
Juan Cristóbal Cantuarias
Asamblea de Hinchas Azules
La crisis de la U es evidente. Nadie puede negarlo. Razones hay muchas; justificaciones, varias. Sin embargo, algo que hoy nadie se atreve a desconocer es que esto es mucho más que una mala racha. Que la pésima campaña que hemos tenido no se debe exclusivamente a un problema del técnico o a un problema de los jugadores. Así lo han manifestado hinchas, exfutbolistas, e incluso antiguos entrenadores, el problema que hoy aqueja a nuestro Club es mucho más profundo: es institucional.
Al respecto, existe un sector no menor de la hinchada que atribuye esta crisis institucional a la forma en cómo está estructurada la administración del fútbol chileno. Es decir, que por existir criterios mercantiles a través de Sociedades Anónimas Deportivas, se dejó de pensar el fútbol como una herramienta integral de cambio y de construcción de proyectos a largo plazo, pasando a ser las decisiones cortoplacistas, la maximización de las utilidades y la participación censitaria el nuevo paradigma de gobierno. Bien, estamos de acuerdo. Hoy somos varios/as quienes queremos que el modelo de sociedades anónimas no sea el que rija al fútbol chileno.
Ahora bien, después de las Sociedades Anónimas, ¿qué? ¿Existe algún modelo alternativo? Pareciera ser que no. Por lo menos, ninguno profesional. Y esta cuestión, aunque parezca nimia, a mi juicio es fundamental. Lamentablemente, si bien la crítica al modelo de sociedades anónimas ya dejó de ser un discurso testimonial de algunas pequeñas organizaciones y ha ido haciendo sentido a importantes agrupaciones de hinchas, debemos reconocer que aún no logra ser el relato fundamental de esta crisis ni la demanda hegemónica de quienes alentamos a nuestro equipo semana a semana. Y sobre esto pueden existir muchas causas. Sin embargo, yo me la juego por una: nuestra falta de capacidad de mostrar un modelo de gobierno de clubes alternativo al de las Sociedades Anónimas que sea capaz de ser serio, eficiente y sostenible en el tiempo. Que entienda que la participación de hinchas en las estructuras de toma de decisiones es relevante, pero que también sea capaz, dentro de las incertidumbres propias de cualquier apuesta deportiva, de dar confianza de que va a ser capaz de armar un plantel lo suficientemente serio como para ser competitivo a nivel nacional e internacional.
Construir un club más democrático, más participativo y que tenga en sus raíces los valores propios de nuestra U no va a pasar por solo armar lienzos o cánticos en contra de Azul Azul. El cambio real al status quo se va a dar en la medida de que seamos capaces de proponer un modelo de gobierno que sea capaz de recoger lo mejor del rol social de la Universidad de Chile, pero que, a la vez, dé la suficiente tranquilidad a nuestra hinchada acerca de la seriedad y probidad de su administración. Por eso, ya no basta con decir «No + SA», sino que, en lo fundamental, responder a la interrogante: y después de la SA, ¿qué?