
Juan Cristóbal Cantuarias
Asamblea Hinchas Azules
Club Universidad de Chile… esperen. ¿Universidad? ¿Universidad de Chile? Pues sí, su nombre lo dice. No, pero ¿cómo? ¿Qué tiene que ver la U con una Universidad? ¿Qué tiene que ver la U con la Universidad de Chile?
Extraño sueña, ¿no? ¿Por qué un club de fútbol nacería de una universidad? ¿Por qué una universidad de nuestro país tendría algo que ver con un club de fútbol? Preguntas que, en general durante estos años, no han tenido mucha relevancia. Sin embargo, pareciera ser una cuestión fundamental para nuestra historia. Porque sí, camaradas, sin la Universidad no tendríamos una historia que contar. Hagamos un poco de memoria.
Nuestro club nace a principios del siglo pasado a partir de una inquietud de un grupo de estudiantes universitarios. Aunque tuvo como antecedente el Centro Deportivo de la Facultad de Medicina formado en 1905, su primera expresión fue cuatro años más tarde, en el duelo de la selección de “la Chile” frente a su símil de la Universidad Católica, partido que terminaría 3 a 3. El arquero y capitán de aquella selección universitaria y exjugador del equipo escolar del Internado Football Club, Carlos Fanta, tenía la aspiración de formar un club de fútbol que representara a los universitarios ante el resto de los clubes de Santiago. Y es así como el 25 de marzo de 1911, gracias al apoyo del profesor de educación física Leotardo Matus, Carlos Fanta y sus camaradas consiguen la aprobación del rector del Internado Nacional Barros Arana (INBA), Eduardo Lamas, para fundar el Internado Universitario FC.
Algunos años más tarde, en 1928, tras fusionarse el Internado Universitario con el Club Náutico y el Atlético Universitario, y gracias a gestiones de Arturo Flores (presidente del Internado Universitario FC), el club pasó a denominarse “Universitario de Deportes”. Y en 1934, tras cumplir el sueño de Flores de agrupar a todos los deportistas de la Casa de Estudios, mediante un decreto emitido por el rector Juvenal Hernández, el club “Universitario de Deportes” pasó a llamarse Club Deportivo de la Universidad de Chile. Este club no sólo incluiría a la rama de fútbol, sino que también a las selecciones de tenis, boxeo, atletismo, tiro al blanco, béisbol y tenis de mesa, entre otras.
Uno de los aspectos más relevantes de ese decreto era que la calidad de estudiante de la Universidad de Chile compartía la calidad de miembro del Club Deportivo de la misma. Es decir, ser estudiante y ser parte del club era la misma cosa. Y esto no es insignificante, ya que el Club no nace sólo como una expresión de amor por la práctica deportiva, sino que como una motivación del movimiento estudiantil por construir un ideal, un proyecto social, deportivo y pedagógico con base científica. Un equipo cuyos jugadores representaran la misión que tenía -y sigue teniendo- la Universidad de Chile en la sociedad.
Con el Golpe de Estado y la dictadura militar, ese ideal se frustró. Con una Universidad en crisis, en 1978 fue inevitable la separación de la Universidad con el Club. Y ese proyecto se truncó aún más cuando un 18 de diciembre de 2006 la Corte Suprema decretó la quiebra definitiva de la CORFUCh, y con ello la suspensión de lo poco y nada que quedaba de aquel club de antaño.
Sin embargo, creemos que ese ideal es posible reconstruirlo. Hoy nos encontramos en una coyuntura que puede ser histórica: ad-portas del levantamiento de la quiebra de la CORFUCh, nos reuniremos hinchas de todas las procedencias, edades, géneros e intereses a hacernos la pregunta de cómo queremos y cómo soñamos el club del futuro. Por eso, que nuestra décimo primera Asamblea General Ordinaria sea en la Casa Central de la Universidad de Chile no es baladí: representa ese sueño de retomar el proyecto social universitario que nos fue arrebatado por la fuerza. Y es en esa Casa que este sábado diremos con fuerza: ¡nuestro Club, nuestro sueño por recuperarlo y la Universidad de Chile tienen sentido!