
Nuestra Cruzada
Van casi 20 días desde que se inició la cuarentena voluntaria en Chile producto de la pandemia mundial de COVID-19 y su acelerada propagación, situación que ha generado que durante los últimos días se replete la Administración de Fondos de Cesantía. Porque, aunque no lo queramos, esta crisis la están pagando los y las trabajadoras.
Una serie de rubros, entre ellos empresas administrativas y principalmente el comercio, han desvinculado a quienes trabajan con ellos por “necesidades de la empresa”, anteponiéndose a un escenario de crisis económica que se aproxima y dejando sin ninguna certeza a esas personas que hoy perdieron su fuente laboral.
Hace un par de días, la Dirección del Trabajo hizo público un dictamen en el que consigna que en situación de emergencia sanitaria –caso fortuito o de fuerza mayor-, las empresas no están obligadas a pagar sueldos ni las y los trabajadores a asistir a sus funciones. Se lee simple, práctico y conveniente para los empresarios que no quieren perder un peso, pero ¿qué pasa con esos hogares que tienen personas de alto riesgo, donde el pan debe seguir llegando a sus casas? Bueno, ellos verán cómo se las arreglan.
Así lo han hecho ver las autoridades de este país desde que inició la revuelta de octubre hasta la llegada de este virus. Solo hay un hilo conductor en cada una de las decisiones que toman y es el mantener al pueblo trabajando incesantemente para que ellos mantengan sus privilegios.
Esta crisis nos está reafirmando que las demandas de Chile y Latinoamérica en general, son más urgentes que nunca. Un gobierno no puede ni debe apostar por que las y los trabajadores sigan produciendo y arriesgándose a ser contagiados. No puede ser que su única alternativa sea el quedarse en casa exponiéndose a un despido o rebaja de hasta un 50% en el sueldo.
Es un panorama mundial que parece no tener fecha de término y mucho menos soluciones en lo inmediato, Sin embargo, a pesar de lo abrumador que resulta ser este episodio de la historia, es una oportunidad para reconocernos, entender la forma en que vivíamos y apostar por un futuro donde los intereses y el bien de la comunidad se sobrepongan al beneficio propio.