Nuestra Cruzada
Hace una semana, recibimos con emoción la llegada de octubre: se cumple un año de la revuelta y, además, se nos presenta la oportunidad de derrotar la Constitución del tirano el 25 de este mes. Octubre definitivamente nos genera un montón de sensaciones y su inicio coincidió con el levantamiento de cuarentenas en toda la RM, lo que permitió recuperar por momentos nuestra querida Plaza Dignidad.
Las emociones no tardaron en llegar en este ajetreado mes, cuando los asesinos del Estado nos hicieron revivir el enojo y rabia en el momento en que uno de ellos lanzó a un adolescente de 16 años desde el puente Pío Nono al río Mapocho, de una altura de cerca de ocho metros. Un acto homicida que dejó en claro una vez más la urgencia por disolver esa mal formada institución.
Como acostumbran a hacerlo, las mentiras y montajes no tardaron, y los uniformados falsificaron un documento de una supuesta detención al menor. Gracias a una pequeña luz de justicia, que le agradecemos especialmente la fiscal Ximena Chong, el culpable está en prisión preventiva por el acto cometido. Sin embargo, no estamos conformes, porque sabemos que si no hubiera sido Sebastián Zamora, habría sido cualquiera de sus compañeros o sus superiores. Sabemos que la culpa no es solo de Zamora, sino que también de Rozas, Pérez y Piñera, quien sale sin ninguna pisca de vergüenza a respaldarlos.
Se acerca un proceso político muy importante para nuestro país, que podría cambiar Chile en muchos sentidos, pero mientras las fuerzas armadas sigan violando los Derechos Humanos a vista de todos y todas sin recibir sanciones significativas, no podemos pensar en un país seguro y sin injusticias. Somos una democracia disfrazada en la que salir a manifestarnos no nos asegura la vuelta a nuestras casas.
Tenemos rabia, pena y desolación en el alma por vivir en este Chile tan injusto, donde nos siguen matando, o lo intentan, solo por pedir lo que merecemos, solo por pedir dignidad.
Revista Obdulio 