
Por Fernando Clement
Colaborador Asamblea de Hinchas Azules
Sábado 28 de septiembre: desgarradora caída ante Palestino, a modo personal, la segunda derrota que más dolor me ha causado luego de aquella semifinal de Libertadores con Chivas de Guadalajara en 2010. Luego de más de un mes, y a ocho fechas del término del campeonato, volvimos a caer en zona de descenso. El oxígeno que nos dio el triunfo ante Antofagasta se nos acabó.
Este 2019, para los que amamos estos colores, ha sido del terror, una completa pesadilla. Casi todo el torneo conviviendo con el fantasma del descenso, un equipo que no puede sostener resultados y termina regalando puntos vitales -algunos de manera insólita, como los empates ante Curicó y Everton en la primera rueda-, además de derrotas espantosas como el 0-4 ante la UC y el 1-3 ante Audax en La Florida.
Pero la grave crisis institucional en la que nos tiene sumergidos Azul Azul SA no es puntual, sino algo de muchísimo tiempo que se ha ido acumulado con el pasar de los años. El primer semestre de 2016 también estuvimos peleando por no descender, cuando nos salvamos gracias a rendimientos individuales como los de Mathías Corujo y Guzmán Pereira (quienes, al finalizar la temporada, sufrirían un trato indigno por parte de la empresa y Sebastián Beccacece). Desde 2013 que no se le puede ganar al archirrival de Pedreros en 90 minutos, goleadas históricas tanto a nivel internacional (0-7 vs. Cruzeiro en Brasil) como local (1-6 vs. Unión La Calera y el ya mencionado 0-4 en el Clásico Universitario), la nula existencia de un serio proyecto deportivo ni de series menores: nuestro momento actual es simplemente la gota que rebalsó el vaso tras años de circo. Esta concesionaria no solo se conformó con excluirnos y reprimirnos, también quiere destruir cada día lo que amamos.
Frank Kudelka, en innumerables ocasiones durante y tras su paso por la U, habló de la poca seriedad de Azul Azul SA, viviendo situaciones como que a 24 horas de un partido se le vayan dos jugadores titulares indiscutidos. Lo mismo Johnny Herrera, quién se ha peleado con toda la empresa, pues él, al igual que nosotros, ama este escudo y le duele todo el daño que le hacen a la U. Como Johnny defiende al club y a su gente y dice las cosas a la cara, la SA le está haciendo la vida imposible, jugándole chueco de una manera asquerosa, al nivel de respaldar a un tipo como Alfredo Arias solo por el hecho de cumplirles su sueño de hacerle pasar un mal rato pese a su horrible campaña y desastrosos números. En este último caso, vuelven a dejar en claro que no les importa en lo más mínimo la U ni sus valores, ni mucho menos los hinchas, solo les interesa su nefasto modelo dictatorial, su negocio.
Y para la guinda de la torta, aparte de todo el circo administrativo y la posición en la tabla, durante la semana pasada nos transformamos en el hazmerreír del continente por el ya conocido tema del shampoo tras llegar la noticia a medios argentinos y peruanos, entre otros. La pregunta es: ¿no se cansa Azul Azul de hacer ridículo?, ¿de vivir faltándole el respeto a toda una historia y su gente? No es de extrañarse que esta empresa tenga pérdidas por más de 16 mil millones de pesos, el doble del monto por el que hicieron quebrar a la Corfuch en 2006.
Este sábado 5 de octubre se viene el clásico; luego, dos partidos de vida o muerte -literalmente- ante Iquique y Everton, donde todos esperamos que sea el comienzo del fin de esta pesadilla. Independiente a lo que ocurra de aquí al fin del torneo el 8 de diciembre, salvándonos o no -o que por esas cosas del fútbol chileno ganemos todo y alcancemos un cupo a la Sudamericana-, NUNCA debemos olvidar todo el daño que nos han hecho estos miserables (porque no tienen otro nombre), todo el daño causado a este escudo y a nosotros como hinchas al apartarnos de lo que es nuestro y las faltas de respeto a ídolos como Johnny.