
Nuestra Cruzada
A un mes de reanudado el fútbol en medio de un escenario de pandemia, el SARS-Cov-2 o COVID-19 sigue poniendo en jaque al funcionamiento de las distintas ligas en el país.
Si bien el retorno a las canchas ha sido acompañado de medidas sanitarias tales como la ausencia de público en los estadios y una serie de protocolos a seguir por los planteles dentro y fuera del camarín, las noticias de casos de COVID-19 positivos dentro de algunos equipos han sido parte de los titulares deportivos desde la reactivación de la práctica profesional de la disciplina.
Desde el 29 de agosto, día en que se reanudó el campeonato nacional, Deportes Antofagasta y Santiago Morning han visto sus planteles diezmados por casos positivos de coronavirus. A estos, se le suma la polémica suspensión del partido entre Colo Colo y Deportes Antofagasta por una falla en el seguimiento de los protocolos sanitarios correspondientes y el reciente anuncio de un caso positivo en Unión La Calera.
En medio de esta dinámica de “nueva normalidad”, en donde testeos y trazabilidad son parte cotidiana de los clubes, corresponde preguntarnos: ¿hasta dónde es posible seguir con el campeonato sin poner en riesgo la salud de los profesionales que se desempeñan en él? Si bien la evidencia científica hasta el momento constata que el virus afecta mayoritariamente al segmento de la población de más edad y con enfermedades de base, se debe tener presente que es una enfermedad nueva, cuyo entendimiento aún está en desarrollo y cuyas secuelas todavía no son bien reconocidas. Como ejemplo, está el caso de Eric Pulgar, quien luego de ser dado de alta de su estado de COVID-19 positivo, presentaría hoy secuelas que le impiden unirse al trabajo en la Fiorentina y que lo dejan fuera de la nómina de La Roja para la siguiente fecha de eliminatorias sudamericanas rumbo a Catar 2022.
Al mismo tiempo, es importante recordar que la reanudación del fútbol en Chile responde solo a una necesidad de reactivar la economía en torno a la gran industria privada que beneficia solo a unos pocos. De otro modo, ¿cómo se explica que el fútbol femenino siga detenido?