
En un espacio tan masculinizado como el fútbol, muchas veces los grupos oprimidos se difuminan en una sola nebulosa. Pero allí también existen comunidades que han sido más dejadas de lado que otras. Disforia FC representa a una de ellas. Un equipo compuesto exclusivamente por personas trans y no binaries, y que ven en la práctica futbolística una acción política, social, activista y de visibilización.
Todos los domingos, el equipo de Disforia FC se reúne cerca del Estadio Nacional para jugar a la pelota. Llegan niñes, adolescentes y personas adultas; personas que aún no han escogido un nuevo nombre y personas que están comenzando un tratamiento hormonal; personas universitarias, que trabajan y que ahí, en esa cancha, encuentran un lugar común y seguro. “Quienes vienen, dicen que acá se sienten como una persona normal, no como un bicho raro. Nadie está mirando ni juzgando. Eso hace que nos desenvolvamos con más seguridad”, explica Christopher, quien es una de las personas que impulsó la idea de Disforia FC, un equipo de fútbol compuesto solo por personas trans y no binaries.
“Siempre jugué fútbol femenino y cuando hice mi transición, tuve que dejar mi equipo de siempre por un tema de reglamento. Traté de jugar en equipos masculinos, pero no me sentí cómodo. Yo estaba en un proceso súper personal y todo lo que ellos hablaban me parecía distante. No podía tener una buena relación. El fútbol masculino es mucho más agresivo y violento que el femenino y yo no estaba acostumbrado a eso”, cuenta Christopher. “En ese sentido, Disforia FC nació de la necesidad de tener un espacio en el cual las personas trans nos sintiéramos acogidas y respetadas con todo lo que conlleva ser trans. Era una alternativa diferente y segura, algo que no existía”, cuenta Benjamín, quien también es parte del colectivo.
Cuando se juntan a entrenar, tienen la costumbre de siempre presentarse, independiente de si se conocen o no. “Lo primero que se hace es presentarnos, decir nuestro nombre y luego el pronombre con el cual nos sentimos identificades”, explica Benjamín. La idea de esta actividad es empoderarse y que puedan sentir seguridad de los nombres que están empezando a usar. “Es una buena instancia para poder comenzar a ser la persona que quieres ser”, acota Christopher.
La disidencia en espacios binarios
Los espacios cambian dependiendo de quiénes lo construyen. Este proceso, que ya es complejo para las mujeres cuando existen hombres en el mismo ambiente, se vuelve todavía más duro para quienes son trans o no cisgénero(1). Tomás, quien también es parte del equipo, explica que “es diferente, porque uno no sabe bien cómo actuar en espacios binarios, ya sea en el fútbol u otro. Cuando se trata de un deporte que además involucra contacto físico, puede ser más incómodo todavía. En espacios masculinos suele haber mucha brutalidad, por lo que intimida mucho”.
Según explican, el poder hacer cosas tan simples como, por ejemplo, cambiarse la camiseta, es un privilegio para personas cisgénero, “y no es algo de que se den cuenta”. Son justamente los espacios binarios, tanto para hombres como para mujeres, los que muchas veces se configuran como ambientes no seguros para quienes son trans.
Para Benjamín, son muches quienes han tenido experiencias negativas con grupos de hombres cisgénero por actitudes machistas, homofóbicas y transfóbicas. “Un espacio para personas trans nos asegura al menos poder evitar eso, no tenemos que tener el miedo de que «descubran» que somos trans o el miedo a que nos «misgendereen», o sea, que usen mal los pronombres. Si debo cambiarme de ropa una vez finalizado el juego, no me siento cómodo compartiendo con hombres que me vean a pecho desnudo. Si bien estoy operado de mastectomía, tengo unas cicatrices grandes y no querría que me pregunten por qué las tengo. Siento que sería exponerme a que me pudiese ocurrir algo malo o a que me traten distinto en el futuro”.

Transfeminismo
Según Christopher, una de las líneas políticas y sociales que mueve a Disforia FC es el transfeminismo. “El transfeminismo nos llama a luchar por una igualdad entre hombres y mujeres y, además, incorpora a personas trans, o a quienes se sienten un poco hombre y un poco mujer. Incluye a todas las personas que están en el espectro de género entre lo masculino y femenino, sumando también a lo binarie. Todas las expresiones son válidas”.
Sin lugar a dudas, el espectro trans genera conflictos en el feminismo radical, pues, según dicen, una mujer u hombre trans no son parte del movimiento; su género actual o la “experiencia de cuerpo” previa se lo impedirían. En ese sentido, las personas que transitan en el espectro binario -hombre o mujer- o quienes no se sienten identificades ni con lo femenino ni con lo masculino también quedan fuera.
Si bien, tanto el feminismo radical y el transfeminismo están por la eliminación de los roles de género, es el segundo el que amplía quiénes son les sujetes del feminismo, logrando abarcar a otras personas que también son oprimidas por el patriarcado. Entendiendo el género como una construcción que se utiliza como forma de opresión, el transfeminismo posiciona al género como un poder que limita los cuerpos para adaptarlos al orden social establecido.
Para quienes integran Disforia, el transfeminismo entiende que la corporalidad femenina no es la única oprimida por el patriarcado, sino que valida y reconoce múltiples formas de existir y resistir al régimen cisgénero y heterosexual fuera del binarismo. “El transfeminismo es cuestionar, más allá de la violencia que viven las mujeres cis, todas las corporalidades que se salen del sistema heteropatriarcal”, explica Amir, quien también es parte del equipo.
“Luchamos por los derechos de las personas trans, luchamos por el derecho que tienen las mujeres de ser tratadas con dignidad. Obviamente luchamos contra el patriarcado, que es también nuestro enemigo, pero también pedimos que a las personas trans se nos incluya. Necesitamos trabajo, salud, educación no sexista y, sobre todo, que nos vean. Los hombres trans también abortan y eso nadie lo dice. Luchamos para que se nos reconozca”, complementa Christopher.

El taller de los domingos
Teniendo en cuenta todo lo anterior, no cabe duda de que el taller de fútbol que organiza Disforia y que es exclusivo para personas trans y no binaries, se construye como un espacio seguro. Se reúnen sabiendo que es un espacio cómodo, de mucha risa, empatía y respeto. “Si llegase a haber algún problema o incomodidad con algune, es una comunidad empática que te permite sincerarte y conversar lo que sea que te incomoda”, cuenta Tomás.
El hecho de que el equipo esté conformado por trans y no binaries trae consigo la unión de personas que han pasado por grandes traumas, que han sido víctimas de mucha violencia, que han sufrido discriminación y han sido constantemente invisibilizades, por lo que el trato con empatía debe ser algo de base. Según Christopher, “tratamos de poder reforzar que no estamos soles, que tenemos un grupo en el que nos estamos apañando para lo que necesitemos”.
“Como uno viene acostumbrado a vivir con un género, cambiar a otro es complejo. Es un proceso y las demás personas no están acostumbradas. Al final, uno se termina aislando por el hecho de no sentirse parte del grupo. No existen espacios deportivos para personas trans. Sí existen, quizá, ambientes de conversación, de discusión política, pero de deporte, yo no conocía ninguno”, concluye Christopher.
“Para mí es importante tener un espacio así porque nunca me había sentido cómodo en ningún deporte, ya que el cuerpo es la principal herramienta y justamente lo que más me incomoda de mí. Llegando a Disforia pude empezar a reencantarme con el ejercicio y, por ende, con mi cuerpo, como cuando era niño y no importaba si era niña o niño mientras jugara bien”, cierra Tomás.
(1) Cisgénero: término para señalar la coincidencia de identidad de género y sexo al nacer.