
Los partidos de semifinales de la Copa América nos traen una nueva versión del Clásico del Pacífico, partido que suele exacerbar el chovinismo y la xenofobia tanto en Chile como en Perú. Con esto como contexto, los y las compañeras de Justicia Divina escriben sobre la primera semifinal de Copa América que enfrentó a estos dos países, la que fue disputada en 1979 y cuyo ambiente estuvo marcado y definido por las dictaduras militares que sufrían ambos países, a los que les era útil este clima de guerra entre pueblos. Otra muestra más -muy tosca, como la mayoría de las jugadas militares- de que la política y el fútbol se desenvuelven en los mismos escenarios y responden, muchas veces, a intereses similares.
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La semifinal de Copa América que enfrentará a Chile y Perú en Porto Alegre este miércoles nos hace recordar la primera disputa en una semifinal entre estos dos elencos. Ocurrió en 1979, un año muy especial para ambos países, ya que se conmemoraban 100 años de la Guerra del Pacífico y las relaciones entre las dos naciones estaban en un alto grado de tensión.
Desde el punto de vista futbolístico, Chile venía de ser eliminado en el repechaje para el mundial de Argentina de 1978 por el cuadro limeño, generando una gran desilusión en el mundo futbolero nacional. En la vereda del frente, Perú tenía una gran esperanza en ganar la copa: traían una de sus mejores selecciones de todos los tiempos, la cual había logrado una gran imagen en el mundial de 1978, donde fueron eliminados por la selección campeona en dudosas circunstancias.
Pero lo más destacable era el contexto político. Ambos países vivían fuertes dictaduras que exaltaban la rivalidad entre ambas naciones, las que utilizaban el fútbol para aglutinar a una ciudadanía que ya empezaba a demostrar un gran descontento contra los militares. A esto debemos sumar la creciente tensión diplomática entre ambos países, lo que había llegado a un punto rojo en 1974: mientras Perú estuvo próximo a invadir Arica, la defensa Chilena no se quedó atrás y se preparó para defender dicho territorio. Luego, en 1976, existió un fuerte rumor de un posible ataque del ejército chileno a territorio peruano, lo que fue desmentido por las autoridades del periodo. Y para condimentar más el partido, ese año, 1979, era el centenario de la Guerra del Pacífico, por lo cual el encuentro se transformaba en un excelente campo de batalla para resaltar las enemistades y conflictos que se venían arrastrando desde décadas. Para comenzar el año, en enero de 1979 el gobierno del Perú declaró ciudadano no grato al embajador chileno en Lima, por un supuesto caso de espionaje, lo que nunca fue comprobado pero inauguraba un año de gran conflicto entre ambos países.
El 17 de octubre era el primer encuentro por la semifinal de la Copa América, que en ese año no tenía sede como ocurre actualmente, sino que se disputaban partidos de ida y vuelta. El duelo inicial fue en el Monumental de Lima, y los jugadores chilenos fueron despedidos del país por las autoridades de la dictadura militar y exaltados a defender la patria en un encuentro cargado de emoción. Al llegar a Lima, fueron recibidos con pifias, piedrazos al bus y un abucheo gigantesco al himno nacional. El partido fue duro, con varias ocasiones de gol, pero el triunfo chileno por dos goles a uno marcó la definición, dando una clara ventaja al equipo nacional. Hay que destacar que en entrevistas a Elías Figueroa, Carlos Caszely y Eduardo Bonvallet, estos recuerdan que el regreso al hotel y el viaje al aeropuerto estuvo marcado por la violencia, piedrazos y denuncias de balazos. El 24 de octubre se llevó a cabo el partido de vuelta en Santiago de Chile. Un encuentro de pierna fuerte, con la expulsión de Elías Figueroa y del peruano Percy Rojas y que terminó en un cero a cero que le dio el paso a Chile a la final.
De esta forma, el duelo reflejó el uso nacionalista del partido en un contexto marcado por dictaduras militares que veían al fútbol como una excelente herramienta para unificar una sociedad cada vez más crítica, y para exacerbar una situación diplomática cada vez más tensa. Si bien el contexto actual es muy distinto, siempre es bueno hacer memoria y reflexionar sobre el uso político del fútbol y, en especial, del llamado Clásico del Pacífico.