Solidaridad ante el abuso: ¡devuelvan la insignia!

Daniel Albornoz Vásquez
Presidente Asociación Hinchas Azules

Cuando las empresas comerciales de Holanda e Inglaterra necesitaban financiar un largo viaje transoceánico, con mucho riesgo de no lograr el retorno, pero con ganancias potenciales muy grandes, se les ocurrió dividir los costos y avances necesarios para el zarpe entre muchos inversores para así disminuir la apuesta y permitir más viajes ahí donde faltaba capital de los dueños de barcos. El retorno era sencillo: una parte proporcional de las ganancias iban a los inversores, quienes fueran. Así, más o menos, nacen las sociedades anónimas.

Podríamos intuir que, por ejemplo, familiares o pequeñoburgueses de algún barrio o algún pequeño poblado dieran sustento en capital a alguna empresa por su conexión con algún miembro de la tripulación, por una identidad ligada a la actividad de navegación cultivada por generaciones u otras razones. Sin embargo, las sociedades anónimas irrumpieron justamente para saltarse esa traba en la identidad y la pertenencia: conseguir los dineros de cualquiera (de ahí el apelativo “anónimas”) solo por el deseo de multiplicar sus haberes, es decir, con el único fin de enriquecerse.

Aquí, en nuestro tercer milenio, en nuestro rincón del mundo, en nuestra actividad de predilección. Donde tenemos nuestras más íntimas penas y nuestras más eufóricas alegrías, donde hemos construido lazos de amistades, amores, familias, grupos de trabajo, proyectos educacionales, deportivos, sociales, y tanto más. Aquí, en estos espacios comunitarios, donde establecemos nuestras identidades individuales y colectivas, a nuestro fútbol chileno, aquí llegaron las sociedades anónimas con su modelo. Y algunos lo usaron para enriquecerse, cómo no.

Antes de ayer, domingo 18 de agosto, el pitazo inicial nos trajo una sorpresa en el estadio Nicolás Chahuán de La Calera. Primero escuchamos los aplausos entusiastas de la parcialidad local cuando el balón recorría un camino anodino: algo estaba pasando. Resulta que sobrevolaba la cancha una avioneta con un mensaje flameando tras de sí: “devuelvan la insignia”. Uno de los personajes insignes de este modelo, Sergio Jadue, tiene secuestrada la insignia de toda una comunidad y a la sociedad anónima a cargo, además, no le interesa recuperarla.

Luego del empate, y ya saliendo de la ciudad, en una esquina se leía un rayado callejero que, como tantos otros, resaltaba la insignia histórica del club local y además identificaba lo que parece ser un enemigo común: “no más S.A.”.

Las y los hinchas de Unión La Calera le recordaron a la opinión pública que están en una situación de abuso total de su patrimonio deportivo-cultural. Arrebatado, trastocado, violado por la Sociedad Anónima que toma un club de una ciudad y lo maneja a sus espaldas; por un modelo que las y los deja indefensos. La insignia, ese estandarte que une a personas que tal vez ni se conozcan, pero se reconocen bajo ese símbolo. Eso es lo que fue arrebatado de la camiseta de U. La Calera, desconectando al equipo de su historia, de su ciudad, de su comunidad, de su identidad. Y claro, ¡las sociedades anónimas son anónimas! Este episodio que tristemente deben sufrir las y los caleranos es una consecuencia lógica de un modelo abusivo con nuestros derechos individuales y sociales, en este caso, el derecho a tener una identidad propia y autodeterminada, y el derecho a la libre asociación.

Las sociedades anónimas han generado perjuicios grandes o pequeños a distintos clubes o a sus hinchadas -sus bases sociales-, y los ejemplos son diversos, terribles, absurdos. En síntesis, existe un problema de fondo: las sociedades anónimas no son una respuesta adecuada para la actividad del fútbol profesional, y no solo por los resultados deportivos. Este modelo inscribe a fuego la violación de nuestros derechos en una actividad que no es meramente recreativa: constituye una parte fundamental de nuestro desarrollo individual y comunitario.

Mi, y nuestra, solidaridad con la hinchada consciente de Unión La Calera. Ojalá que nuestro próximo lance nos encuentre con la insignia histórica en la camiseta rival. Ojalá devuelvan la insignia. Y ojalá nos devuelvan nuestros clubes.

Un pensamiento

  1. Que bueno que entendieron el msj que esto si bien hoy nos afecta a nuestros colores esto es un tema pais en donde a ningun club de chile y del mundo le pueden borrar su historia y estan todos invitados y bienvenidos a seguir esta lucha mas alla de cualquier rivalidad o de distincion de colores tenemos que unirnos todos los club de chile con esta lucha y no dejar que mercenarios borren nuestras historia escritas por años de gente que tuvo un sacrificio tremendo por conseguirla vamos todo el pais a unirse y a luchar por mantener la historia de cada club en chile

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