“Un fútbol feminista tiene que ver con una visión revolucionaria sobre cómo el mundo se mueve”

Foto por Manne Stoller.

El fútbol feminista y el fútbol femenino no son lo mismo. Y las condiciones del fútbol profesional masculino y de mujeres tampoco lo son. Manne Stoller, a través del documental “Decanas”, pretende mostrar la lucha y resistencia de las jugadoras de fútbol del puerto de Valparaíso y en esta entrevista profundizamos sobre ese viaje. 

Naís ha practicado fútbol desde los 7 años. Jugaba con su curso en el colegio y, como era buena, solía recibir golpes de sus contrincantes. No era nada extraño que Naís terminara en el arco: sus compañeros preferían cuidarla de las faltas. Pero para ella no era tan relevante; lo importante era estar ahí, en la cancha. 

Creció amando al fútbol y, cuando le comunicó a su padre que quería dedicar su vida a ese deporte, él la hizo elegir: la pelota o su papá. Es que, según él decía, era un deporte de hombres y su hija no tenía nada que hacer ahí. “Una conoce sus vocaciones y, con esa fuerza, la acompañé a inscribirse en la escuela de fútbol de Wanderers”, cuenta Manne Stoller, fotógrafa, documentalista y madre de Naís. 

Para Manne, el fútbol no era parte de su vida. Se configuraba como algo que le hacía ruido. No lo disfrutaba ni entendía. Fue la pasión de su hija Naís lo que la obligó a enfrentarse a ese mundo, a ver sus luces y sombras, y a grabar un documental que hoy está en proceso de finalización y de recaudación de fondos para su postproducción. “Cuando Naís ingresa al mundo del fútbol y veo las carencias que tiene, las diferencias que existen entre mujeres y hombres de un mismo equipo, teniendo una misma camiseta, una misma pasión y un amor profundo por el fútbol, me doy cuenta que había que hacer algo para poder cambiar esas desigualdades”.

¿Cómo nace la idea de armar el documental “Decanas”?

Más que nacer la idea, yo creo que la vida me encontró como mamá y fotógrafa. Y a partir de esa revolución se gestó Decanas. 

Dedicarse al fútbol es un esfuerzo familiar. Estamos hablando de familias completas que se movilizan en torno a eso, pero pareciera que este mundo no existiera porque no se condice con la campaña, el esfuerzo y los recursos que tiene un primer equipo masculino que es apoyado por todo el puerto y que no sabe que existe el equipo de mujeres. 

¿Cómo fue la experiencia de grabar un documental sobre fútbol femenino? 

Ha sido una experiencia de vida, me ha hecho nacer de nuevo como mujer, como mamá, como ser humano. Soy jefa de hogar, mamá de cinco, Naís es la mayor de tres mujeres. Yo el fútbol no lo conocía: mi hija y su pasión hicieron que lo descubriera a través de los ojos de las mujeres, a través del amor, la fuerza y la resistencia de las mujeres del puerto. Me apasiona ver la voluntad y mística que tienen respecto a estar conquistando un espacio que pareciera que tenemos que mendigar, siendo que el deporte debiera ser de todas y todos. 

¿Qué reacción han visto sobre el proyecto en el plantel de Wanderers? 

Con Wanderers siempre he tenido buena relación. Me relaciono con Nicolás Albornoz, del área de prensa. Él ha gestado ayuda, permisos y la firma del patrocinio con el que cuento a pesar de no estar usando el logo. Siempre se han mantenido abiertos a que yo vaya a sumar y que esto pueda generar que algún sponsor financie al equipo de mujeres. En ese sentido, siempre han tenido la mejor de las disposiciones, pero en este último tramo no he tenido noticias de ellos ni retroalimentación. Sí he recibido muy buenas opiniones del plantel.

Foto por Manne Stoller.

Fútbol del cerro y feminista

¿Cuál es tu evaluación del fútbol femenino profesional de hoy? 

Me parece que está al debe. Lo “profesional” es un título muy grande respecto a lo que debería ser en cuanto a recursos, capacitación, infraestructura y responsabilidad con las jugadoras en términos de salud, remuneraciones y todo lo que conlleva ser una profesional.

 ¿Y del amateur?

Hoy hay una explosión del fútbol femenino. En ese sentido, se instó a que cada formación amateur o club social que tenga un club deportivo masculino, tenga una formación femenina para efectos de asignación de recursos desde las municipalidades. 

Hay algunas asociaciones de fútbol amateur que tienen un poco más de conciencia y que van a la vanguardia, pero no es una norma general. No hay un camarín de mujeres ni una ducha pensada para ellas. No hay un espacio que permita que las mujeres que tienen hijos o hijas puedan ir y que los niños tengan un espacio. No existe una realidad que acoja al fútbol femenino con todo sus requerimientos, porque las mujeres que juegan fútbol tienen más de un rol: son profesionales, mamás, jefas de familias, tienen obligaciones asociadas a esta pasión que no se condice ni con la infraestructura, ni la red de apoyo que tienen los hombres. 

¿Cuál dirías que es la diferencia entre el fútbol femenino y fútbol feminista?

El fútbol femenino trata de replicar una estructura que es masculina y patriarcal, de cómo el fútbol se gesta para emular algo que ya existe, pero en una “versión mujer”. Un fútbol feminista tiene que ver con una visión revolucionaria sobre cómo se mueve el mundo. El fútbol feminista tiene que ver con una identificación y una creación desde la base y la raíz de cómo las mujeres nos relacionamos y eso también tiene que ver con un paradigma de enfrentarse a otro sin esa idea de ir a destruirse a la cancha para ver quién tiene más fuerza. 

¿Cuál crees que es la particularidad del fútbol femenino de Valparaíso? 

Alguien me dijo que la particularidad del fútbol de los cerros es la “patita de velcro”: la pelota tiene que ir muy pegada al pie porque, obviamente, con las pendientes de los cerros, es fácil perder la pelota y, si se va, se acabó el juego. Esa condicionante me parece que es un ingrediente que tiene que ver con el espacio donde se desenvuelve y tiene un amor y una pasión, que es lo que más me ha conquistado.

Foto por Manne Stoller.

¿Tiene algo especial el fútbol porteño en comparación a otros territorios? 

Más que poder definir a nivel territorial lo que pueda o no ser el fútbol, sí puedo decir que, en mi experiencia, las mujeres, a pesar de todo, son las que levantan las actividades en los clubes sociales. La del plato único, la completada, la rifa, el ir a sacar firmas: las mujeres porteñas son así. Eso es lo que más podría rescatar respecto a mi vivencia y la visión de este fútbol que ha sido para mí, un viaje y un descubrimiento permanente. Todo para mí es sorpresa en este minuto y eso es lo que más me ha enamorado de la situación: poder descubrirla, desnudarla, disfrutarla y poder construir un discurso a partir de esta sensación un poco infantil de ir metiéndome en un mundo nuevo.

¿Cuáles consideras que son las medidas más urgentes para mejorar las condiciones de las jugadoras del fútbol femenino?

Yo creo que no hay una medida más importante que otra. Creo que es un proceso que tiene un tiempo, porque hay una dinámica que hay que coordinar entre lo que se quiere, lo que se puede y cómo se arma esto desde lo concreto en términos estatales. En ese proceso me parece que, de atrás para adelante, sería invertir en los espacios en que las mujeres están habitando el fútbol para crear uno que sea amable, amigable con todas y todes. 

¿En qué sentido?

No puede ser que se hable de un fútbol inclusivo cuando no hay un espacio para vestirse ni para guardar las cosas. No hay un espacio para bañarse o para sentir la seguridad de que no te van a abrir la puerta. No hay respeto por los tiempos para pedir una cancha, no hay fondos asignados para poder tener un buen par de zapatillas o uniforme, tampoco hay un espacio para que las mujeres que tienen hijos puedan tener un lugar para que ellos estén mientras ellas entrenan. Hay muchas que son madres de familia y que tienen que parar la olla también. 

Podría hablar mucho más del tema, pero las condiciones de las jugadores del fútbol femenino deben mejorar y por respeto al ser deportista, por mojar la misma camiseta que un hombre, lo mínimo es que haya un seguro médico, porque además las mujeres tienen que tener una tremenda resistencia para llegar donde están. La pasión no tiene género. No nos pueden dejar fuera de este espacio.

Foto por Manne Stoller.

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