primero a esa amiga, a ese amigo, amante o compañere”, explican.

¿Qué significaría para ustedes que Ñublense se convierta en un club feminista? 

Significaría implementar esta visión integralmente, desde la forma en que se organiza la institución, con espacios democráticos y paritarios, hasta cómo se enfrentan casos de abuso y denuncias de violencia machista.

Las mujeres estamos presentes en la cancha como jugadoras, en cargos administrativos, de guardias, vendedoras e hinchas, sin embargo, no como dirigentas. Necesitamos que nuestra presencia sea garantizada en cada uno de esos espacios y que nuestra integridad no se vea vulnerada por la violencia machista imperante.

El feminismo en el fútbol, más que una consigna que declara principios, es una lucha que aboga por equiparar la cancha, en donde lo mínimo es hacerles contratos laborales a las jugadoras, es no decidir deliberadamente suspender un campeonato, es hacerlas entrenar, es permitirles jugar en el estadio y en la cancha en donde juegan los equipos masculinos, es transmitir sus partidos, es fomentar el deporte en las generaciones más pequeñas, es denunciar a los jugadores que han maltratado a sus parejas, es no ser cómplices del machismo, es resguardar a las hinchas dentro de la galería. Es eso y mucho más.

¿En qué están trabajando hoy y cuáles son sus planes para este año? 

La pandemia ha sido una piedra de tope para muchos proyectos y anhelos, pero hemos trabajado en la denuncia de la precariedad con que se ha tratado al equipo femenino de Ñublense. Nos hubiese gustado verlas campeonas también, pero la ANFP decidió suspender este campeonato de forma definitiva, lo que perjudicó a todos los equipos femeninos de la Primera B.

A la directiva de Ñublense le vino bien esta decisión, no las hizo entrenar ni las contrató, y los únicos guiños que les hizo fueron un par de fotos en redes sociales. Esto nos molestó y lo hemos denunciado, sabiendo que esta lucha es la misma que viven otras compañeras en sus clubes.

También nos hemos asociado con la Coordinadora Feminista de Mujeres y Disidencias en el Fútbol, con quienes hemos trabajado y colaborado, pero hemos, sobre todo, aprendido de cada una de sus integrantes, en donde juntas estamos construyendo un camino hacia la recuperación y ocupación de los clubes para el feminismo.

¿Cuáles dirían que son las particularidades del contexto y territorio en que se encuentran?

Como somos un equipo de provincia, siempre nos enfrentamos al centralismo. Por ejemplo, si hay equipos femeninos de la capital que no están jugando, se les va a dar más atención a ellos, o se van a transmitir esos partidos en caso de que juegue la rama femenina, en comparación al equipo femenino de provincia que muchas veces se deja de lado y sin difusión. Además, Chillán y Ñublense están muy conectados: son parte de la identidad, pero la gente solo conecta con la rama masculina. Queremos que se conozca también la femenina. En el pasado, esta tuvo fuerza e importancia, pero con el tiempo se le fue dejando de lado; recientemente había resurgido, pero ahora no va a jugar, debido a la pandemia. Queremos que se siga manteniendo esta identidad con Ñublense y la ciudad, pero que también se considere a Ñublense como un todo, no solo como el equipo masculino.

¿Por qué piensan que organizarse es importante?

Porque hay una lucha a nivel nacional que es igualar la cancha. Acá, en Ñublense, todo es súper desigual porque no solo el plantel femenino no tiene ni la importancia ni los recursos que se merece, sino que ni siquiera hay representación en la corporación de Ñublense o en la Sociedad Anónima. En los más de 100 años de historia de nuestro club, nunca ha habido una figura femenina representativa. Hay mucho por lo que pelear. 

En relación a la erradicación de la violencia de género en el club, ¿cuál es su diagnóstico? 

Falta mucho en lo que trabajar. Para el Día de la Mujer, el club hace una campaña de cáncer de mamas y usan las poleras rosadas. Hicieron una propaganda de “no estás sola” para difundir los contactos en caso de que una mujer sufra violencia, lo que es bueno, un paso pequeño para todo lo que nos deben en la historia del club. Queda mucho en que avanzar para que se abran los espacios para las mujeres, que no estén solo en el estadio como hinchas, vendedoras, pasapelotas o como árbitro, sino que también en cargos de decisiones.

¿En qué está la rama femenina?  

No hemos tenido novedades, seguimos con la misma información y, lamentablemente, no hemos podido concretar reuniones por el ajetreo de la pandemia. Pronto esperamos saber qué planes hay para el equipo femenino y cómo se piensan llevar a cabo.

¿Qué es, para ustedes, ser de Ñublense? 

Ser hinchas de Ñublense significa ser parte de la identidad de la región, es ser de un club centenario y de provincia que siempre ha tenido una estrecha relación con la historia de Chillán. Ser de Ñublense es pertenecer a un club que se caracteriza por ser resiliente y de esfuerzo, con el que nos ha tocado morder el polvo, donde las victorias escasean, pero se celebran a concho. Seguir a Ñublense significa soportar a los dirigentes del fútbol de mercado, los que azotan fuerte y sin denuncia, pero seguimos aquí, porque ser hincha de este equipo es una decisión.

Somos de Ñublense y trabajamos por el equipo, porque vivimos y soñamos en rojo.

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