Nunca más sin reconocer nuestro rol

Nuestra Cruzada

Junto al llamado de los secundarios y las secundarias a boicotear la PSU, pudimos observar dos cosas muy puntuales en cada debate relacionado al tema: 1) el férreo adultocentrismo de gran parte de la sociedad y 2) la (repetida) invisibilización del rol de la mujer en las luchas sociales.

Partamos por el punto 1. Apenas salió a la luz que los colegios donde se rendía la PSU (prueba segregadora y que no mide ningún tipo de habilidad más allá de memorizar contenido) estaban siendo tomados y también que un gran número de estudiantes se manifestaron contra este instrumento de evaluación, nos encontramos con un sinnúmero de adultxs criticando formas y momentos. Podemos tener muchos matices en cómo hacer las cosas, pero atrevernos a exigir “mejores” formas u “otros” momentos para manifestarse cuando nosotros y nosotras no fuimos capaces de asegurarles la eliminación de esta prueba antes, o cuando quizás no moviste ni un dedo por una educación de calidad, laica, gratuita y de calidad… ¿no será mucha la patudez? Si quienes nos despertaron del conformismo y la nula crítica al sistema neoliberal decidieron que el “estallido social” es y era el contexto ideal para empujar límites y que de una vez por todas se elimine ese instrumento de evaluación, ¿por qué no dejamos que ellos y ellas decidan?

Pero claro, acá viene el “¿y qué pasa con los y las estudiantes que sí se prepararon y quieren rendir la prueba porque es la única forma de tener un futuro?” Pues bien, es muy simple: 1) Si se preparó lo suficiente, no se le olvidará en un par de días, semanas o meses. 2) una prueba no mide tu futuro, porque, además, el entrar a la Universidad no es el único futuro y tampoco la salvación de nuestras vidas. Así lo demuestran los miles y millones de jóvenes endeudados por estudiar en la universidad que están cesantes. Un cartón no te asegura un futuro -considerándolo como lo que neoliberalmente quieren hacernos entender por futuro-.

Por otra parte, la invisibilización de la mujer en las luchas sociales, en este caso representado por Ayelén Salgado, nos parece a lo menos preocupante. Más aún cuando el contexto social actual de nuestro país nos exige estar a la altura de todas las demandas, incluido el rol de la mujer en la sociedad. Históricamente hemos sido invisibilizadas. Fue así como Marie Curie, primera mujer científica en recibir premios Nobel en diferentes categorías, estuvo a punto de no recibir el primero de ellos porque la “academia” solo se lo entregaría si se lo adjudicaba junto a su esposo. Fue así como también Gabriela Mistral, ganadora de un premio Nobel en literatura, siempre está en la sombra de su par Pablo Neruda. Así también es que las estudiantes del Liceo 1 y del Liceo Carmela Carvajal han estado siempre en segundo plano frente a quienes partieron saltando los torniquetes del metro. Y es así, también, como millones de artistas, músicas y mujeres en todas las áreas no son ni reconocidas ni se reconoce que existen.

Actualmente, nos encontramos con el caso de Ayelén Salgado, mujer de 18 años recién egresada del Liceo Notre Dame y que comparte vocería de la ACES con Víctor Chanfreau. Durante todos los días en que se ha llevado a cabo el debate sobre la PSU y la criminalización de estas manifestaciones, así como también de la prohibición de participar en el proceso de admisión, nos hemos encontrado con un exceso de exposición y cuidados a Víctor y, al mismo tiempo, muy poco espacio para la compañera Ayelén y su incansable lucha por la educación. Ella también ha sido amenazada por el gobierno y ha sido hostigada incluso físicamente. Además, también tiene una historia que contar: su abuelo Roberto Castillo Arcaya fue asesinado a balas por Carabineros de Chile en medio de un toque de queda la noche del 7 de agosto de 1977, caso por el cual todavía no hay culpables.

Con respecto a lo anterior, hacemos un llamado a todos los medios de comunicación, a todas las mujeres, a todos los aliados y a cada una de las personas que está luchando por un mejor Chile a incorporar en sus acciones la perspectiva de género. Seamos conscientes de que somos nosotros y nosotras quienes tenemos el poder de exigir la igualdad en todo ámbito: tanto en el trato mediático como en la protección y atención de las compañeras que luchan.

Nunca más sin nosotras. Nunca más sin reconocer nuestro rol. Nunca más.

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