Santiago Wanderers: entre su gente y el saqueo empresarial

A través de un comunicado, Sports Entertainment International, empresa administradora del fútbol profesional de Santiago Wanderers y propiedad de Nicolás Ibáñez -exdueño de Líder (D&S), financista de Axel Kaiser a través de la Fundación para el Progreso y abusador de mujeres-, anunció el traspaso de las acciones de la rama de fútbol que actualmente le pertenecen, al presidente de la sociedad anónima, Rafael González Camus. ¿El objetivo? En palabras de la empresa, hacer un traspaso para “devolverle el club a sus socios”. 

¿Qué es Sports Entertainment International (SEI)? Es una empresa ligada a Nicolás Ibáñez, que entró en escena a mediados de 2019, cuando compró la participación accionaria que le pertenecía a la Fundación Futuro de Valparaíso (FFV). Esta última empresa (o fundación, como se prefiera) es también parte de las numerosas compañías sobre las que tiene control Ibáñez. Así, lo que hizo fue traspasarse el control de Santiago Wanderers (SW) de un bolsillo a otro. Recordemos que anteriormente, el fútbol profesional de SW estaba controlado por la sociedad anónima Joya del Pacífico SADP, mientras que el resto del club deportivo estaba -y sigue estando- a nombre de la Corporación Santiago Wanderers.

Con respecto a este nuevo escenario, Carolina Cabello, socia 52.870 de Santiago Wanderers y socióloga del Centro de Estudios Socioculturales del Deporte (CESDE Chile), es enfática al señalar que “es el hito más importante de la historia reciente de SW desde la firma de contrato de concesión, pues Nicolás Ibáñez deja de ser accionista y socio mayoritario. Ahora tenemos que ver las mejores estrategias para poder reapropiarnos de nuestro club”. Sin embargo, aclara que es necesario poner mesura con respecto a lo ocurrido, pues su salida tendría explicación en las numerosas malas evaluaciones que ha hecho el empresario alrededor de su “Proyecto Valparaíso”, el que no solo contemplaba a Wanderers, sino que diversos proyectos inmobiliarios que no han llegado a término. 

Con respecto al control de la rama de fútbol profesional del club, lo que habría esperado Ibáñez era un levantamiento de imagen asociada al fuerte arraigo que hay entre el equipo de fútbol y la ciudad de la que brota y que, al darse cuenta de que su plan no estaba dando frutos, decidió venderlo a otra de sus empresas que, no obstante, tenía intereses completamente distintos. Así lo piensa Cabello, mencionando que “a través de SEI ya no se apostaba a una función social (que tendría, en teoría, FFV), sino a la excelencia deportiva con el afán de subir a la primera división”. Parte importante, por lo demás, de que no funcionara el lavado de imagen de Ibáñez, tiene que ver con los movimientos de hinchas porteños que nunca bajaron los brazos en su afán por la recuperación del club y, de manera más global, por una tendencia actual a la socialización y politización del deporte. Entre estos, se destaca, por ejemplo, el llamado del “Movimiento 15 de Agosto” a quitar el estampado del principal auspiciador de la camiseta, la empresa portuaria TPS de la familia Von Appen, cuando ésta se plantó en contra de la huelga de sus trabajadores, quienes buscaban dignidad en sus condiciones salariales. Este hecho, quizá, es también una de las tantas señales que el mundo popular le daba a la élite política empresarial y que terminaría desencadenando el movimiento social del 18 de octubre.

¿Y cuál sería el significado, finalmente, de este traspaso? El primero, más emocional, se relacionaría con un paso en la dirección del fútbol social y en contra del fútbol mercado. Porque, finalmente, el mensaje es que las lógicas de mercado en el fútbol profesional han fracasado rotundamente. No solo con respecto a los resultados deportivos, sino que, como menciona Cabello, “las sociedades anónimas llevan 15 años y el 85% de ellas están quebradas, tienen números rojos y no son sustentables”. Si Santiago Wanderers hubiera sido convertido en una mina de oro por los empresarios controladores, difícilmente éstos habrían decidido entregar su participación a los socios. Es también difícil, por lo demás, intentar desacoplar lo ocurrido con los movimientos sociopolíticos de hinchas que han buscado recuperar los clubes y aquellos que se han involucrado directamente en la protesta social, incluso como parte de la llamada “primera línea”. Y esto, además, permitiría discutir el rol que tiene y debería tener el deporte en nuestra sociedad. 

Pero también están los significados prácticos. Es necesaria una estructura robusta y legitimada que se haga cargo del club una vez sea traspasado. Que la Corporación se abra a nuevas caras y nuevas manos que trabajen en pos de un nuevo club. Es, en este sentido, un desafío para las y los hinchas, pues se asoma la posibilidad de democratizar nuevamente los procesos del día a día de la rama de fútbol. Se convertirían, además, en uno de los casos ejemplares de recuperación de clubes para sus hinchas junto al CSD Deportes Concepción -cuyo proceso de recuperación fue considerablemente distinto e implicó quiebras, desafiliación del fútbol profesional y creación de una nueva SADP-. Este punto es también importante para Vjera Leyton, integrante de la Asociación Hinchas Azules y parte de la comisión de género Las Bulla, quien también rescata el liderazgo que se observa en los clubes grandes de regiones con respecto a la recuperación de los clubes, viéndose “los frutos del trabajo de recuperación, replanteándose el modelo y decidiendo su futuro”. Asimismo, considera que el hecho de que se le esté dando validez a la Corporación de Santiago Wanderers para hacerse cargo del club es un aliciente para el trabajo que lleva realizando desde hace años la Asociación de Hinchas Azules, quienes en agosto de 2019 vivieron de cerca otro hito relacionado a este tipo de organizaciones: el alzamiento de la quiebra de la Corfuch. No obstante, deben tenerse en consideración las trabas institucionales que existen para lo que pueda ocurrir en el futuro medio. “Hay que ser claro que la legislación vigente, la ley SADP, pone muchas trabas a la posibilidad de las corporaciones de hacerse cargos en sus clubes”, explica Cabello. “No hay incentivos, no hay protecciones para las corporaciones -como sí lo hay para las SA-”. En esto también concuerda Leyton, para quien “se torna fundamental retomar las discusiones legislativas en torno a la modificación de la Ley de Sociedades Anónimas Deportivas (Ley 20.019), pues es necesaria su revisión y ajuste para tener como centro la inclusión de corporaciones u organizaciones de hinchas, así como a la comunidad deportiva en general”.

El traspaso, no obstante, ya ha tenido sus primeros conflictos: González Camus, presidente de la SA, exigió un cambio de estatutos a la Corporación de Santiago Wanderers. En particular, referido a quienes serían los socios del club. Se demanda, entre otros puntos, la eliminación de la categoría “Socio Independencia”, la que está establecida en los estatutos vigentes de la Corporación, para así redefinir el concepto de socio a uno que sea funcional a los intereses del actual dueño de las acciones. En pocas palabras, para hacer efectivo el traspaso de socios, lo que se exige es que la Corporación pierda su autodeterminación. Esta, a su vez, respondió en un comunicado que el “Socio Independencia” cumple con todos los requisitos para serlo y que, por tanto, nadie puede exigir que se limiten sus derechos, que es lo que ocurriría si unilateralmente se caducara su posición dentro del club. Por lo demás, como menciona Mario Casanova, vocero del Movimiento 15 de agosto, la figura del “Socio Independencia” se creó para que hinchas de Santiago Wanderers que no querían ser abonados o abonadas de la Sociedad Anónima pudieran seguir siendo socios, esta vez de la Corporación. Explica, también, que darle autoridad a la Sociedad Anónima para definir quién es o no un socio válido o socia válida incumple la reglamentación actual, donde se establece que la Sociedad Anónima solo tiene poder de administración sobre los socios, esto es, recaudación y administración de los fondos relacionados. “Que la Corporación aceptara que la SA logre determinar quiénes son los socios de la corporación sería una jugada muy peligrosa, porque más adelante podrían decir que quienes pagan más que un cierto límite monetario o que se abonan a cierto sector son los únicos válidos para una votación”, acota.

En este proceso de tira y afloja, González determinó realizar traspaso de acciones a socios particulares, convirtiéndolos en dueños de una pequeña parte del club. Una consecuencia de esto, además del lavado de imagen del abogado parte del conglomerado de Ibáñez, es el debilitamiento de la Corporación, puesto que no sería ésta la principal accionista del club, sino que se crearían numerosos accionistas minoritarios. Como señaló Casanova en su momento al diario El Mercurio de Valparaíso: «creo que esta fórmula que se va a utilizar de traspaso de acciones a los socios le quita el piso a la Corporación. Es una jugarreta más de la Sociedad Anónima». Se crearían muchos socios minoritarios cuya participación se diluiría fácilmente a la hora de aumentos de capital y que, en la práctica, tendrían una incidencia casi nula, a diferencia de lo que ocurriría con una corporación con un porcentaje importante dentro de la Sociedad Anónima. En este sentido, desde el Movimiento 15 de agosto mencionan que el interés de la Sociedad Anónima es aprovechar el clima de desinformación que impera en los hinchas para que se tomen decisiones apresuradamente. “Ha sido un proceso muy poco transparente – explica su vocero – pues, de partida, las acciones se están entregando sin conocimiento de cómo está la interna de la empresa. Finalmente, la Sociedad Anónima Deportiva es una empresa y está entregando acciones sin entregar balances”. Por tanto, menciona, el y la hincha debe ser cauteloso al enfrentar estas ofertas y no perder la calma y mantener el foco que, para ellos, es la recuperación final del club para sus socios y socias, y evaluar todos los mecanismos disponibles para llegar a ese fin.

Nuevamente se ven enfrentados el poder económico y los intereses sociales en la cancha de fútbol. Se hace, por tanto, vital el crear y fortalecer las comunidades alrededor de los clubes para buscar su recuperación, fortalecimiento comunitario que se ha observado en todo el país desde el inicio de la crisis del 18 de octubre. Es, entonces, en tiempos de crisis, como los que se viven actualmente a nivel político y social en Chile, que la sociedad, y en particular los grupos sociopolíticos ligados al deporte, deben ser capaces de cuestionar los modelos vigentes, los entramados legales que los sustentan y que, finalmente, el nuevo Chile llegue también al fútbol: un Chile -y un fútbol- de y para todos y todas.

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