
Álvaro Valenzuela Pineda
Colaborador Asamblea Hinchas Azules
El 16 de junio del año 2010, en el estadio sudafricano Mbombela, la selección adulta masculina hacía su debut en la Copa del Mundo de la categoría. Luego de 12 años de espera, pudimos ver a la roja de todos en el máximo torneo planetario. El 11 inicial incluía nombres tales como Bravo; Isla, Ponce, Medel, Vidal; Carmona, Millar, Fernández; Sánchez, Valdivia y Coliqueo. En el banco esperaban, entre otros, Pinto y Tello. Estos dos últimos, sumado a Waldo Ponce, tenían en común el haber sido formados en Caracol Azul. Ahí mismo, en Pedro de Valdivia, a pocos metros del Estadio Nacional, un lugar humilde, con carencias y que en términos de espacios y comodidad tiene mucho que envidiar al Centro Deportivo Azul. Excepto en el compromiso y dedicación. Eso no se compra.
También recuerdo como si fuera ahora lo que me costaba respirar durante el solo trayecto del aeropuerto al estadio Arena Pantanal de Cuiabá, en pleno Mato Grosso brasileño. El lugar era terrible; fue una tortura. Un calor asfixiante, una humedad envolvente y un panorama selvático formaban como resultado ideal un verdadero horno. A eso de las 16.00, era imposible estar en la calle. En ese escenario, Chile debutaba en la Copa del Mundo de Brasil, el 2014, frente a Australia. Ese 13 de junio vio en la formación titular a Bravo; Isla, Medel, Jara, Mena; Díaz, Aránguiz, Vidal y Valdivia; Sánchez y Vargas. En banca esperaban Herrera, Rojas y Pinilla, entre otros. Aquellos tres más Marcelo Díaz tenían en común el haber sido fogueados con las necesidades y temple que creaba el Caracol Azul. No, no tuvieron las comodidades ni beneficios que existen en avenida el Parrón. De hecho, exceptuando el Pepe, ninguno estuvo ahí en su inauguración. Les tocó dar la vuelta larga para conocerlo.
Nuevamente Brasil, esta vez el escenario es el siempre complicado Morumbi. Este partido ocurrió hace una semana, fue el debut de la selección masculina en la presente edición de la Copa América. La formación titular incluía a Arias; Isla, Medel, Maripán, Coliqueo; Pulgar, Aránguiz, Vidal; Fuenzalida, Vargas y Sánchez. En el banco espera Igor Lichnovsky. El único formado en el Centro Deportivo Azul.
Estos tres partidos son una muestra de cómo el aporte de los jugadores formados con la U roja en el pecho ha ido bajando en el transcurso del tiempo. Claro, por temas de edades y de rendimiento han dejado la nómina Herrera, Pinilla, Rojas y Díaz. Ni hablar de Tello o Ponce. Pero el resto, la savia nueva, sigue estando al debe gracias a una dirigencia que se ha dedicado a perder millones de dólares en compras de pases (en algunos casos ridículos y que dejan muchas dudas morales) en vez de fomentar la formación de jugadores. El resultado es lamentable, llegando al punto en que solo Igor saque la cara por los canteranos azules. ¿Qué ejemplo y motivación puede tener un jugador en formación de la sub 15 de la U si al mirar la nómina de la Copa América solo encuentra a un elemento que nació en el Centro Deportivo Azul?
En todo caso, este no es un problema solo de Azul Azul, el modelo imperante ha ido dejando su huella en la formación de jugadores a nivel nacional. La mayoría de los miembros de distintos equipos que nombré son jugadores ya en avanzada edad, los cuales siguen jugando gracias a sus buenos niveles y, por supuesto, a la falta de nuevos valores que hayan sido real opción a los nombres más conocidos de la roja. Es indudable que tipos como Sánchez, Vidal y Aránguiz, por mencionar algunos, siguen siendo un real aporte a la selección, pero suena algo incomprensible que en todo este tiempo no existan algunos jóvenes que sean alternativa válida para el seleccionador. En eso, la mayoría de las administraciones de las SA han optado por ver el fútbol formativo como un gasto sin retorno y simplemente lo han descuidado (un caso emblemático es el de Cobreloa). Al parecer, el único equipo que sigue tomando en serio la labor formativa es Universidad Católica, quien ha aportado jugadores en todos los últimos procesos, siendo realmente importante en la conformación de los planteles de selección mayor masculina. La gracia de los cruzados ha sido incorporar miembros formados en la precordillera tanto de edades avanzada -como Coliqueo- como otros jóvenes -Maripán y Castillo-. Ellos han rendido frutos en los éxitos franjeados del último tiempo.
El cáncer de Azul Azul nos lleva matando hace un tiempo, hace más de 10 años, de hecho. Nos depredó de la peor forma. Una de ellas fue matar el fútbol joven, no solo el propio, sino también el nacional. Cada día es más necesaria la quimioterapia que nos libere de este mal.
Y Fernando Felicevich….
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De todas maneras, Manuel. Y nos tenemos pendiente tratar de manera profunda la nube oscura que significan los representantes y mercaderes del fútbol.
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