
Las conocimos durante la difusión del campeonato de fútbol en beneficio de Geraldine Alvarado, la adolescente que quedó en coma luego de que le dispararan una bomba lacrimógena en la cabeza. Esta es la crónica de cómo conocimos a “Fútbol con las cabras”. Conversamos sobre feminismo, la mercantilización del fútbol, infancia y el rol de la Selección Chilena de Fútbol durante el estallido social.
Por María Francisca Torres Pacheco
Se ríen mientras juegan fútbol. Se felicitan, se abrazan, se bromean y aplauden los goles del equipo contrario. Mientras les sacaba fotos en la cancha en que juegan -cerca de Macul con Grecia-, algunas me miraban de reojo. Pensé que lo hacían para saber si el lente de mi cámara estaba apuntando hacia ellas. Traté de no distraerlas mientras duraba el partido, pero -y aunque no juego fútbol- no pude evitar intervenir cuando la pelota salía de la cancha y llegaba a mis pies.
“Nosotras quedamos más cansadas de reír que de correr” fue lo primero que me dijeron cuando nos sentamos a conversar. Carolina, Cote, Nacha, Camila, Bea, Cata, María José y Javi se conocen en cadena: dos eran amigas, luego una de ellas invitó a una compañera de trabajo, ella convocó a otra para parchar como jugadora en un partido, quien a su vez invitó a alguien más y esta última invitó a otra amiga y a su cuñada. Y así. Un enredo que dudo haber contado bien.
Para conversar, nos sentamos haciendo un círculo sobre el pasto que está al lado de la cancha, la que está rodeada de rejas muy altas y, a su vez, de edificios parecidos a los que están en Villa Olímpica, típicos blocks de los años 60. “¡Aguante la U, hermanaaaa!”, gritó una apenas pregunté de qué equipo eran. No alcancé a profundizar más cuando las que eran de Colo Colo saltaron. Entre risas, me contaron que nunca han peleado por eso y Javi, quien tiene una voz muy fina y dulce, comentó que siempre han tratado de mantener el respeto dentro y fuera de la cancha: “no nos gritamos, no nos retamos, nos corregimos con mucho respeto y sororidad”. Todas asienten. “Nuestro fin no es competitivo”, explicó Catalina, quien, a medida que avanzaba la entrevista, pareció haberse sentido cada vez más cómoda de conversar conmigo. Y fue genial, porque sabe mucho de fútbol.
“Fútbol con las cabras” se juntan por lo menos una vez a la semana a jugar a la pelota y, por alguna razón que ellas no saben explicarme, son más organizadas en invierno, pero que en general son desordenadas. No lograron tener la suficiente coordinación para juntarse dos veces a la semana y, cuando les pregunté si participaban en una liga, la primera respuesta fue que no, pero otra integrante dijo unos segundos después que sí, que han ganado torneos de fin de semana. “¡Ay, de veras! ¡Esas son nuestras ligas!”, ratificó la primera.
El primer partido que jugaron como equipo, lo perdieron. Iban confiadas esa vez, pues era un campeonato donde participaban personas más adultas que ellas. “Pensábamos que íbamos a ganar por pulmón”, pero no. Perdieron 27-1. El equipo contrario les celebró ese único gol que metieron. “¡Y fue autogol!”, bromeó Beatriz. Todas se rieron.
El nombre del equipo no fue algo que eligieron tan conscientemente: necesitaban un nombre para un campeonato y ese era el que tenían en el grupo de WhatsApp ese día. El nombre ha cambiado varias veces. “Nos llamamos en algún momento «Ramón Ramón», después tiramos la idea de llamarnos «Comandante Ramiro». Después fuimos «Nunca paca», pero finalmente todas coincidimos en que «Fútbol con las cabras» era lo mejor”.

Fútbol político
Supe por primera vez de “Fútbol con las cabras” cuando vi una publicación en Instagram en la que invitaban a inscribirse en un campeonato de fútbol femenino a beneficio de Geraldine Alvarado (15), adolescente a la que, en medio de las protestas en Plaza de la Dignidad, una bomba lacrimógena disparada por Carabineros le abrió una herida en su cabeza, dejándola inconsciente durante cinco días.
La idea del campeonato de fútbol era juntar recursos para ayudar a Geraldine y su familia. “Sé que todas estábamos inquietas de hacer algo por el estallido social. Acá cada una hace cosas por separado, pero sentíamos que algo faltaba. La idea era hacer alguna cosa que tuviéramos al alcance. Ahí se nos ocurrió el campeonato”, me comentó Beatriz.
Las cabras regularmente conversan de política durante los terceros tiempos, incluso antes del estallido social. “Siempre la conclusión era que Chile se acabara y… nada… ¡Chile se acabó!”. Para ellas, el rol de lo político en el fútbol es muy importante. “Tal como la vida misma, el fútbol es una disputa y una tensión constante. El fútbol es un espacio super ideologizado, puede ser un reflejo de las opiniones de masas, de la sociedad machista, la violencia, pero -y creo que es lo que nos tiene acá- es también algo que une, que convoca, que enseña compañerismo, respeto y apañe. Es una constante tensión: personas que quieren al fútbol para crear una sociedad transformadora, y otras como una industria explotadora y que simplemente genera ganancia”, explicó Camila.
El discurso político lo tienen claro y lo aprovechan. Las moviliza y les hace sentido porque son protagonistas. Al igual que el feminismo, es una militancia desde la vivencia. “Con el fútbol se crea algo político a partir de lo social, desde el verse, reunirse y conversar. El rol del fútbol, su espíritu, es formar. Esto es algo que las Sociedades Anónimas nos han robado”.
Niñas y niñes futbolistas
En el partido que estaban jugando, entre ellas había un niño que no debió haber tenido más de 12 años. Un vecino del sector que, poco antes de las 9 de la noche, tuvo que “entrarse” porque su mamá lo estaba llamando desde un balcón. “Nos suele pasar”, me explicaron. “A veces nos ven jugar y se unen. No tenemos ningún atado con eso”.
Con esto, comenzamos a conversar sobre de qué manera el contexto actual es un aporte para la percepción del fútbol en la infancia. “Los niños y niñas son como plasticina. El cabro entró a jugar con una semi agresividad. Le tocó ser del equipo donde tres somos del Colo y dijo al tiro «ah, pero son todas indio» y le explicamos que eso, el equipo del que eres, acá no importa. Y lo entendió al toque. Después, no sé quién, una de nosotras dijo «puta, soy mala» y él respondió «no, hay que ponerle más esfuerzo». Entendió al tiro el lenguaje que estamos usando y que el fútbol no tiene por qué ser agresivo. Y es bacán”.
En general tienen la percepción de que el fútbol femenino se ha masificado, que hay menos miedo y menos estigmas, que han aflorado agrupaciones que hacen lo mismo que ellas y que se constituyen como espacios seguros de mujeres. Para las jugadoras de “Fútbol con las cabras”, las generaciones de hoy están creciendo de manera muy distinta: mientras que para ellas eran solo los hombres quienes nacían con un balón de fútbol en los pies, hoy las niñas también nacen así. “Crecer sin esos estigmas es un tesoro que tienen las niñas de hoy porque les da la posibilidad de no tener límites. Es liberador”, dice Beatriz.
“La gente entendió que el fútbol no es de hombres. Yo siempre he jugado a la pelota, pero mi papá inscribió a mi hermano en la escuela de fútbol y a mi no. Ahora veo que a las niñas sí las inscriben, les compran zapatillas: el estigma de que era de «niñito» ya no está”, contó Nacha. “Yo creo que el fútbol es un espacio ganado por el movimiento feminista -agregó Camila- y se relaciona también con la crítica al patriarcado por el establecimiento de roles de género”.

Ganar “valor pueblo”
Conocidas son las condiciones del fútbol femenino en Chile: las jugadoras no tienen sueldo, pero se les exige como profesionales, muchas veces juegan en canchas de menor calidad, tienen que entrenar, trabajar y estudiar al mismo tiempo, no tienen vestuario propio ni seguro de salud.
“Hay una lógica mercantilista en el fútbol que ya todas conocemos y, como las mujeres parece que rinden menos en publicidad, para los clubes no valen nada porque no dan plata”, expone Camila. Es por esto mismo que para los clubes, según las cabras, el fútbol femenino es un chiste o una especie de trámite.
Hablamos de Tiane Endler y de lo que ha significado para el fútbol de mujeres durante los últimos años. Y si bien es cierto que las cabras valoran su figura como una mujer que ha abierto muchas puertas, que ha posicionado al fútbol femenino y una punta de lanza en la lucha, reflexionan sobre por qué gusta tanto a la industria publicitaria. “Igual se ha usado su imagen de una mujer bella que se ve muy hegemónica, de rasgos finos. Ella cumple con todos los estándares que se le exige a las mujeres y, quizá por eso la industria ha invisibilizado a las otras compañeras”, reflexionó María José.
La conversación continúa, pero toma un rumbo que no vi venir y que fue mi parte favorita de la entrevista. Por eso, dejo acá la transcripción:
– Yo no sé cuáles son los orígenes de la Tiane, cuál es su situación económica, pero como no es tema, yo creo que debe ser de familia de plata. Si fuera pobre, sí sería tema, como el chico de Tocopilla, o el otro que viene de la pobla de Aránguiz o Medel, sería típica historia de esfuerzo, pero los medios no han dicho nada. Me hace pensar que es de caleta de plata. Sale en la publicidad del banco, entonces una se imagina cuál es su origen.
– Cuando el sistema acepta grupos que son “minoritarios” (entre comillas porque las mujeres somos más de la mitad), las personas que representan esos grupos, sí o sí tienen que calzar con un estereotipo y cumplir con las reglas hegemónicas. Pero eso corre si eres mujer, porque a los hombres les basta con ser buenos para la pelota, ¿o no hai visto a Vidal? Las mujeres tiene que ser buenas, bellas y no hablar de política.
– Igual quizá a aquellas jugadoras que son más políticas, los medios pueden tenerles miedo. No saben qué van a decir en pantalla.
– ¡Pero es que las que opinan ganan “valor pueblo”!
– ¿Cómo?
– Es que es importante tomar una postura, es lo correcto. Ahí hay que tomar una decisión: o te asegurai con las lucas y te quedai callá u opinai, estai con la gente y hací lo correcto.
– Igual, algunas de las chiquillas de la Roja Femenina tienen el cuento super claro, incluso las banearon por ser “demasiado políticas”. En cambio, los hueones no son capaces ni de taparse el ojo.
– Los locos igual tienen que rendirle a la industria y a las marcas.
– ¿Pero acaso no tienen suficiente plata para decir “a la verga todo, tengo que decir algo por esta hueá”?
– Pero es que ahí ves a lo que le dan importancia, cuáles son las prioridades de cada uno.
– Sí poh, el Gary se fue al choque al principio y después se quedó piola. Le debe haber llegao el medio lumazo.
– Es que no quieren dejar de ganar lucas.

La Geraldine es bacán
A la actividad que organizaron para Geraldine y su familia, asistieron cerca de 200 personas, según sus cálculos, excediendo así sus expectativas. Al principio, como el evento giraba en torno al fútbol, no se imaginaron que iban a llegar personas ajenas a los equipos participantes. Y llegaron muchas más. “Es hermoso darse cuenta que hay hartas personas que están dispuestas a ayudar y encuentran en este tipo de actividades un espacio para apoyar en medio del contexto de represión que estamos viviendo”.
Lo más difícil del evento fue el primer contacto con el papá de Geraldine ya que fue complicado hallarlo. “El recibimiento fue súper bueno. Igual me imagino que debe ser raro escuchar un «hola, usted no me conoce, pero queremos hacer algo para juntarle plata y usted no tiene que hacer nada». Yo creo que es es el nuevo Chile”.
Antes del evento, algunas de las jugadoras de “Fútbol con las cabras” visitaron a Geraldine y a su papá. Luego de esa visita, se sintieron más movilizadas para el evento a beneficio y les entregó una perspectiva diferente de lo que estaban haciendo. De hecho, el papá asistió al evento, lo que dejó a las cabras sorprendidas. Me hablaron de Geraldine y me la describieron como “bacán” y una “capa”. Conocieron qué cosas les gustaba, qué cosas no. “La Geraldine nos preguntó si seguía el movimiento y se puso contenta de saber que sí”.
Hoy están animadas a continuar contribuyendo desde sus trincheras, que son el fútbol y el feminismo. Tienen pensado organizar un nuevo evento para el segundo semestre, pero no hay nada definido. “Estamos seguras de continuar aportando con nuestro granito de arena a visibilizar las demandas sociales, la represión que se vive día a día y el aporte que podemos hacer desde el fútbol; un deporte que tiene arraigado muchas aristas negativas, pero también, poco a poco, se comienza a relacionar con valores y visiones hermosas, como la empatía, la no competencia, la solidaridad, y el feminismo”, me explicó Camila.