
Cuando nos referimos a que el mundo del trabajo en el deporte es también un espacio de explotación, no podemos solo circunscribirlo al espacio en el que se desenvuelven los deportistas. Existe toda una maquinaria económica y, por qué no, social que, entregada a los valores del capitalismo, explota a sus trabajadores para poder maximizar ganancias en la industria del espectáculo en la que han convertido a la práctica deportiva. En la siguiente columna escrita por las compañeras de Las Bulla, se trata cómo las lógicas de la explotación se intersectan con un caso ejemplificador, el de la concesionaria de Universidad de Chile, Azul Azul S.A.
Por Alejandra Herrera y Carolina Rubilar

Hoy se conmemora un nuevo día de los trabajadores y las trabajadoras y como bullangueras no podemos quedar al margen de una jornada como esta.
Si revisamos la historia podemos leer fácilmente que la conmemoración de este día surgió en homenaje a los “mártires de Chicago”, trabajadores anarquistas que fueron asesinados en 1886 en medio de protestas para mejorar las condiciones laborales en Estados Unidos. El mismo gigante que ha amenazado la soberanía de los pueblos y que ha puesto énfasis en perpetuar el sistema capitalista que precariza nuestras vidas, se roba nuestros recursos, energía, salud y, cómo no mencionarlo, también nuestro fútbol.
Y aquí ya podemos suponer lo que algunos podrán estar pensando: “el fútbol y la política no se mezclan”, “la pelota no se mancha”. Aclararemos rápidamente entonces que para nosotras el fútbol siempre ha sido una actividad profundamente política, de encuentro y organización. Y sobre la pelota… la mancharon ellos cuando en dictadura y en los siguientes gobiernos de pseudo democracia crearon leyes a su antojo, en las cuales se ampararon para robarnos nuestros clubes y convertirlos en una empresa, y a nosotras y nosotros transformarnos en clientes.
En Chile al menos un 50% de los trabajadores y trabajadoras ganan solo el sueldo mínimo. Actualmente un 50,6% de las mujeres se encuentran incorporadas a la vida laboral (considerando solo el trabajo remunerado y excluyendo al trabajo doméstico). La brecha salarial alcanza un 15% menos para las mujeres, extendiéndose hasta el 21% en el caso de aquellas con mayor cantidad de años de educación.
¿Cuál será la realidad de las trabajadoras de Azul Azul?
Según datos publicados en la memoria 2018, Azul Azul cuenta con 11 integrantes en el directorio, dentro de los cuales hay 10 hombres y una mujer. El equipo de administración se encuentra conformado por 4 hombres y una mujer, mientras que el total de funcionarios de la empresa considera a 135 hombres y 44 mujeres. Azul Azul, a través de sus contrataciones, intenta reforzar la idea de que el fútbol es un tema de hombres.
¿Y sobre la brecha salarial?
El sueldo bruto promedio de gerentes y ejecutivos de Azul Azul, es de $5.316.702. El sueldo bruto promedio de gerentas y ejecutivas es de $3.906.001, es decir un -26% en relación al promedio general. Mientras que si consideramos solo a los hombres, el promedio asciende a $7.716.758, o sea un 45% sobre el promedio general.
En el caso de operarios, ventas y administrativos de Azul Azul, el sueldo bruto promedio llega a $659.899. Las mujeres pertenecientes a esta área ganan en promedio $597.301 de sueldo bruto, encontrándose -9% bajo el promedio general. Mientras que los hombres promedian un sueldo bruto de $711.703, o sea un 8% sobre el promedio general.

En lxs trabajadores agrupados en la sección de profesionales y técnicos, el promedio del sueldo bruto es de $3.823.164. Las mujeres de esta área alcanzan un sueldo promedio de $1.132.390, aquí la brecha salarial alcanza su máximo: un -70% en relación al promedio general. Los hombres ganan en promedio $4.324.386, es decir, un 30% más que el promedio general.
Como siempre el problema no solo es de género sino que también de clase. Las mujeres que ostentan poder dentro de la empresa, a quienes repudiamos de igual manera que a los altos mandos masculinos, ganan hasta seis veces más que las funcionarias dedicadas a funciones operativas y de ventas. Así, de acuerdo a lo que pudimos revisar, Azul Azul no solo es una institución enraizada en valores capitalistas, sino que también profundamente patriarcales. Como bullangueras organizadas hacemos un llamado a levantarse contra la concesionaria que tiene secuestrado nuestro club, la misma que mientras nos sube las entradas, indumentaria y abonos, precariza a sus trabajadores y, con mayor énfasis, a sus trabajadoras.