Nacer mujer y pobre en Chile

Nuestra Cruzada

El 10 de febrero del 2018 desapareció Fernanda Maciel, mujer de 21 años que estaba embarazada de siete meses. Desde aquel día, el caso de Fernanda nos demostró que nacer mujer y pobre en Chile es una condena.

500 días se demoraron en encontrar su cuerpo en una bodega de Conchalí. Mismo lugar que la familia pidió, por favor, que registraran, ya que la última vez que se le vio, fue allí. Sin embargo, ¿qué hicieron Fiscalía y Policía de Investigaciones? Ignoraron a los familiares y buscaron en la Laguna Carén e incluso en Argentina, pensando que había escapado del país.

Y es que los medios, actuando como unos verdaderos buitres, dijeron de todo sobre Fernanda: que participaba en tráfico de drogas, que su hijo no era de su pareja, que era prostituta, que se había ido del país con otro hombre. Y después de tres años en los que la humillaron una y otra vez, revelaron la verdad sobre lo que le pasó y que no tenía nada que ver con lo que tanto dijeron.

Pero ¿qué más podemos esperar de un país que actúa con negligencia en casos de violencia de género? Así pasó con Viviana Haeger, desaparecida en 2010, encontrada después de 42 días al interior de su propia casa. O Érica Hagan, asesinada en 2014 cuando, pese a que se encontró ADN del principal sospechoso junto al cuerpo, este terminó quedando libre al cerrarse el caso.

Y así podríamos seguir nombrando mujeres: Ximena Cortés, Nicole Saavedra, Silvana Garrido, Amanda Rojas, Anna Cook, Ámbar Cornejo, Antonia Barra…

Lamentablemente, no son pocos los casos que grafican la desidia y la negligencia de las autoridades frente a femicidios de víctimas cuyo único pecado ha sido nacer mujer en un país que les da la espalda.

Y es que tres años tuvieron que pasar para que Felipe Rojas, asesino de Fernanda, reconociera el crimen.

Tres años tuvieron que pasar para que se hiciera una reconstitución de escena.

Tres años tuvieron que pasar para que se revelara que Fernanda fue violada, amarrada y enterrada viva con su bebé en el vientre.

Tres años tuvieron que pasar para que a la familia de Fernanda le entregaran respuestas.

Suena ridículo, pero es así: en este país, tres años tienen que pasar para que haya justicia.

#NiUnaMenos

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