
El 2019 se asomaba como un año clave para el fútbol femenino en Chile. El fervor nacional y el excelente nivel mostrado por las jugadoras chilenas nos llevó a clasificar por primera vez a un Mundial adulto de la categoría. Pensamos que por fin se podía concretar el pago de la eterna deuda del fútbol chileno con las mujeres. Sin embargo, la realidad es que el fútbol femenino está lejos de la profesionalización.
Contratos profesionales, remuneraciones, seguro médico o uniformes son elementos que podríamos considerar como las condiciones básicas que los y las futbolistas deben tener a su disposición para poder desarrollar de manera óptima sus carreras. Sin embargo, estas condiciones solo importan y se exigen cuando hablamos de fútbol masculino, porque para ellas estos son anhelos postergados y relegados a un segundo plano, en donde ni siquiera se habla de condiciones o derechos laborales en tanto profesionales.
El amateurismo presente en este deporte recae directamente en las jugadoras, quienes tienen que dividir sus tiempos entre estudio, trabajo y el fútbol, ya que no tienen las condiciones necesarias para dedicarse únicamente al deporte. La gran mayoría juega por sus clubes solo “por amor al arte”, en este caso a la camiseta.
Miramos al otro lado de la cordillera y vemos a Macarena Sánchez firmando su contrato profesional con el club argentino San Lorenzo, en el cual compartirá camarín con otras 14 jugadoras que también firmaron en el plantel del cuadro azulgrana. De esta forma, San Lorenzo se convirtió en el primer club que profesionalizó a su rama femenina. “Es un primer gran paso que nos debe seguir llevando hacia la igualdad», relataba el presidente del club cuervo, Matías Lammens, en la conferencia que brindó para presentar a “Las Santitas”, ahora profesionales.
Y es que en marzo de este año la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) anunció con bombos y platillos la profesionalización del fútbol femenino con una liga profesional que se disputará desde junio y contará con la participación de 16 clubes, los cuales deberán firmar mínimo 8 contratos profesionales entre sus jugadoras. Además, la AFA aportará $24 millones de pesos argentinos ($400 millones de pesos chilenos) anuales al campeonato, monto que será repartido en partes iguales entre los clubes. Cada club recibirá durante un año alrededor de 125 mil pesos argentinos mensuales ($2 millones en pesos chilenos) para cubrir los salarios de las jugadoras contratadas.
¿Qué pasa en Chile? Santiago Morning nos sorprendió cuando en febrero anunció que brindaría contratos profesionales a algunas de sus jugadoras. Un cambio que parece un gran logro, pero que sin embargo es opacado por las nulas condiciones con las que juegan el resto de las futbolistas chilenas.
Si bien hoy podemos acceder a ver un partido de fútbol femenino por televisión abierta, la brecha entre el fútbol femenino y masculino es preocupante, realidad que han visibilizado también jugadoras chilenas que desarrollan su carrera en el extranjero como Christiane Endler, María José Rojas y Yanara Aedo.
Es de suma relevancia trabajar y luchar por la profesionalización del fútbol femenino, de modo que así, tal y como se inició en Argentina, le demos un pase al largo camino por emparejar la cancha.