
Nuestra Cruzada
Hablar del Estadio de Independencia es extraño. Para una generación es el recuerdo de la casa que disfrutaron y vivieron como parte de su pasión deportiva. Para otres, en cambio, es la ilusión de un pasado que no logramos vivir pero que sabemos que está ahí y es parte de nosotres.
El Estadio Independencia fue el estadio del Club Deportivo Universidad Católica entre los años 1945 y 1969 y tuvo un rol más allá de la competencia deportiva del Club, ya que fue uno de los principales estadios de la ciudad y albergó, en un momento determinado, a casi el 100% del fútbol profesional de la ciudad de Santiago. Además, cumplía un rol social tremendamente importante para la ciudad, ya que en sus instalaciones practicaban deporte los colegios del sector y muches deportistas de diferente lugares, quienes no contaban con otro recinto deportivo para tales fines. El Estadio Independencia fue también el primer estadio deportivo en albergar un espectáculo artístico internacional con la presentación de Paul Anka en Chile en el año 1963.
Pero más allá de los datos, el Estadio Independencia significa algo que el actual fútbol de mercado quiere eliminar: el vínculo popular, con la gente, con el barrio, y con la comunidad en general. Más allá de los colores, el Estadio Independencia permitió que el Club Deportivo Universidad Católica fuera un actor social inserto en su comunidad, sin distinción de clases como lo es hoy.
Nuestra casa en Independencia es un símbolo de un club democrático y cercano, en el que la frase de “la gran familia cruzada” era real y tangible. Y cómo no si, por ejemplo, les vecines asistían con cojines de sus casas para sentarse y en alguna oportunidad terminaron lanzándolos a la cancha en repudio al arbitraje del encuentro. Cómo no pensar en las cientos de anécdotas que tienen quienes pasaron por ese lugar, muches de los cuales jamás han ido a San Carlos de Apoquindo y siguen sintiendo la orfandad de la casa deportiva.
El Estadio Independencia se vendió por una deuda de la Universidad y fue demolido en 1971. Eso marca el proceso de elitización del Club, ya que después de esta situación se gestó el nacimiento de la FUNDACIÓN dueña de nuestro Club, la que excluye a todes los antiguos socios y la partida a los terrenos de San Carlos de Apoquindo. Luego vendrían la S.A. y la triste historia que ya conocemos.
Pensar en el fin del Estadio Independencia es pensar en el fin de un fútbol cercano, democrático y con un rol social que muches no solo extrañamos, sino que intentamos recuperar. Por todes y cada une de quienes vibraron en la -como era llamada por la prensa de la época- “Bombonera de Independencia” es que hoy, en agosto, mes de nuestro aniversario, recordamos ese estadio. Es ahí donde no podemos dejar de pensar en Anita, quien, conmovida, nos contó cómo se sentó en la cuneta de la Avenida Independencia a ver como se demolía su casa, el sueño de su Club y parte de su historia.
Hoy día, en el terreno de Independencia hay departamentos, pero siempre se ha mantenido la forma del estadio. La que anteriormente fuera la cancha, hoy se usa como estacionamientos; los departamentos están emplazados en los que fueran las galerías. Pararse en el centro de ese lugar y cerrar los ojos es transportarse a otra época y escuchar el grito del “volveremos” que cantaran les viejes cruzades cuando el equipo estaba en segunda división.
Por toda esta historia es que hoy hablamos del estadio Independencia, porque no basta mirar hacia adelante desde un reducto deportivo en las alturas de la precordillera, nosotres somos y seremos del barrio norte.