
El colectivo Antifascistas de la Garra Blanca ha sido objeto de la criminalización del hincha numerosas veces. Quizás el hecho más recordado al respecto fue el reportaje emitido por Canal 13 en el que se les culpaba de haber quemado el metro Pedrero. En esta entrevista, a un año de aquella emisión, hacen su balance sobre el rol de la prensa, la percepción que tiene la ciudadanía de los medios de comunicación y la importancia de los medios alternativos.
En noviembre de 2019, el colectivo Antifascistas de la Garra Blanca, una de las facciones políticas de la barra de Colo-Colo, se vio responsabilizado de la quema de la estación del metro Pedrero por un reportaje de Canal 13. A un año de la emisión, las personas indicadas por la prensa cumplieron un año en prisión preventiva, de la que fueron liberados al ser declaradas como ilegales las pruebas presentadas por la fiscalía.
La criminalización del hincha y de los movimientos sociales por parte de la prensa establecida no es algo nuevo, y responde a diferentes factores entre los que se contemplan la concentración medial y el uso de éstos por sus dueños para la amplificación de mensajes.
¿Cómo evalúan el trato de la prensa a las organizaciones sociales desde el 18 de octubre?
Hay que hacer una diferenciación entre la prensa burguesa y la prensa independiente. La primera son los grandes medios de comunicación escritos y televisivos que promueven y resguardan los intereses de los empresarios y de la clase política. La segunda, en cambio, son los medios de comunicación que desarrollan una práctica y un discurso contra-hegemónico.
Históricamente, la prensa burguesa ha sido utilizada como un medio para criminalizar y perseguir al movimiento popular y para relativizar sus demandas. Desde el 18 de octubre, se evidenció con creces el rol que estos medios cumplen en la democracia neoliberal, ya que rápidamente se posicionaron en la línea de sus jefes: en favor de los empresarios, del gobierno, de las policías y las fuerzas armadas. De un momento a otro, comenzaron a criminalizar todo lo que se estaba generando, sobre todo a los grupos que se organizaban en los territorios, aquellos que estaban trabajando por recuperar el tejido social que la dictadura había destruido. En otras palabras, la prensa burguesa comenzó a armar todo el panorama para que el gobierno pudiera reprimir a diestra y siniestra y fueron partícipes de la campaña que avaló las leyes represivas que impedían el pleno desarrollo del derecho a la protesta.
En la práctica, ¿cómo se dio lo que describen?
Al principio intentaron mostrar que la gente no estaba de acuerdo con lo que estaba pasando, lo que provocó el repudio generalizado de un sector importante del pueblo. Fue la misma gente en las calles la que les dijo lo contrario, quienes no dudaron en funar y excluir a aquellos periodistas que servilmente intentaron proteger el modelo de Jaime Guzmán, a aquellos que una y otra vez blanqueaban la imagen de las fuerzas represivas y del gobierno de Sebastián Piñera, mientras por otro lado, criminalizaban la protesta y perseguían a las organizaciones sociales. La frase “la tele miente” se terminó cristalizando como un hecho y reconocerlo era una muestra de que Chile había despertado. Este despertar se tradujo, por un lado, en extensas jornadas de protesta callejera en distintos puntos del país y, por otro, en diversos intentos de organización territorial orientada a la autoeducación del pueblo y la recuperación del tejido social.
¿Cómo han sentido ustedes, como organización, el trato de la prensa?
Como Antifascistas de la Garra Blanca, desde nuestros inicios hemos cargado con el estigma que persigue a la barra de Colo-Colo y a las hinchadas en general, por lo que no estuvimos exentos de la persecución y criminalización por parte de la prensa burguesa. Más bien, y como ha sido la tónica de los últimos 20 años, las barras fuimos estigmatizadas. En particular, como colectivo se nos persiguió por el trabajo político que venimos desarrollando hace cinco años en la Garra Blanca.
¿El Caso Pedrero?
Nos ocuparon para intentar armar un caso, en el que el medio de comunicación del Grupo Luksic, Canal 13, puso a disposición todo su aparataje mediático para responsabilizarnos por el incendio del Metro Pedreros. En este intento se declaró como culpables sin juicio previo a un menor de 16 años y a su tío. Ambos estuvieron alrededor de un año privados de libertad. Este montaje no fue más que un intento desesperado por parte del gobierno para instalar la figura del enemigo interno y dividir al movimiento popular, ya que el joven y su tío fueron sobreseídos de todos los cargos porque no hubo pruebas contundentes, sino más bien solo reportajes burdos donde se tomaban imágenes públicas. Esas son imágenes que nosotres mismes hemos subido a nuestras redes sociales porque no tenemos nada que esconder, por algo son públicas. Pero se agarraron de todo esto para armar un caso que, bueno, ya sabemos cómo terminó. Entonces, para nosotres el rol de los grandes medios de comunicación estuvo fuertemente vinculado a la idea de salvar el modelo neoliberal. Hoy, a más de un año de la noche del 18 de octubre, aún no sabemos (oficialmente) quiénes quemaron las estaciones del Metro de Santiago. Y no nos sorprendería saber que los responsables fueron agentes de seguridad de este gobierno nefasto, de esta dictadura.
¿Qué conclusiones sacan?
Ese reportaje refleja, de cierto modo, la línea editorial de la televisión burguesa, porque cuando se trata de personas o grupos que luchan contra el neoliberalismo, son capaces de armar montajes a partir de fotografías subidas a una red social, mientras que cuando son personas que buscan mantener el orden actual, curiosamente son inocentes hasta que se demuestre lo contrario. En estos casos, el rol de los medios se orienta a no intervenir en las investigaciones y “dejar que la policía haga su trabajo”. Tal es el caso del grupo de extrema derecha que contaba con armas de guerra, donde vemos que los medios han guardado silencio e incluso han relativizado el peligro que estos hechos presentan para la democracia chilena. Son muy pocos los medios que han revelado las identidades de las personas que integran esta organización terrorista. Esto sólo nos demuestra que el rol de la prensa burguesa es por un lado, criminalizar, perseguir, armar montajes contra el movimiento popular y, por otro, cubrir de impunidad todo lo que hace el Estado, las policías y los empresarios.
¿En qué aspectos notan diferencias entre los tratos que reciben en sus territorios y el de la prensa establecida?
La diferencia es abismal. Para la prensa burguesa somos terroristas, pero la gente en los territorios sabe que no es así, sabe que los medios mienten, sabe quiénes son los verdaderos terroristas, sabe quiénes son los responsables de la miseria que vive el pueblo.
Somos una organización política y social que, a la vez, también es un piño barra. Nuestro trabajo está en con la gente, con las comunidades y con el bajo pueblo, el mismo que nos ayuda, ese que participa de nuestras actividades y nos muestra su cariño y reciprocidad. En cambio, la prensa establecida, la que nos estigmatiza, muestra lo peor de la sociedad, siendo que ellos son lo peor, los empresarios, los que reprimen son lo peor de la sociedad, no las comunidades organizadas en busca de justicia social. Pero tal como la clase dominante tiene sus medios de comunicación, el pueblo también tiene los suyos, tiene canales comunitarios y medios alternativos que le abren espacios a organizaciones como la nuestra o como tantas otras. Este mismo espacio que nos están brindando en este momento o como también lo hace la Señal 3 de La Victoria, que siempre nos ha recibido muy bien y ha difundido y apoyado nuestras actividades.
Entonces, desde nuestro punto de vista hay una gran diferencia, porque la prensa establecida está del lado del fascismo, de los empresarios, mientras que nosotres, junto a los canales comunitarios y medios alternativos, estamos del lado del pueblo.
👌
A seguir luchando contra el neoliberalismo y el fútbol moderno.
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