
Germán Lacámara
Colaborador Asamblea Hinchas Azules
Director Audiovisual “Azul Intenso”
La U es su gente. Esta frase va más allá de un simple slogan o leitmotiv ocasional para promover alguna campaña o producto, sino que es una expresión que da a entender a nuestro amado club como un tejido social de personas que conforman la institución, la cual tiene una identidad propia. La U es mucho más que un simple equipo de fútbol y su identidad no tiene nada que ver con la empresa concesionaria que se apropió de los derechos federativos del equipo por una cierta cantidad de años. Entonces, ¿cuál sería la identidad de la U?
Para responder a esta pregunta, creo que podemos revisar a la U desde diferentes puntos de vista para buscar aquellas características o rasgos que nos distinguen, teniendo en cuenta factores que aplican desde lo deportivo hasta lo social. Lo primero sería el proceso fundacional; donde un grupo de estudiantes de la Casa de Bello decide formar un club de fútbol que los represente y, pese a no tener el apoyo inmediato de la universidad, salieron adelante, con el pasar del tiempo, para dar forma al Club de Fútbol Universidad de Chile, representado por el chuncho, la camiseta azul y la U grande y roja en el pecho. Desde un inicio, podemos hablar de romanticismo, perseverancia y rebeldía. Características que llevaron al club hasta la competencia profesional de Primera División.
La Casa de Bello ha sido históricamente una institución pública y estatal de educación cuyo objetivo es que los y las estudiantes puedan formarse profesionalmente, así como también desarrollarse como personas íntegras en la sociedad. Además, al ser un club que nace de la Universidad de Chile, el club de fútbol también recibe una herencia laica, pluralista y transversal.
Luego vino una larga dictadura, en la que el crecimiento deportivo se detuvo de un golpe para dar paso a una de las etapas más difíciles de nuestra historia. Los malos resultados deportivos no le importaron a nuestra gente. Dolieron, pero no fueron razón para aflojar en esta pasión que genera la U. Y quiero destacar en este punto la pasión, pues es sorprendente el fervor que se expandió entre las masas por seguir al equipo del chuncho, al punto de estallar para posicionarse como la mejor hinchada del país, la más apasionada y fiel, pese a todas las adversidades. Muchos de esos hinchas que se adhirieron al club, nacieron en una época en que no dimos ni una sola vuelta olímpica en el torneo nacional. Una hinchada que aguantó desde burlas de los rivales hasta la violencia militar de la época, perfilándose con un carácter rebelde y antifascista, manifestándose en las distintas canchas y calles del país.
Bajar a la B fue muy doloroso. Pero, nuevamente, resalta la perseverancia y un amor sin límites a esta pasión que caracteriza a la U para devolver, tras una campaña épica, al equipo a la primera división en lo que fue la temporada más interesante y emotiva de la historia de “los potreros”.
Y si vamos a hablar de golpes dolorosos, también podemos hablar de la quiebra fraudulenta de la U, donde nos quitaron el derecho a voz y voto en el club que amamos, que construimos, que somos. Pues sin su principal y único patrimonio real, la gente, la U no existiría, sería solo una marca sin ningún valor. Pero como nos identifica la rebeldía y perseverancia, aunque muchas voces dijeron que recuperar el club era una “quimera”, poco a poco, tras mucho trabajo y esfuerzo, comienzan a verse luces en el camino; en paralelo al sobreseimiento de la Corfuch, se cae a pedazos el modelo de las Sociedades Anónimas en el Fútbol Profesional en Chile. Así, también podemos hablar sobre la pandemia, donde la barra de Los de Abajo y otras facciones de la hinchada se han alzado y resistido al desastre causado por el virus (y el gobierno), haciendo llegar productos de supervivencia a la gente que más lo necesita ante la contingencia, para aportar a la recuperación de la dignidad del pueblo. Distintas muestras de una identidad que ha caracterizado al pueblo azul en distintos contextos, incluso fuera de las canchas, pues representamos a la U donde estemos.
En el presente, pareciera que hay una disociación identitaria entre el equipo de fútbol y la hinchada, donde los primeros parecieran sentir la camiseta como un plomo, sobre todo en instancias finales y ante los clásicos rivales, muchas veces bajando los brazos al primer gol en contra que nos puedan hacer, versus el aguante y fidelidad que demuestra la hinchada en todas las canchas. Es precisamente un síntoma de la administración de Azul Azul, que no ha sabido establecer un proyecto deportivo acorde a la altura de la institución que representa la U. Incapaces de formar una cantera identificada con nuestra historia y colores, encontrar un DT capaz de perfilar una oncena cuya columna vertebral sea el pilar central del primer equipo, abrir puertas a los referentes o invertir correctamente el dinero en un refuerzo determinado. Estos empresarios viven con la idea de “modernizar” el fútbol tratando a los hinchas como clientes cuya única función es pagar una entrada y ojalá ver el partido sentados y en silencio, para luego irse tranquilamente a los hogares, pensando en que volverán porque “no nos importa el marcador”. Por lo mismo, la identidad de la U y de Azul Azul no van, pueden, ni podrán ir de la mano, pues hay un legado histórico del cual no se desharán por más dinero que tengan estos empresarios. Ni con copas, ni estadios, ni buenas intenciones podrán seducirnos para cambiar nuestros principios. Porque nunca permitiremos que destruyan la U que nos identifica y amamos.
¡Viva la U, valiente y combativa!
Esta administración está destinada a hundirse ya que el pueblo azul ha despertado y comprometido con la defensa de lo más hermoso que tiene, el espíritu y sentimiento de su gente que trasciende resultados y campañas. La U es el hilo conductor de nuestra historia
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