Cómo los medios reproducen el poder a través de la criminalización de la hinchada

La actual crisis de los medios los ha confrontado con parte importante de la sociedad, la que no se siente representada por los discursos predominantes. En el siguiente reportaje se aborda esta crisis, los discursos deportivos y la aparición de medios alternativos como opción comunitaria para discursos que han sido dejados de lado.

Hasta el día de hoy, el diario The Sun sigue sin ser vendido en la ciudad de Liverpool, a modo de protesta. Y si se ve en la ciudad a alguien, evidentemente foráneo, leyéndolo, se le invitará amigablemente a botarlo a la basura. ¿La razón? La cobertura que este medio realizó sobre la tragedia de Hillsborough.

15 de abril de 1989. Estadio de Hillsborough, Sheffield, Inglaterra. La mayor tragedia en el deporte inglés dejó a 96 personas muertas y 750 heridas luego de una avalancha humana ocurrida en un estadio sobrevendido. El diario The Sun publicó en su portada del día 19 de abril, bajo el titular “The Truth ” (“La verdad”, en español), que, la hinchada del Liverpool había estado asaltando en los accesos antes del partido y que, tras la tragedia, había orinado sobre los oficiales de policía y golpeado a los encargados de propiciar primeros auxilios a las víctimas. La culpa del caos, para el medio, era de los y las hinchas presentes. 

Portada de The Sun. Dice: «La verdad. Algunos fanáticos robaron desde los bolsillos de las víctimas. Algunos fanáticos orinaron sobre la valiente policía. Algunos fanáticos golpearon a policías que estaban prestando primeros auxilios».

Tras una larga investigación que finalizó en 2012, el panel independiente de investigación del caso de Hillsborough decretó que ningún aficionado del Liverpool era culpable y que la falta de organización y de regulación policial en los accesos era el principal causante de lo ocurrido. Determinaron que cerca de la mitad de las personas fallecidas podría haber sido rescatada de haber habido buena coordinación organizacional y actuar de las fuerzas de orden; que más de 150 declaraciones de testigos habían sido alteradas para eliminar comentarios negativos sobre el actuar policial; y que el parlamentario conservador Irvine Patnick habría entregado información falsa a los medios de prensa, responsabilizando a la afición del Liverpool de la tragedia. 

El cambio de circunstancias obligaron al en ese entonces primer ministro, David Cameron, a disculparse públicamente con los y las afectadas por lo ocurrido. Asimismo, el diario The Sun publicó en su portada del 12 de septiembre de 2012, “la verdad real”, con la que pedían disculpas por su actuar. Pero tras 23 años sin arrepentimiento público ni hacerse cargo, la ciudad de Liverpool ya había tomado la decisión de no volver a involucrarse con el medio.

Espacio Medial

La forma en que el diario The Sun cubrió la tragedia de Hillsborough es un ejemplo de cómo un medio, por acelerarse en cubrir una noticia de la manera más grandilocuente posible e intentando buscar la primicia, dejó de cumplir con su rol y se alejó de su responsabilidad social para con la comunidad. Dentro de la autocrítica hecha por los editores del medio está el haber creído en la versión de Patnick como verdad absoluta, sin haber contrastado relatos, y también el no haber pedido disculpas públicas cuando fue constatado el error, como sí hicieron otros medios locales. 

La responsabilidad de los medios va ligada a tener pluralidad de voces y a la libertad editorial, pues el ejercicio del periodismo y la entrega de información conlleva un deber con la sociedad. La expectativa de objetividad en los medios de comunicación por parte de la ciudadanía se ha acrecentado tras ver la cobertura que los principales grupos transmediales hacen de ciertos eventos o fenómenos. Sin embargo, esa objetividad de la que se hace gala no es, muchas veces, otra cosa que un discurso representativo del grupo de poder controlador del medio mismo y que controla también muchos otros aspectos sociales. “Nos topamos con que los dueños de medios que son también los dueños de las AFP, dueños de grandes empresas que concentran el poder económico en el país”, explica Mónica Maureira, periodista con vasta experiencia en Derechos Humanos, procesos de democratización, comunicación política, género, diversidad y equidad. Los medios de comunicación se compran como otras empresas y el anteriormente conocido como cuarto poder, ya no es el negocio rentable de antaño. Hoy parece ser una industria de amplificación de mensajes en forma de comunicados prefabricados. De reproducción de poder. 

El caso chileno probablemente no difiera mucho de otros países de la región, pero es, por qué no, importante para su estudio. Una cifra bastante conocida es que los grupos Copesa y El Mercurio manejan cerca del 95% de los medios impresos del país, mientras que el índice de concentración medial cr4 (referido a los 4 mayores actores) es del 98%. Asimismo, informes de la Asociación Chilena de Agencias de Medios muestran cómo los diarios controlados por estos grupos llevan la delantera en circulación y lectoría.  

El Mercurio, junto a Copesa, son dueños de casi la totalidad de los medios impresos de Chile.

En la práctica, lo que sucede en las salas de redacción de algunos medios impresos sobre cómo se diseña el diario y la forma en que se construye la noticia, también indica que el trabajo periodístico y responsable tiene como limitante a los mismos dueños de la industria y el modelo que se ha construido. En primer lugar, se observa que el avisaje -estatal o privado- es lo primero que se sitúa en la plantilla en blanco, por lo que es éste el que define el espacio disponible para las noticias y la extensión de estas. En segundo lugar, otra limitación es a nivel de líneas editoriales: qué noticias se cubren y qué noticias no. El tercero es en términos de fuentes: con quién se cubre una noticia, a quién se le pregunta, y quiénes están vetados, por el motivo que sea. 

Los movimientos sociales, desde hace tiempo, pero con mayor intensidad desde la revuelta social, se consolidaron en la opinión pública como actores políticos y, como tales, quieren y necesitan tener un lugar en los medios de comunicación, sean estos tradicionales o no. Para Maureira, la crisis de la industria de medios -generada por la calidad informativa, prácticas periodísticas y por la concentración medial- ha impedido que los medios se acerquen a las organizaciones y aborden sus perspectivas de una forma adecuada. En este sentido, explica que hoy “la concentración de medios no tiene que ver con la búsqueda de riqueza económica, sino que con la disputa de poder e influencia”. Los grupos económicos controladores de los medios son parte de esta elite económica y política, a diferencia de las organizaciones sociales. Así, para ella, tener los medios en su control les permitiría influir no solo en los temas de interés de las personas, sino que también en los y las tomadoras de decisiones como el gobierno o parlamentarios, fijando la agenda en torno a sus intereses.

Las formas del funcionamiento de la prensa establecida son también percibidas en los sectores silenciados, pero que, pese a este silencio, siguen realizando organización territorial. Uno de los discursos observados comúnmente en los territorios es el cuestionamiento a la prensa establecida y masiva. Desde el grupo Antifascistas de la Garra Blanca, agrupación ligada a Colo Colo y que ha sido frecuentemente mencionada por los medios de comunicación tradicionales, explican en relación al actuar de la prensa tradicional desde el 18 de octubre de 2019 que “armaron todo el escenario para que el gobierno pudiera reprimir a diestra y siniestra”. La reacción de la gente ante la percepción de no ser escuchados fue la funa, elemento al que se recurre muchas veces cuando no existe posibilidad de justicia formal. Los distintos registros de periodistas siendo excluidos o increpados por movimientos sociales durante el último tiempo (como ejemplos, estos tres enlaces) dan cuenta de ello. 

Es en este sentido que, según explica la socióloga, investigadora y comunicadora deportiva, Carolina Cabello, los medios alternativos han ganado terreno y legitimidad “principalmente en las nuevas generaciones. Una generación, mayormente mujeres, que es más crítica con la información y se cuestiona lo que lee y lo que escucha”. Es también este segmento el que, para ella, levanta, promociona y participa de medios de comunicación autogestionados, contrahegemónicos, independientes y autónomos de toda relación con el poder, lo que explicaría su auge, entrelazado también con el levantamiento de cabildos y organizaciones populares. Medios que no solo son una línea editorial, sino que implican construcción colectiva y una invitación a la participación activa. “Tal como la clase dominante tiene sus medios de comunicación -explica el colectivo Antifascistas de la Garra Blanca-, el pueblo también tiene los suyos, tiene canales comunitarios y medios alternativos que le abren espacios a organizaciones como la nuestra o como tantas otras”.

Prensa deportiva

Ni la concentración medial ni el cruce de intereses, aspectos dañinos para la democracia, son ajenos a la prensa deportiva y a la comunicación del deporte. Sobre la concentración medial y su influencia en este aspecto sobran ejemplos, como el caso de Carlos Heller Solari, quien es dueño de Mega, uno de los canales con cobertura nacional más importantes de Chile y, a su vez, una de las voces más influyentes en Universidad de Chile, uno de los equipos de fútbol más grandes del país. 

En algunas ocasiones, esta influencia llega a niveles insospechados, como cuando Heller fue denunciado por exigir el despido de los editores Cristián Urbina y Patricio Torres tras la emisión de una nota que no habría sido del gusto del, en ese entonces, presidente del club. El artículo en cuestión relataba posibles problemas en el cumplimiento de la promesa del directivo de construir un estadio para Universidad de Chile en el terreno de Laguna Carén. 

Otra señal de cómo los medios deportivos se han convertido en parte de enormes conglomerados empresariales es, como recuerda Eduardo Santa Cruz, periodista especialista en comunicación social y cultura popular y de masas, el Canal del Fútbol (CDF), que es propiedad del grupo Turner, parte de AT&T a través de WarnerMedia. AT&T es la novena corporación más grande basada en Estados Unidos y la más grande empresa de medios y entretenimiento del mundo.

AT&T es la novena corporación más grande basada en Estados Unidos.

Otro elemento que es clave para entender el deterioro del periodismo deportivo, en palabras de Santa Cruz, es la transformación del suceso deportivo desde un espectáculo a un evento. En el primero, el espectáculo, habría distancia entre quienes lo protagonizan y quienes participan pasivamente, como la hinchada o la prensa; mientras que en el segundo, el evento, se los absorbe e integra como parte importante de la experiencia. El periodismo, al perder la distancia que lo separa del deporte, pierde también su capacidad crítica -crítica como operación intelectual, no como oposición- y se transforma, en palabras de Santa Cruz, en “periodismo cortesano”, un elemento más de la corte, al servicio del rey. Hinchada y prensa, como parte del evento, tendrían ahora roles y libretos definidos; el periodismo, el periodista, sería un promotor del evento.

En este nuevo rol, el periodismo deportivo es el fiscalizador de que el resto de los actores cumplan sus papeles y también el encargado de la promoción de los intereses a los que responde. Por ejemplo, el discurso que ha quedado establecido tras la quiebra de los clubes chilenos -y que justificaron la creación de las Sociedades Anónimas Deportivas- es que los y las hinchas, agrupados en corporaciones o clubes de socios, no son capaces de administrar financieramente a sus instituciones. “En los años 40, 50, 60, los dirigentes eran completamente diferentes” a aquella visión que se tiene hoy, explica Carolina Cabello. Y, como mencionó el abogado Domingo Lovera, antiguo participante de la organización “Colo-Colo de Todos”, en una entrevista hace unas semanas atrás: los montos con los que se declaró la quiebra de los clubes eran menores para organizaciones de su envergadura. Y que, pareciera, se manejó este proceso -incluyendo el discurso medial- para instaurar la agenda de la elite política-empresarial. 

En esta línea, el presidente Sebastián Piñera, por ejemplo, fue promotor de la primera moción de introducción de las sociedades anónimas deportivas a finales del siglo pasado para luego aparecer como accionista de Blanco y Negro, la concesionaria controladora de uno de los clubes más grandes del país. Volviendo a la tragedia inglesa de Hillsborough, el parlamentario Patnick pertenecía al partido conservador británico, el mismo del que era parte Margaret Thatcher, primera ministra de la época. La discusión política se valió de la imagen pública del deporte y la hinchada -construida en parte por la cobertura mediática- para promover la promulgación de importantes normas de control y gestión del deporte vigentes hasta el día de hoy (“Football Spectators Act” y “Football Offences Act”). 

19 Diciembre 2009. Sebastian Piñera, presidente electo en ese momento, en el estadio Monumental usando la camiseta de Colo-Colo en una actividad pública. Foto: Richard Ulloa / La Tercera.

Regresando al caso chileno, recuerda Cabello el rol de los medios en la llegada de las sociedades anónimas, creando la figura de los malos dirigentes. En sus palabras, la imagen que crearon los medios generó la idea de que todo lo existente con anterioridad era malo y que la única solución para el fútbol chileno era la introducción de las Sociedades Anónimas. El trato de la prensa a los antiguos clubes con problemas financieros no se condice con el silencio actual que se otorga a la mala gestión de las controladoras y que, según informes recientes, tiene a clubes importantes del país muy cerca de la quiebra. Tampoco a la dependencia de los dineros del Canal del Fútbol, recientemente demandado por la Fiscalía Nacional Económica por prácticas abusivas a cableoperadores y usuarios, la que le exige a la estación televisiva el pago de una multa de más de 26 millones de dólares.

Pero hay también otro rol que debe fiscalizar la prensa: el rol del hincha como consumidor y vociferador.

Violencia y Caso Pedrero

Al hincha, según la visión de Santa Cruz, se le asigna un rol definido al interior del evento como personaje que compra y grita. Su capacidad crítica, la que podía ejercer anteriormente en, por ejemplo, asambleas de socios, fue desarticulada con la llegada de la dictadura y posterior establecimiento de las sociedades anónimas. El hincha hoy compra mercancía relacionada a su equipo y tiene “acciones deseables” dentro de su rol para la subsistencia del deporte como evento. Por ejemplo, el hacer sentir la localía (el clásico “necesitamos que la hinchada grite”). Cuando esta nueva hinchada se sale del libreto y cae en conductas no deseables -como la violencia-, la prensa ejerce su rol fiscalizador cayendo en la simplificación y criminalización. En este sentido, menciona Santa Cruz, el hincha militante, que se identifica con una camiseta y causas políticas (feminismo o antifascismo, por ejemplo) es también un hincha que no cumple su rol y, por tanto, recibe desde los medios el ninguneo (y silencio) o romanticismo (algo folclórico que no requiere mayor análisis).

La hinchada parece ser, entonces, un ente homogéneo que puede ser generalizable sin ningún problema. Para Pablo Alabarces, eminencia en cultura popular argentina y violencia en el fútbol, en el fútbol latinoamericano actual, los organizadores planifican los eventos pensando que la hinchada en su totalidad es criminal hasta que se demuestre lo contrario. Esto hace que las gestiones de los espectáculos de masas sean gestiones policiales, pues se piensa que “no asistirán públicos con ciertos derechos ciudadanos o derechos de consumidores, sino que potenciales criminales”. 

Concuerda también Alabarces con que el fenómeno de militancias políticas relacionadas a hinchadas, recientes en la mayoría de los países del continente, ha tenido una respuesta de la prensa que es o la invisibilización o el maltrato a través del encasillamiento como barras bravas tradicionales.

Uno de los casos más emblemáticos del último tiempo que tiene relación con la criminalización del hincha militante -porque la criminalización del hincha fue utilizada anteriormente para la instauración de políticas como Estadio Seguro o la transformación de los clubes a Sociedades Anónimas- fue el “Caso Pedrero”. A finales de noviembre pasado, Canal 13 (en su noticiero central T13) abordó la quema de la estación de metro Pedrero a través de un reportaje que, con escasa evidencia, responsabilizó al colectivo Antifascistas de la Garra Blanca -a quienes nunca les solicitaron su versión pese a ser indicados como responsables- del incendio de la estación, individualizando, además, a dos personas. 

Al respecto, el colectivo hoy explica que quienes fueron mencionados por el equipo de prensa, incluyendo a un adolescente de 16 años, estuvieron más de un año en prisión preventiva, y que “el joven y su tío fueron sobreseídos de todos los cargos, dado que no hubo pruebas contundentes, sino más bien, sólo reportajes burdos donde se tomaban imágenes públicas que nosotres mismes hemos subido a nuestras redes sociales”. En efecto, el 3 de noviembre de 2020 se comunicó la absolución de los dos imputados debido a problemas de legalidad en las pruebas presentadas por la fiscalía. Ese reportaje, explica el colectivo, mostró que “el rol de los grandes medios de comunicación estuvo fuertemente vinculado a la idea de salvar el modelo neoliberal”.

Forma en que la prensa cubrió la quema del metro.

El hincha politizado, en este sentido, representa un doble peligro para sostener el estado actual del fútbol, según Eduardo Santa Cruz. El primero, explica, es que, al salirse del libreto que le correspondería (comprar y saltar) -lo que hace Antifascistas de la Garra Blanca-, deja de ser conveniente para el evento. Pero no solo no es conveniente, pues, al politizarse, podría convertirse en un actor sociopolítico importante, considerando que los equipos llamados grandes tienen numerosos hinchas y presencia a lo largo del país -el segundo peligro-. Y que, por tanto, se va a decir que son promotores de la violencia para combatirles. Violencia que no es bien abordada desde la prensa, como reconocen periodistas con experiencia en el medio deportivo. Para Cristián Arcos, periodista deportivo ligado por muchos años a Chilevisión y actualmente profesor de periodismo, hay un desconocimiento del fenómeno de la hinchada. Explica, además, que suele hablarse en extenso de los eventos violentos, pero que en general no sobre las causas de esta, y que “se habla mucho de las posibles soluciones vía represión y no vía explicación del fenómeno, lo que generaría soluciones a largo plazo”. Magdalena López, parte de la Agrupación de Comunicadoras Deportivas, confirma también la predilección de la prensa por mostrar la violencia: “Yo, que trabajé en medios de comunicaciones (Radio Cooperativa y Radio Usach), sé que es preferible mostrar la violencia antes que a dos hinchadas archirrivales protestando juntas por justicia social”.

«Perdimos mucho tiempo peleando entre nosotros». Afiche con los colores de distintas hinchadas pegado en Plaza de la Diginidad.

Cabe destacar que la relación de las hinchadas con el movimiento social chileno que se levantó en octubre de 2019 no fue solamente aquella acusación de incendios. Y que, como recuerda Cabello, cuando existió el enfrentamiento entre hinchas de Universidad de Chile y Colo Colo en Plaza de la Dignidad a un año del inicio de la revuelta, “fue mucho más difundida, manoseada, conversada, discutida, revisada por los medios de comunicación masivos y hegemónicos, que todo lo que ocurría día a día desde el estallido de octubre de 2019”, algo similar a lo que también menciona Magdalena López. Pero ollas comunes y protesta social en conjunto, incluyendo la primera línea de defensa del pueblo movilizado ante la represión, fueron otros actos por los que muchos territorios reconocieron a las hinchadas. Una lucha organizada en la que se unieron distintas camisetas y que Alabarces considera como pionera en América Latina, lo que hace al caso chileno algo muy interesante de estudiar. 

Las coordinadoras y organizaciones de hinchas que han estado apareciendo esta década en el continente, incluyendo la Coordinadora de Hinchas argentina, la Asociación Nacional de Clubes y Organizaciones de Hinchas chilena, la Coordinadora Feminista de Mujeres y Disidencias en el Fútbol, también chilena, o la Coordinadora de Hinchadas Antifascistas de Colombia, son muestras del potencial de articulación de distintas camisetas para luchar por un motivo común. Motivo y organización que no tiene mayor cobertura en la prensa tradicional. Pero eso no significa que el discurso no trascienda: hinchas peruanos comentaron que, para los inicios de las movilizaciones de noviembre de 2020 en aquel país, se vio a las hinchadas archienemigas locales combatiendo también en la primera línea contra la represión estatal. Y, en sus palabras, consideraban como ejemplo el caso chileno, incluyendo la ya conocida frase “Perdimos mucho tiempo peleando entre nosotros”

El discurso puede ser invisibilizado por los medios tradicionales, pero la respuesta popular termina siendo, consciente o no, invisibilizar de regreso el discurso hegemónico transmitido por aquellos medios, como lo que se decidió colectivamente en Liverpool hace más de treinta años y sigue en pie hasta el día de hoy, y buscar canales de comunicación propios e independientes que cuenten su voz. 

Taxis de Liverpool con mensajes alusivos a no comprar el diario The Sun. El taxi que se aprecia más cercano, dice: «No compres The S*N. No es bienvenido en nuestra ciudad».

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