
Chile, el laboratorio de Estados Unidos. Chile, el lugar donde un neoliberalismo total fue implantado a fuerza, miedo y balas. En Chile no hay derecho ni lugar en el que no parezca normal implantar o imponer negocio. La educación, la salud y pensiones son solo algunos de los tantos derechos sociales que han sido cooptados por empresarios para satisfacer su necesidad de poder. En esta categoría entra también el fútbol, donde ya hace más de diez años se impuso la obligación de que todos los equipos profesionales se convirtieran en sociedades anónimas deportivas. En este sentido, Chile ha sido un ejemplo para el resto de Latinoamérica: un ejemplo del fracaso de este modelo.
Sobre los movimientos que ocurren en otros lugares del continente, entrevistamos a la Coordinadora de Hinchas de Argentina, un conglomerado de hinchas y socios de distintos clubes quienes también están viviendo en un período donde la derecha política de su país busca transformar los espacios sociales ligados al fútbol para despojarlos de contenido sociocultural y convertirlo en una mercancía más.
¿Desde dónde nace la Coordinadora de Hinchas?
La Coordinadora se presentó el 29 de noviembre de 2016, pero se empezó a pensar a mediados de ese año. La componemos hinchas, socios y socias de diferentes clubes que inicialmente nos juntamos por la preocupación de que el proyecto de Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) se lleve adelante.
¿Cuál es su opinión en relación al avance de las voces que piden sociedades anónimas para los clubes argentinos?
Creemos que se trata de empresarios y políticos que sólo piensan en términos económicos y que quieren hacer negocios con nuestras pasiones. Intentan justificarse afirmando que estas asociaciones civiles ya no pueden autofinanciarse, pero sabemos que lo que quieren es quedarse con los predios y con el negocio del fútbol en términos de ganancias, no en términos sociales. No piensan a los clubes como los pensamos en la Coordinadora de Hinchas.
¿Qué creen ustedes que se perdería si las sociedades anónimas controlaran al fútbol?
Entendemos que toda la cuestión social que tienen nuestros clubes desaparecería por completo y con ello el desarrollo de sus predios. Los clubes sociales y deportivos son el corazón de la historia cultural argentina del último siglo. No son simplemente equipos de fútbol, son sociedades sin fines de lucro que funcionan como centros de esparcimiento con actividades recreativas, formativas y de inclusión social. Además, este proyecto le quita a los socios la posibilidad de tomar decisiones sobre lo que es suyo.
¿Qué significa para ustedes el ser socio?
Sin dudas no son clientes. Los socios son dueños de los clubes. Tienen, o deben tener, la posibilidad de elegir a sus autoridades, de participar en las decisiones, de hacer más grandes a los clubes mediante la acción. Jamás se los debe tratar como clientes. Es necesaria una política hecha por y para los socios.
¿Qué y a quién buscan combatir?
Además de la llegada de las SAD, peleamos para terminar con la nula o escasa participación de socios, la desigualdad de género, el incumplimientos de los estatutos, la anulación de minorías, las gestiones irresponsables, la represión policial que ya es una constante y otras cuestiones que son cotidianas en muchos de nuestros clubes. Pero tenemos claro que quieren hacernos creer que esto sólo se resuelve convirtiendo a los clubes en Sociedades Anónimas Deportivas, al igual que cuando alguna vez quisieron convencernos de que las privatizaciones iban a mejorar las gestiones estatales.
A su juicio, ¿cómo se verían afectados con el cambio a sociedades anónimas los grupos que ya son marginados en el fútbol actual, como las mujeres o el mundo LGBT?
Se verían afectados desde lo más básico, pues no existe ningún tipo de interés social en las SAD. Por eso mismo, entendemos que para ellos solo sería importante el fútbol masculino y nada más. Es necesario e importante recalcar que actualmente estos grupos y otros más son marginados en este espacio y que tenemos que trabajar mucho para revertirlo.
¿Se puede -o debe- hablar de enemigo en este caso?
Creo que el enemigo es el proyecto que justamente vincula todo lo bueno a la gestión privada y que va en línea con las SAD. Hoy ese proyecto lo encarna el Gobierno Nacional y en particular Mauricio Macri, quien desde hace años viene intentando llevar a cabo esta idea a pesar de la constante negativa de clubes, dirigentes y otros actores.
¿Hay un trasfondo político en esta cruzada?
Todo es político, así que desde siempre nos conformamos como una organización política. Lo que no somos es partidarios, pues en la Coordinadora hay personas de diferentes espacios y encontramos puntos y objetivos en común para avanzar en la conquista de nuestros objetivos. El deporte es político desde que existe; los clubes son políticos porque tienen dirigentes, participación democrática, elecciones, etcétera. Y las intervenciones de los gobiernos también son políticas, porque forman parte de los ideales que tienen quienes quieren llevarnos hacia el camino de las SAD. No tenemos miedo a la palabra política, la entendemos como herramienta transformadora.

ESPACIOS DE UNIÓN
En la cancha siempre se tiene un rival, alguien que compite en contra de nuestros colores para conseguir la victoria, y para nosotros conseguirla siempre tenemos que vencer a ese otro. Pero hay rivales más invisibles que nos atañen a todos sin distinción de camiseta, género o nacionalidad y que han ido ganando espacios sigilosamente hasta llegar al punto de enquistarse.
¿Es necesario que los clubes se unan?
Claro, porque de esa manera se pueden defender mejor los intereses y el bienestar de todos. Si vamos por vías separadas, seguramente llegaremos al camino de las SAD sin excepción, como pasó en otros países. Y nos unimos por el mismo motivo que se deben unir los clubes en ciertas cruzadas: si se llevan puesto a uno, nos llevan a todos. Si hay violencia, nos perjudica a todos también. Debemos mostrar otro mensaje, demostrarles a quienes quieran destruir el modelo asociativo que somos mejores, que amamos nuestros clubes y que estamos dispuestos a defenderlos.
Se suele acusar a los hinchas y a los clubes como parte del círculo de la violencia en el fútbol y que las sociedades anónimas podrían ser una solución…
La violencia en el fútbol es parte de un circulo de negocio donde la policía hace su aporte en un porcentaje muy alto. Creemos que es algo a mejorar del lado de los hinchas y por eso hacemos actividades juntos, con diferentes camisetas, demostrando que podemos convivir en paz, dando un mensaje a la sociedad. Esperamos que eso se pueda replicar cada vez en más hinchas, pero mientras siga siendo un negocio para quienes viven de la violencia en el fútbol, y mientras sigan gobernando quienes tienen interés en las sociedades anónimas deportivas, será su caballo de batalla. No estamos de acuerdo en que este problema se solucione con las SAD. Eso se soluciona, por el contrario, con un real y sincero involucramiento del Estado.
¿Qué saben de la realidad chilena con respecto a las sociedades anónimas?
Sabemos que hubo una ley hace más de 10 años que indirectamente obligó a los clubes a convertirse en SAD mediante la obligación del pago de una deuda impagable, pero con el beneficio de pagarlos a 20 o 30 años. Es decir: “o te convertís o desapareces, qué preferís”. Hoy vemos que muchos clubes perdieron identidad, han sido expulsados de la liga, han desaparecido, han perdido participación, tienen presidentes hinchas de otros clubes. Y encima, no han mejorado sus estándares económicos. Como dije, el problema no era la deuda de los clubes, todo fue una decisión política de que sean empresas.
¿Podemos pensar en movimientos latinoamericanos que logren frenar estos avances capitalistas?
Seguro, estamos en contacto con asociaciones de hinchas de diferentes países y sería muy interesante trabajar en conjunto las problemáticas. Los empresarios dueños de clubes no solo hacen foco en un país sino en algo más global, por lo que es importante la organización desde los hinchas, porque nos permite conocer las diferentes experiencias y evitar que vendan pescado podrido en otros lados. Por ejemplo, en Argentina, gracias a los ejemplos de Chile y España, tenemos argumentos de sobra para decir NO A LAS SAD.
¿Hasta qué punto deberíamos llegar para defender a los clubes?
Los clubes son nuestra vida, los amamos y estamos dispuestos a defenderlos. En las canchas y en las calles.