Fútbol y amistad sin fronteras

Filial Maipú
Club Social y Deportivo Colo Colo

“Puede haber entre nosotros miles de diferencias. El hecho de estar criados en diferentes culturas implica mucho, pero eso es lo de menos. El ser argentino, chileno o yugoslavo es una circunstancia de la vida. No podemos estar todos en un mismo país. Por eso Dios, que es tan sabio, nos repartió”. Estas palabras escogió Marcelo Barticciotto Cicaré para motivar a sus compañeros un 5 de junio de 1991. El argentino se convertiría en uno de los referentes del equipo campeón de la Copa Libertadores de América. Conformaron aquel plantel los también argentinos Daniel Morón, Ricardo Dabrowski y el croata (nacido en la ex-Yugoslavia) Mirko Jozic. Todos protagonistas de la histórica campaña.

De la misma forma hay muchos extranjeros recordados con gran cariño por la hinchada y la institución: Franz Platko con su revolución táctica, Beyruth con su eterna entrega a la camiseta porque “en Colo Colo hay que ser obrero, caer, levantarse y seguir luchando”, Vasconcelos con su clase en el mediocampo. El “Calamar” Espina con la jineta en el brazo, Gustavo Benítez con la campaña en Libertadores, el “Diablo” Marco Antonio Etcheverry como el mejor 10 boliviano que haya pisado las canchas del país, el “Bichi” Claudio Borghi con el tetracampeonato, Justo Villar con su caballerosidad y compromiso con el Club Social y Deportivo (CSD).

Todos ellos extranjeros, algunos incluso hablando otras lenguas (y no es que en el país se hable sólo el español, porque con nosotros conviven mapuche, aymaras, quechuas, aonikenk entre otros pueblos indígenas), todos aportando a la historia del Club. Cabe destacar que no sólo hombres han engrandecido la historia de Colo Colo. Desde el 2008 hasta hoy, diversas extranjeras han jugado por el club, incluso ganando la Copa Libertadores Femenina el 2012. Entre ese plantel estaba la hoy capitana de la selección argentina, Estefanía Banini, y la venezolana Yusmeni Ascanio.

Sin ir más lejos, el hoy director técnico de la Selección Chilena Femenina, José Letelier, fue el arquero enviado por Colo Colo a Alianza Lima luego de la tragedia aérea que enlutó el fútbol peruano. Junto a él partieron el defensa Parko Quiroz, el volante Francisco Huerta y el delantero René Pinto. En su estadía llegaron a ser vitoreados constantemente en los partidos, fueron figuras en el clásico con Universitario de Lima y también formaron parte de una historia que hasta el día de hoy debiera enorgullecer al socio, socia, hincha y simpatizante del popular.

Y es que en ese gesto no importaron banderas, la solidaridad se hizo patente y nuestras identidades nacionales no se negaron, se reafirmaron. El equipo del pueblo chileno ayudando al equipo del pueblo peruano. No son al azar las denominaciones de ambos equipos. En Alianza Lima se viven con orgullo las raíces afroperuanas y de los barrios marginados de la capital peruana. Son este tipo de hechos los que engrandecen a la institución y a las personas que las realizan.

Volviendo a nuestro país, en el trabajo como filiales del CSD Colo Colo no somos ajenos al convivir y compartir con inmigrantes de distintas nacionalidades (como algún despistado lector podría creer). En las distintas escuelas de fútbol y básquetbol participan niños y niñas de distintas edades y diferentes países de origen, los que comparten junto a las niñas y niños chilenos practicando deporte, creciendo juntos y revueltos, respetándose como compañeros de juegos y de vida.

Vemos en las capacidades de socialización de las y los niños las herramientas necesarias para posicionarnos en la discusión. Con ellos como ejemplo, podemos darnos cuenta de que el rechazo a la inmigración no es más que discriminación, en ocasiones por el color de piel, en otras por el nivel de ingreso. Racismo y aporofobia se ocultan muchas veces en el rechazo a los inmigrantes: que colapsan los servicios públicos, que nos quitan los trabajos, que son flojos, entre otras afirmaciones de esta gente que lo demuestran. Y es que culpar a los inmigrantes por problemas estructurales del país es no hacerse responsable de los problemas propios. Más ver la paja en el ojo propio y menos en el ajeno.

Con preocupación vemos que se convoque a marchas “anti inmigrantes” y que se defiendan posturas hostiles hacia las y los extranjeros del país, puesto que permite la expansión de espacios y personajes que los atacan, avalando en ocasiones la violencia física. Más aún, se adjudican ser la voz de una “inmensa mayoría” de chilenos que, según dicen, ya está harta de los extranjeros. Es que hablar a nombre del país tiende a distorsionar la realidad y exacerbar rencores de nuestra historia, se cae en el populismo y se termina clasificando a las personas en ciudadanos de primera, segunda y tercera categoría.

Tristemente, en el fútbol cada cierto tiempo se replican esto discursos con el fin de denostar al rival. Como organización social que trabaja con inmigrantes no podemos dejar que se sigan fortaleciendo: debemos achicarles la cancha y no hay mejor estrategia para enfrentarlos que siendo espacios seguros para migrantes. De esta manera, podremos conocerlos y darnos cuenta de que las diferencias culturales entre ellos y nosotros no nos hacen mejores ni peores personas. Es más, desarrollar la interculturalidad en nuestra sociedad nos permitirá solucionar problemas aparentemente sin arreglos.

Por todo esto es que llamamos a hacernos cargo de esta realidad país, conocer para entender, compartir y solidarizar con los inmigrantes que sólo buscan un mejor pasar. Chile ya era multicultural desde antes del aumento del número de inmigrantes. Por lo demás, son muchas las personas chilenas que migran a otras latitudes buscando nuevas oportunidades o para especializarse en sus áreas profesionales.

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