La “Era Moreno”: gestión errática y fracaso de un modelo

Felipe Richmond Miguel
Colaborador Asamblea de Hinchas Azules

Lo que fue una conducción caracterizada por lo errática, junto a un sinfín de cosas, tuvo su final. Desde hace unos días atrás, se palpitaba en los pasillos de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) la pérdida del piso político que tenía el recientemente renunciado presidente Sebastián Moreno. Una administración que estuvo marcada en lo interno de principio a fin por una serie de conflictos, entre los que se destacan la dimisión de Andrés Fazio; no poder llenar los cargos faltantes de la mesa directiva; el fracaso de Moreno al tratar de instalar a la periodista Lorena Medel en el directorio; y, recientemente, las renuncias de Martín Iribarne, Raúl Jélvez y Arturo Aguayo. Esto último gatilló la culminación de una gestión cuyo balance final supera a la mera mediocridad. De aquí en adelante, se está a la espera de las elecciones de la directiva del balompié criollo, las que se llevarán a cabo el 30 de julio.

Ahora bien, más allá de lo que se ha mencionado, es oportuno e importante recordar lo siguiente: no es novedad que en Chile haya imperado una triste realidad y costumbre, en la que personajes con dudosa reputación acceden a cargos públicos. El fútbol chileno no escapa de eso (lo sabemos, y bastante, con nuestra querida y amada “U”), ni mucho menos el caso específico del propio Moreno. Recordemos el penoso y conocido episodio en el que, siendo jefe del área legal de la División de Codelco en El Salvador entre 2011 y 2014, fue vinculado al millonario robo de concentrado de cobre avaluado en cerca de 45 mil millones de pesos. De hecho, el 13 de marzo del presente año, el Tribunal de Garantía de Diego de Almagro fijó audiencia de formalización por obstrucción a la justicia para el 13 de abril, la cual fue suspendida debido a la situación de la pandemia mundial del COVID-19.

Por otra parte, y aterrizando específicamente en la (olvidable) administración de Moreno, encontramos otros hitos que evidenciaron lo errática que fue. En el marco del estallido social, quedó de manifiesto su obstinación al insistir con el retorno del fútbol nacional a fines de 2019, ignorando por completo el contexto país. Otro caso fue el manejo de la situación que estuvo a punto de impedir los ascensos, lo que encendió las alarmas por un posible castigo contra el fútbol chileno. Marcada inconsistencia tanto en su discurso como en el manejo y resolución de conflictos.

De igual manera, las críticas apuntan a que su mandato estuvo marcado por un profundo y estrepitoso fracaso en los planos económico y deportivo. Más allá del continuismo mercantil de su administración, donde prevalecieron los rimbombantes y millonarios contratos firmados, el balance financiero del año pasado fue negativo. Es más, Moreno ha sido acusado de falta de transparencia en ese respecto. En lo deportivo, el saldo es más que pobre. Salvo por una “aceptable” participación en la Copa América masculina de 2019, Moreno llegó a administrar y a acentuar la ausencia de una política deportiva y formativa de nuestro fútbol. No es un misterio que esta es una clara tónica de la impronta de las Sociedades Anónimas Deportivas Profesionales (SADP) chilenas, las que ambicionan de manera ostensible en lo económico, pero pobremente en los proyectos y resultados deportivos y formativos, tanto en el fútbol masculino como femenino.

Desde esa perspectiva, la administración de Moreno puede ser tomada como un fidedigno ejemplo del fracaso de las SADP, cuya única política ha sido la de obtener ganancias monetarias a través de millonarios contratos y cuyo enorme perjuicio ha sido encarecer, reducir y desdemocratizar el acceso del pueblo al fútbol y al deporte. Estos daños no son ajenos a la realidad política, social y económica de un país que ha sido permeado a ultranza por un neoliberalismo y capitalismo salvaje. Y, evidentemente, el fútbol y el deporte se han visto subsumidos por la lógica mercantil.

Si bien, y en una primera lectura, la renuncia de Moreno puede analizarse como una débil gestión, que por cierto lo ha sido, el trasfondo apunta al descalabro de un modelo que nunca demostró ser la panacea prometida, ni en lo económico, ni en lo administrativo, ni mucho menos en lo deportivo. Tanto en Chile como a nivel mundial, ha quedado profundamente cuestionada la legitimidad del neoliberalismo y del capitalismo salvaje imperante. Esto se ha profundizado con la pandemia del COVID-19, la cual ha sido capaz de desnudar las más profundas y brutales desigualdades e injusticias, propias e inherentes a este sistema y modelo tanto en su génesis como esencia. Y, por cierto, ha quedado en incuestionable evidencia cómo las instituciones del fútbol chileno han sucumbido ante esta situación, develando la incapacidad de sostenerse, y las deplorables condiciones laborales de sus trabajadores y trabajadoras más precarizadas.   

En definitiva, ¿cuál es el desafío que tenemos como hinchas? Es incuestionable el fracaso de las SADP en Chile. Y ante la incertidumbre producto de la pandemia mundial, se vislumbra la insostenibilidad del actual modelo de clubes, donde quienes los más perjudicados serán sus trabajadores y trabajadoras, principalmente quienes se enfrentan y viven en situaciones más precarias. Es por ello que como hinchas, nos compete la tarea de organizarnos para que el fútbol sea nuestro y del pueblo, con estructuras democráticas, participativas e inclusivas. Y, por cierto, debatir amplia y profundamente en torno al club que deseamos y anhelamos, con condiciones laborales dignas y con un ambicioso proyecto deportivo y formativo en las distintas ramas, tanto masculinas como femeninas. El contexto nos impone esa responsabilidad, obligación y, tal vez, urgencia. No es sólo una errática gestión. Sin pecar de alarmista, está en juego algo mucho más complejo: un tema de sobrevivencia. Es tiempo de recuperar lo que nos pertenece a todos y todas.

Volveremos, volveremos
Volveremos otra vez
Volveremos a ser libres
Libres como fue el Ballet

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