
Texto por Carolina Cabello y Carlos Vergara.
Fotografías por Manne Stoller
Jocelyn Contreras es futbolista desde que tiene memoria. La pasión y las habilidades para jugar al deporte más popular del planeta las adquirió en la calle, pateando cabezas de muñecas e invadiendo espacios que históricamente han estado configurados para los varones. Nada ni nadie logró impedir que entrara a la cancha para desbordar, gracias a su constancia, creatividad y esfuerzo personal, hasta hacerse un lugar en el fútbol nacional. Hoy, el fútbol la identifica; es su pasión y esperanza que lleva incluso grabada en la piel.
Multicampeona universitaria con DUOC y amateur con Sara Braun del cerro Los Placeres, hoy viste orgullosa la camiseta n.°2 de Santiago Wanderers de Valparaíso, donde destaca por ser referente y por ser de las mujeres del plantel que más experiencia tiene con la redonda. Conocedora de múltiples canchas y del estado del fútbol femenino local y nacional, Jocelyn asegura que el futuro de las mujeres sigue estando en el fútbol amateur, pues es donde más felicidad e incentivos encuentran, pero que es necesario dotarlo de una estructura para asegurar un adecuado desarrollo.
Conversamos con ella para conocer más sobre su vida; sus inicios; cómo ha sido enfrentar su carrera triple como futbolista, estudiante y trabajadora; cuáles son las significaciones que tiene para ella el fútbol, el camarín, sus compañeras. Para que nunca más las opresiones saquen a las mujeres de los clubes, es necesario visibilizarnos, por eso es clave escribir nuestra propia historia revolucionaria.
El futuro del fútbol femenino está en la cancha, en la calle, pero también en los medios y en los escritorios. Una vida de pasión como la de Jocelyn debe quedar, sin duda, en los registros y en los relatos del deporte más hermoso del planeta.
¿Cuándo comenzaste a jugar a la pelota?

Desde muy chica, y, de hecho, en vez de jugar con muñecas cuando salía a la calle, jugaba a la pelota. Mi mamá no me dejaba, decía “cómo vai’ a jugar, si es un juego de niños”. Pero yo igual jugaba en la calle con amigos de infancia de la población (Sara Braun, Cerro Los Placeres de Valparaíso). Y jugaba en la calle porque antiguamente no había nada como para poder incluirse en escuelas o cosas así. Todo era incluso más masculino que ahora.
Empecé a jugar con los hombres: jugué una vez por primera infantil con los hombres, después, más adulta, a los 18, jugué en tercera adulto por hombres, siempre por Sara Braun. La cancha se llenaba al ver una mujer jugar, era como la novedad de ese momento. De ahí salté a jugar en Santiago Wanderers, y ahí jugaba entre Wanderers y el DUOC, que es donde estudié. En verdad, he jugado toda la vida.
¿Tuviste obstáculos en esos espacios?
En el colegio no tanto, pero en la calle, sí. Como la gente era un poco más quisquillosa, me decían que podía echarme una ventana o pegar mucho en el muro de alguna casa. Ahí eran pesadas las señoras, y decían “cómo estai’ jugando a la pelota: amachá”, “María tres cocos” y todo eso que antiguamente se decía.
¿Y en el DUOC jugaste?
Me inscribí por una beca, que era lo que me importaba para poder sustentar el estudio, porque la idea era sacar la carrera sin hacer otra cosa. Una vez ahí, jugamos varios campeonatos. DUOC, por lo general, tiene un campeonato nacional donde juntan a los DUOC de todo Chile. En primera instancia se juntan en Santiago; después, los primeros cuatro que ganan van a Concepción. De los cinco años que estuve estudiando, cuatro veces salimos campeonas.
¿Cómo compatibilizas tu vida normal con la vida de futbolista?
Es muy, muy difícil, sobre todo con el tema del trabajo. Estudiando no es tanto, porque se dan espacios como para poder jugar, pero ya trabajando es estar todo el día en eso y, después, tener que ir a jugar. Eso hace pesada la semana dependiendo del trabajo que una tenga. Y el cansancio igual pasa la cuenta, pero ahí va en una si quiere seguir o no. El tema de estrés laboral también lo asocio a lo mismo, pero jugar me baja las revoluciones. Yendo a entrenar, bajo la intensidad del día laboral, que es muy tensionante. Disfruto entrenar, me río harto jugando con mis compañeras porque son muy chistosas.
¿Cómo comenzó la división femenina del Club Deportivo Sara Braun? Hoy son una potencia en Valparaíso y han logrado un desarrollo ejemplar para otros clubes.
Sí, me enorgullece haber pertenecido. Bueno, sigo perteneciendo, porque es el club de la infancia. ¿Cómo partió? Se acercaron a mí y me dijeron “oye, vamos a hacer un equipo pa’ participar en la Liga de la Pérez Freire. Llama a algunas conocidas pa’ que podamos formar un buen grupo”. Ese grupo se sumó a otro que era de la población, la idea era complementar. Y dije “ya, vamos po’”, y ahí empezó de a poquito a formarse. Comenzaron a llegar nuevas niñas, a salir otras y se ha ido armando un buen equipo.

Y a Santiago Wanderers, ¿cuándo llegaste?
A Wanderers llegué el 2012. Creo que fue jugando en un beneficio que habían hecho en una de las canchas del cerro. Me pillé con unas compañeras con las que jugábamos en la u y me dijeron “oye, ándate a Wanderers porque necesitamos una lateral”. Yo no jugaba de lateral en ese tiempo, jugaba de contención. Me hice de rogar un poquito hasta que me convencieron.
¿Cómo era el día a día? ¿Los entrenamientos?
Los primeros dos años se me hicieron difíciles, porque tenía que jugar por el DUOC y también trabajaba de noche los fines de semana en El Mercurio. Entonces, muchas veces me iba sin dormir a jugar y a veces el profe me retaba y me dejaba afuera. Ahí me la aguanté hasta que me pusieron de nuevo en el equipo titular.
Hagamos un ejercicio. La idea es que puedas salir de ti misma y tener una imagen proyectada de ti jugando fútbol. ¿Cómo te ves a ti misma? ¿Qué características, qué movimientos, qué tipo de personalidad ves?
Siempre digo que jugando fútbol saco otra personalidad completamente distinta a la que tengo diariamente. Aquí soy súper sumisa y hasta tímida en ciertos aspectos, pero entrando a la cancha, me convierto en una persona como agresiva, se podría decir en buen sentido. Me gusta ir a pelear cada pelota, correr cada segundo, dar casi la vida en el partido que una está jugando.
En base a tu experiencia, ¿qué diferencia puedes encontrar entre el fútbol amateur y el profesional?
Hay muchas, muchas diferencias, tanto en temas de plata como estructura en sí. En el fútbol amateur se puede hacer lo que una quiera y entrar a jugar igual. Por ejemplo, tengo compañeras que fuman un cigarro antes de entrar a jugar, uno al entretiempo y uno al finalizar, y no les pasa nada, o beben cerveza antes también. No hay alguien que les diga “no hagas esto porque no se puede”.
¿Qué opinión te causa eso a ti? ¿Crees que puede cambiar un poco cómo se ha configurado el fútbol femenino en los últimos años?
Yo creo que el fútbol va a surgir más en lo amateur que en lo profesional. Por ejemplo, a las niñas más pequeñas les llama más la atención estar, entre comillas, jaraneando o tomando cerveza y fumando después de jugar a la pelota, que estar en un partido normal, salir cansada y no conseguir ningún objetivo. Y el tema de las lucas (dinero), también, hay niñas a las que en el fútbol amateur les pasan plata por ir a jugar, o por goles, cosa que en el profesional no se ve. De hecho, no dan ningún aporte.
Yo creo que si el fútbol profesional no invierte un poco de plata en las jugadoras, no va a conseguir sus objetivos y las jugadoras se van a empezar a ir donde a lo mejor les dan algo de felicidad. A veces también me da rabia ir a perder, sacarme la mugre jugando y no conseguir nada.

¿Cómo es tu relación con tus compañeras en Wanderers y en el fútbol amateur?
Buena. No recuerdo haberme peleado con alguien. Como comentaba anteriormente, me rio mucho en el camarín, dentro de la cancha, en todos lados. Más encima, mi risa es un poco especial, entonces se escucha en todos lados. Y es entretenido pasarla bien jugando a la pelota.
¿Cómo encuentras la infraestructura de las canchas de fútbol amateur en que has jugado en Valparaíso?
Algunas están espectaculares. Por ejemplo, la misma Fischer, que antes era de tierra, está magnífica. Lo único malo es que hay que hacerle mantenimiento a las canchas, porque si no, se van a destruir luego. La Pérez Freire también, exquisita quedó, también jugué en tierra ahí. Las canchas del Alejo también son muy buenas. Aunque a mí me gusta jugar en todo tipo de cancha, entonces no le veo mucha diferencia. Del año pasado a ahora, implementaron mucho más que lo que había, pero aún así, insisto en que deberían soltar más las lucas en el fútbol amateur. Hay que amarrar, de cierta manera, a las jugadoras para que puedan y quieran ir a jugar. Algo como un incentivo monetario o algo más allá del simple hecho de ir a jugar por ir a jugar.
¿Qué significa el futbol para ti?
Difícil pregunta. Me hice un tatuaje relacionado al futbol porque para mí significa mucho. Es como una pasión más que un juego y una esperanza de llegar a algo más. Ojalá que las niñas pequeñas que están jugando ahora profesionalmente tengan todas las oportunidades que nosotras no tuvimos, porque realmente hubo un cambio muy rotundo. Eso más que nada, significa pasión, un sentimiento que una demuestra dentro de una cancha.
¿Qué sentimientos te provoca jugar?
Felicidad. Es un conjunto de cosas que van a un estar feliz, llena un vacío que otro deporte no lo va a complementar. Puede ser la adrenalina, yo creo, pero más allá no sabría qué más decir.
Dame tres claves que necesita el fútbol femenino para avanzar a ser profesional.
La práctica o entrenamientos; la disciplina, que también es muy importante; y yo creo que la humildad. Porque ser humilde puede abrir muchas puertas en todos ámbitos.
¿Y a nivel estructural?
Equipamiento, seguro médico, y creo que el salario también.