
Domingo Lovera es parte de la nueva academia, una que él considera más dialogante. Y es a través de este rol que ha podido compartir con distintas comunidades sobre el proceso constituyente y sus efectos en diversos ámbitos. Uno de ellos es el deporte. En la siguiente entrevista, Domingo habla de aspectos de su vida ligados al deporte, activismo político deportivo y algunos de los efectos que una nueva Constitución puede tener en la práctica y administración deportiva -particularmente, las sociedades anónimas deportivas-.
“¡¿Qué es lo que quiere el pueblo?! ¡Qué se vaya Blanco y Negro!”, cantaba al unísono la hinchada en el Estadio Monumental en contra de la concesionaria que maneja a Colo-Colo. “Ninguna de las sociedades anónimas tiene una buena relación con la hinchada”, dice Domingo Lovera, abogado y académico de la Universidad Diego Portales, quien estuvo allí cuando esos gritos, a mediados de la primera década del siglo, comenzaron a hacerse conocidos.
Investigador, docente y parte de la generación a la que él llama “academia de los 40 años”, aquella que siempre tuvo a la vista la extensión y las relaciones comunitarias como parte de la práctica universitaria. Y es en este rol autoimpuesto con el que se vinculó a diversas iniciativas que le permitieron involucrarse directamente con distintas organizaciones sociales en pos de, en efecto, conversar sobre cómo el futuro proceso constituyente puede afectar y ser afectado por la información al respecto -o falta de, en algunos casos-.
¿Cómo ha sido la experiencia de hablar de derecho público en espacios donde no necesariamente llegabas?
Desde octubre de 2019, ha habido un nivel de intensidad y de participación de gente que no está vinculada al mundo académico que yo no había visto antes, y eso ha sido muy interesante. Hubo una suerte de inicio en 2015, cuando la Presidenta Bachelet había propuesto el proceso de cambio Constitucional, en el que se armaron algunas cositas pequeñas, pero nada comparado a la intensidad actual.
¿Y experiencia en los aspectos constitucionales o legales del deporte?
Bastante menor, diría yo. Lo comenté en el conversatorio que tuvimos, tuve un acercamiento de la mano de algunos amigos que estuvieron en los inicios del movimiento “Colo-Colo de todos”, que se formó a propósito del reclamo contra la administración de Blanco y Negro, y me sirvió para ver cómo efectivamente las estructuras jurídicas tenían algo que decir sobre un tema que nos apasiona tanto, como es el fútbol. En aquel conversatorio preparé esa presentación que estuvo orientada a recopilar información para mostrar cómo y cuál es la forma en que las constituciones recogen la idea de deporte.
Albo de familia
Domingo es hincha de Colo-Colo por herencia familiar: cuando vivía en Valparaíso, uno de sus tíos lo llevó a la inauguración del Estadio Monumental. Con él, y gracias a él, comenzó su relación con Colo-Colo. El cambio de ciudad a Santiago le permitió ir al estadio por sus propios medios y, con el tiempo, pasó por muchas tribunas y formas de ser hincha. Una de estas formas fue la de hincha-activista, siendo parte de los inicios del movimiento “Colo-Colo de todos”, algo que, en un momento de desencanto debido a la aparición de Blanco y Negro, fue para él una motivación para asistir al estadio. De esos tiempos, recuerda coincidir con Marcelo Barticciotto, Fernando Molsalve y otros rostros importantes de aquella época en intervenciones con entregas de panfletos contra la concesionaria. Y hoy, un poco más alejado presencialmente del equipo debido a las condiciones sociales y sanitarias, ve el momento actual del equipo con preocupación, aunque las últimas victorias y la llegada de Gustavo Quinteros, le dan una pequeña luz de esperanza.

¿Consideras que el manejo de la sociedad anónima ha tenido impacto en el desempeño del equipo?
Algo que me parece que impacta en el desempeño del equipo, que quizá no ocurre en todas las instituciones, pero es algo sorprendente de gente que se dedica a invertir dinero, es la mirada de corto plazo que tienen. Uno de los grandes problemas de Colo-Colo es lo descuidado que está el trabajo en divisiones inferiores. Si hay inversionistas que gastan su dinero allí, ¿como no van a querer que haya una camada de jugadores de primerísimo nivel? En el caso de Colo-Colo, Blanco y Negro ha hecho un trabajo completamente inverso. Ellos se instalan post 2006, un año muy bueno para Colo-Colo, con ventas por sobre los 30 millones de dólares. Blanco y Negro capitaliza esos ingresos, pero desmantela el trabajo de las divisiones inferiores y, salvo excepciones como Baeza o Pavez, desaparecen las figuras que se generaban. Hay una mirada muy de corto plazo, siempre pensando solo en el primer equipo. Ahí me parece que hay algo relacionado a que los dirigentes actuales no sientan su labor, como puede que sí la hayan sentido los antiguos dirigentes, pues están viendo después cómo lo que ocurre repercute en su inversión, en la cotización de las acciones en la bolsa. Y si se considera su relación con el Club Social en el caso de Colo-Colo, o con las Corporaciones en el resto de los clubes, ya es simplemente inaceptable. O sea, que no se pueda ocupar el nombre de Colo-Colo para otras actividades, sean estas de básquetbol, natación u hockey, la verdad es que es una forma bastante totalitaria de hacerse del deporte.
¿Cuál es tu evaluación general del modelo de sociedades anónimas chileno?
Cuando se abraza el modelo, se hizo mirando la experiencia europea, que es muy distinta a la nuestra; y cuando se da el paso, se da de manera innecesaria. Las deudas que tenían los clubes y por las cuales fueron declarados en quiebra, para una persona individual son cuantiosas, pero en el contexto del mundo de los negocios no eran cifras inabordables. La declaración de quiebra fue muy rápida, en parte, porque había gente que tenía el modelo armado y quería implementarlo a como diera lugar. Y a la hora de evaluar si efectivamente hubo un gran salto, un gran desarrollo en el fútbol local, la respuesta es no. El gran desarrollo que ha habido en el fútbol local ha sido principalmente a nivel de selección nacional, los buenos años con Bielsa y Sampaoli, y a nivel de infraestructura, que fue empujado por el Estado. Y lo más notable, por último, es que las S.A. no han pagado las deudas, aquello para lo que fueron concebidas. Las sociedades anónimas se mantienen ahí porque esa deuda les permite administrarse, no es negocio pagarla. Y tampoco la privatización ha servido para dar un salto hacia la realización de espectáculos de mejor nivel. Esto, finalmente, parece ser algo de apropiación y uno se pregunta si valió la pena, y para quién valió la pena realmente.
Nueva Constitución

¿Crees que podría haber un cambio en la forma de administración de los clubes con una nueva constitución?
En esta suerte de Norcorea del liberalismo, el poder que tienen amasado los grandes grupos económicos es muy intenso. Uno podría escribir ciertas cosas en la Constitución que, se podría pensar, van a afectar a estos grandes grupos económicos. Pero el poder económico que tienen es tal que puede hacer irrelevante lo que uno logre escribir en la Constitución. Por ejemplo, cambiar el sistema de Isapres, algo que, creo, se podría hacer a nivel escritura, pero en la práctica puede ser muy difícil ver cómo se logra desmontar este modelo por la cantidad de ganancias y recursos que manejan. En el caso de las Sociedades Anónimas Deportivas, por supuesto que es menor el nivel de recursos, pero siguen siendo importantes. Ahora, se podría eventualmente pensar en una forma de consagración de acceso al deporte que pueda llevar a las S.A. a que no manejen todo bajo el prisma del mercado. Si una constitución asegura el derecho al deporte, por ejemplo, y las formas que tienes de involucrar al deporte es a través de las asociaciones de personas que comparten un club o que son hinchas de un club determinado, esa organización a veces choca con una S.A. que no te va a dar esa entrada, que no tiene ese aspecto de desarrollo social que tenían los clubes sociales y deportivos en los 70 y los 80. Me parece que es difícil que las S.A. vayan a desaparecer por algo escrito en la Constitución, pero sí habrá que ver específicamente cómo una nueva Constitución recoge el derecho al deporte, el derecho a la práctica deportiva y cómo se puede avanzar en una mirada verdadera de Derechos Humanos y que suponga que tengamos algo que decir sobre la organización del deporte.
Pensar en un deporte más social. Poner garantías en la fiscalización y en la distribución de poder para que las organizaciones y la gente puedan hacer valer lo que está escrito…
Totalmente. O sea, cuando uno quiere practicar deporte, se encuentra con recintos privados en los que hay que pagar, y eso finalmente termina siendo una barrera para practicarlo. Lo segundo es eso, cómo nos vinculamos a una organización que se relaciona con un aspecto tan importante para mucha gente como es la práctica del deporte. De ahí viene el vínculo que uno puede trazar entre el deporte y la religión. La religión es un espacio protegido constitucionalmente para que las personas puedan practicarla, pero también para que las sociedades que participan de ese culto puedan tener ciertos resguardos constitucionales. En el caso del deporte, lo que hemos tenido son estas corporaciones que entran y te expropian el sentimiento. Me parece, finalmente, que esa forma de mirar el deporte no solo como una práctica de bienestar físico, sino también social y política, es adecuada.

¿Cómo conjugar un posible derecho al acceso al deporte con otros derechos que también queremos que estén consagrados en la constitución?
Los derechos constitucionales no tienen una jerarquía entre ellos. Lo que uno espera es que sea la práctica política, en cuanto regulaciones legales o administrativas, la que baje esos derechos a lo práctico. Menciono esto porque probablemente dependerá mucho de cómo se consagra el deporte en la Constitución y luego cuánto se habilita al proceso político para que pueda tomar decisiones respecto a ese derecho. Hoy día, uno de nuestros problemas es que tenemos un proceso político poco aceitado por razones que conocemos, como los cuórum de súper-mayorías, lo que hace muy difícil tomar decisiones. Por la forma en que está organizado el Estado de Chile, el que controla la billetera fiscal es el presidente. Entonces, para los y las parlamentarias es difícil presentar proyectos de ley, porque casi todos los posibles proyectos involucran gasto público.
¿Cómo te parece a ti que debería abordarse este tema, entonces?
Creo que es importante no quedarse con una sola gran mención al deporte, sino ver cuáles son las distintas entradas que puede tener el deporte. Creo que puede tener una mención a nivel de deber estatal, si uno lo relaciona al interés que debiera existir de parte del Estado de promover una vida saludable. Un deber estatal de promoción del deporte, un deber constitucional de permitir las prácticas deportivas, que tiene que ver justamente con la privatización de espacios y aparición de barreras para el desarrollo del deporte. Y, luego, deberes estatales concretos dependiendo de cuál sea la organización que nos demos. Creo que no va a variar mucho con respecto a lo que existe hoy día, en que la única mención que existe del deporte en el texto constitucional es a nivel de desarrollo comunal, provincial o regional, qué pueden hacer estos gobiernos para hacer posible la práctica deportiva. Tendríamos que preguntarnos también cómo se va a reconocer a las asociaciones intermedias y cómo se pueden vincular a las grandes prácticas deportivas. Tomándome injustamente del modelo que están proponiendo las constitucionalistas feministas a propósito de la igualdad de género: no basta con un solo gran principio, sino que es necesario ir mirando todos los aspectos en los cuales la Constitución va a distribuir el poder y ahí preguntarse “¿qué es lo que necesito yo en materia de igualdad de género?, ¿me basta con un poder judicial o quiero tener un poder judicial con igualdad de género?”. Para la práctica deportiva cabe hacerse la misma pregunta. Cuando tengamos los gobiernos locales configurados, ¿qué les vamos a decir sobre deporte? ¿Tienen que incentivarlo mientras puedan o queremos que vayan más allá? Esa es la mentalidad, creo yo, con la que tenemos que enfrentar esta discusión, y siempre estar mirando los distintos intersticios en los que entra el deporte y cómo esto repercute en la práctica deportiva.
¿Qué crees que va a pasar con respecto a la nueva constitución?
Tengo mucha confianza por la aplastante victoria del Apruebo y la Convención Constitucional. Sin embargo, también tengo cierto temor de cómo los grupos que promovieron el rechazo o que nunca promovieron el reemplazo constitucional, hoy día siguen siendo las voces escuchadas para efectos de decidir lo que viene. Entonces, podría ser que tengamos una regulación constitucional nueva, pero que no innove tanto en términos de las demandas que la ciudadanía está formulando. Por otro lado, la confianza que tengo también descansa en que hay mucha gente organizada y movilizada, lo que está bien porque la Convención Constitucional tiene que ser una convención que rinda cuentas a la ciudadanía. Es una convención a la que, de buena fe, no hay que dejarla tranquila. Que no sea solo la elección de los o las convencionales y que en un año más nos cuenten lo que terminaron discutiendo. Hay que estar encima de la convención, de qué es lo que están discutiendo, de qué avance están proponiendo, de qué pactos están cerrando. El trabajo de este lado de la mesa, la nuestra, la ciudadanía, es seguir manteniendo un control sobre el momento.