Hasta encontrarte

Foto por Luis González Herrera 

Por Nuestra Cruzada

Elsa Esquivel tiene 87 años y dice que cuando está en la calle, mira a todos lados por si lo ve. Se refiere a Luis, su hijo, profesor de inglés, detenido y desaparecido el 20 de noviembre de 1974. 

Marcela Meza tenía 8 años cuando, junto a sus dos hermanos, vieron cómo el 26 de agosto de 1974 entraron los militares a su departamento de Lo Espejo y se llevaron a su mamá, quien además se encontraba embarazada de un cuarto hije. Nunca más la vieron.

Elsa y Marcela son solo una muestra de las mujeres que continúan la lucha por verdad y  justicia, y sus historias son solo un ejemplo de las atrocidades que sufrieron miles de personas en Chile y el cono sur de Latinoamérica en las décadas del 70 y 80.

El hijo de Elsa y la madre de Marcela fueron detenidos, torturados y desaparecidos por el terrorismo de Estado. No fueron un exceso ni un caso aislado, fueron parte de una política de exterminio que sumió a nuestra sociedad en el más profundo miedo y dolor y que, con los años, se transformó en indiferencia y desidia.

Es por eso que dan ganas de gritar una y otra vez los detalles de las torturas y vejaciones que vivieron tantas y tantos, muches de los cuales no sobrevivieron. Sin embargo, preferimos tomar ese dolor y transformarlo en rabia que nos da fuerzas para seguir luchando tal y como lo hacen mujeres como Elsa y Marcela.

Esta columna es un homenaje a ellas. A las que han tenido que bailar una cueca sola durante 46 años. A las que no se cansan de buscar. A las que no olvidan que sus familiares eran luchadores sociales y continúan peleando no solo por justicia, sino por esa sociedad por la que otres murieron.

Por eso las luchas de hoy son las luchas de ayer, porque el sistema que hoy nos somete en diferentes ámbitos de nuestras vidas -como la educación, la salud, la vivienda, los derechos sexuales y reproductivos, entre otras- es también una violación a nuestros Derechos Humanos, y contra eso también hay que luchar.

Si no buscamos justicia y no luchamos por construir una sociedad como la que soñaban Gloria y Luis, entonces la dictadura cívico militar terminaría su labor, pero no lo harán. No lo permitiremos, porque a pesar del dolor, seguimos ahí. 

En un nuevo aniversario del 11 de septiembre, abrazamos fuerte a Elsa y Marcela, porque como dijo esta última: “Hemos sobrevivido, hemos formado familias, pero estamos rotos. ¿Hasta cuándo? Hasta encontrarte, mamá”.

Para que nunca más una madre o una hija vuelva a sentirse así.

Ni perdón, ni olvido. 

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